“Una rata del teatro”
Delia Garcés y la
belleza exquisita
Ana María Zancada
Refiriéndose a Delia Garcés, el crítico Ernesto Schoo habló del encanto intemporal de Delia Garcés, tal vez la mejor definición que se pueda hacer de esta mujer que el 13 de octubre hubiera cumplido 90 años.
Nació en la ciudad de Buenos Aires como Delia Amadora García y desde pequeña comenzó su formación actoral primero en el Teatro Infantil Labardén, en el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico y luego en la Comedia Nacional del Teatro Nacional Cervantes, donde hacían también sus primeros trabajos las que luego sería grandes nombres de nuestra cinematografía nacional: Zully Moreno, Malisa Zini, Fanny Navarro, Nury Montsé.
Fue el cine lo que le dio popularidad, pero ella confesó siempre ser “una rata de teatro”. Su maestro Cunil Cabanillas le dio un pequeño papel en “Locos de verano”, en 1936. Al año siguiente enfrentó las cámaras esta vez en “Segundos afuera”, un film de Chas de Cruz. Fue también en 1937, en “Viento Norte”, de Mario Soffici, donde llamó la atención de los críticos con su frescura y su delicada belleza criolla. De esos años fueron sus trabajos en “Maestro levita”, “Km 11”, “Doce mujeres”, “Alas de mi patria”, “La vida de Carlos Gardel”, hasta que se consagró como estrella en “Veinte años y una noche”, dirigida por Alberto de Zavalía que se convirtió en su marido de toda la vida y que la dirigió en once películas.
El galán español Pedro López Lagar fue su compañero en varias producciones. Su rostro sereno, su sonrisa perfecta, fue todo un símbolo del protagonismo femenino de esos tiempos de nuestro cine. Dueña de una exquisita femineidad se lució en una intensísima actividad entre 1939 y 1944: “Dama de compañía”, “Malambo”, “La maestrita de los obreros”, “La dama duende”, su inolvidable Nora de “Casa de muñecas”, sobre una adaptación de Alejandro Casona, hicieron que su figura fuese una de las preferidas por el público.
El exilio
Pero en 1945 el matrimonio no se sintió cómodo en la nueva etapa que se iniciaba en la Argentina y partieron hacia una gira latinoamericana, con una compañía teatral. Exiliada en México interpretó magníficamente el rol de esposa del celoso paranoico Arturo de Córdoba en “El”, dirigida por Buñuel en 1951.
Fue para entonces que decidió dedicarse prácticamente de lleno al teatro, poco interesada también en el trabajo en la TV que comenzaba por esos años. De regreso en el país cubrió personajes acordes con su delicado temperamento en obras del teatro español y francés que su esposo dirigía.
En 1960 tomó parte en la inauguración del Teatro San Martín integrando la Comedia Nacional hasta 1966 en que prácticamente cierra su carrera profesional
Volviendo a Ernesto Schoo “el tiempo no pudo marchitar la belleza interior de Delia Garcés, con un físico de adolescente que la acompañó siempre. Dúctil e inteligente pudo ser Santa Rosa de Lima, Santa Juana, la institutriz de “Otra vuelta de tuerca” o cantar y bailar graciosamente en “El otro yo de Marcela”.
Para muchos críticos su labor cumbre fue su rol protagónico en “El jardín de los cerezos” de Chéjov, dirigida por Jorge Petraglia, en 1966.
Ya viuda, Zavalía murió en 1988, Delia era una figura elegante y discreta en el mundo cultural de Buenos Aires. Sencilla en toda su persona y su vida, su carácter amable, su fina ironía y su ondeada cabellera blanca, fueron su sello de distinción hasta sus últimos años.
Once días antes de morir, el 29 de octubre de 2001, vivió la alegría de sentirse aplaudida y ovacionada por sus antiguos colegas y las nuevas generaciones también, al recibir el premio ACE de platino por su trayectoria, otorgado por la Asociación de Cronistas del Espectáculo.
Pocos días después fallecía en el Sanatorio Otamendi de Buenos Aires. Sus hijos, siguiendo sus deseos, cremaron sus restos y sus cenizas fueron depositadas bajo un árbol en un campo que la familia poseía en Santa Fe.
Elegante, suave, dulce, humilde e inteligente, fue una digna representante de la mujer argentina.