El caso del Cemed

La educación virtual y un

nuevo contrato pedagógico

Estudiar a distancia obligó a repensar las formas de enseñar y aprender en función de las potencialidades que ofrece la plataforma virtual. Interactividad, autogestión y producción del conocimiento, elementos clave para entender la modalidad educativa.

 

De la redacción de El Litoral

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Las tecnologías aplicadas a la educación están redefiniendo las formas tradicionales de enseñar y aprender. La virtualidad educativa, que comparte ahora cartel con la presencialidad del aula tradicional, es impulsada por las nuevas potencialidades del entorno telemático, tales como la interactividad y conectividad, entre otros. Mucho ya se habla de una reformulación del contrato pedagógico entre el docente y el alumno, y de una necesaria alfabetización digital que deberán enseñarse en las instituciones educativas.

Un caso representativo del avance de esta modalidad educativa es el Centro Multimedial de Educación a Distancia (Cemed), que lleva adelante la coordinación de la oferta académica de UNL Virtual. Un promedio anual de entre 4 y 5 mil inscriptos a carreras a distancia, cerca de 30 propuestas de estudio o el lanzamiento de un nuevo campus virtual -que pone en uso las ventajas de la web versión 2.0-, son algunos indicadores de muestran el crecimiento de esta forma de enseñanza y aprendizaje.

“Para nosotros, hablar hoy de la Internet es mirarla con sentido educativo. La clave es responder a qué apropiaciones hacemos de estas tecnologías digitales para potenciar procesos pedagógicos”, afirmó la directora del Cemed, Prof. Alejandra Ambrosino, quien es también docente integrante del equipo de tecnología educativa de la facultad de Humanidades y Ciencias.

“Nuestro campus virtual está pensado para una comunidad académica que interactúa, no que sólo busca la información. Ha habido un salto desde una plataforma que era un espacio depositario de información y módulos de estudio para el estudiante, a otra donde lo que priman son las relaciones e interacciones entre docentes y alumnos en base a un determinado contenido que, a su vez, promueve la construcción de conocimiento”, explicó Ambrosino.

Apoyado sobre las aplicaciones que ofrece la web versión 2.0, el nuevo campus virtual del Cemed “tiene estructuras más complejas y a la vez más beneficiosas para el proceso de aprendizaje. Exige a los alumnos nuevas capacidades cognitivas: la estructura central no es la información, sino la interacción. Las aplicaciones apuntan a que el usuario no sea ya un mero demandante de contenidos, sino que se vuelva un productor de información y de su propio conocimiento”, refirió la especialista en tecnología educativa.

Perfiles

¿Qué características tienen los estudiantes “virtuales”? La franja etaria de quienes estudian a distancia va de los 28 a 52 años. “Hablamos de adultos con un trabajo, con familia, que pueden estudiar entre 6 y 10 horas semanales. Entonces, como tienen que lograr una rutina autónoma y flexible a las obligaciones laborales y personales, el estudio a distancia les permite administrar su tiempo. Hay un diferencia con el sistema presencial, que demanda rutinas de cursado rígidas”, explicó Ambrosino.

“Nuestros alumnos eligen estudiar para mejorar y ascender en su ámbito laboral, o bien para no perder la continuidad en su capacitación. Sabemos que los estudios superiores, sean presenciales o virtuales, requieren de arduas competencias de estudios. En la educación a distancia también hay abandono de estudios, pero las causas está más ligadas a las obligaciones propias de la vida adulta”, refirió.

Estrategias

Otras de las cuestiones clave para atender la educación virtual son las estrategias pedagógicas. “El docente debe diseñar una estrategia para un estudiante que físicamente está ausente, pero que está mucho más cerca en términos de mediación tecnológica”, explicó Ambrosino. “Debemos atender la revisión y redefinición de estrategias didácticas en relación con la inclusión de tecnología y las potencialidades que ésta ofrece. Las nuevas tecnologías tienen que ser apropiadas en el contexto educativo siempre con un sentido didáctico”, concluyó.

La educación virtual y un nuevo contrato pedagógico

La mediación tecnológica en la educación a distancia está redefiniendo el contrato pedagógico tradicional entre docentes y alumnos. Foto: Archivo El Litoral

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Alejandra Ambrosino

Foto: Néstor Gallegos

De facilitadores

a modelizadores

El rol del educador virtual en el nuevo contrato pedagógico también se redefine. “La idea del docente facilitador no se condice con la realidad actual, porque lo pone en un lugar desde el cual le dice al alumno: “Esta es la complejidad del contenido, yo la decodifico y vos la aprendés tal cual”. Nosotros nos inclinamos más hacia el concepto de un docente integrado a un equipo. Hoy el profesor debe plantear estrategias de interacción, observar los emergentes o dificultades individuales, orientar hacia soluciones. Su rol pedagógico se relaciona más con modelizar la complejidad educativa que con oficiar de facilitador”, opinó la Prof. Alejandra Ambrosino, directora del Cemed.

“En una clase presencial un profesor podrá tener 500 alumnos, pero en el aula sólo participarán siempre dos o tres. En la plataforma virtual preguntan e interactúan casi todos los estudiantes en forma permanente. Aquí hay un cambio. La presencialidad no asegura el éxito en el proceso de enseñanza. En cualquier caso, ese éxito dependerá de que la estrategia didáctico-educativa esté bien definida y sea bien aplicada”, sostuvo.