Un “2” que brilló en una defensa inolvidable...
El tiempista que no hizo un gol
Hugo Villaverde surgió en Sunchales, triunfó en Colón y fue famoso en Independiente.

La foto fue tomada en agosto de 1995, cuando Hugo Villaverde (izquierda) volvió a pisar el césped de la cancha de Colón en compañía de su amigo, el “Gringo” Trossero, cuando dirigieron al equipo en Primera.
Foto: Eduardo Salva
Tomás Rodríguez
(Especial para El Litoral)
Los zagueros, debido a su ubicación en el campo de juego, siempre estuvieron alejados de la posibilidad de convertir goles. Sin embargo, en la historia del fútbol argentino hubo defensores que lograron anotar muchos tantos, como Daniel Passarella; en cambio, otros, como Hugo Eduardo Villaverde, de una elevada calidad técnica, un tiempista excepcional y de conducta ejemplar dentro y fuera de la cancha, nunca le brotó de sus labios el sagrado grito del gol.
Una prueba de la efectividad de los defensores, al convertir penales, tiros libres y ratificando su capacidad para cabecear o rematar dentro del área, son los casos del juninense Daniel Alberto Passarella (River Plate), el defensor más positivo con 99 conquistas en 298 juegos en la Argentina; lo mismo que el rafaelino Juan Domingo Antonio Rocchia (Racing Club y F. C. Oeste), actuando en 396 cotejos en los que obtuvo 87 tantos, y el porteño Pedro Omar Larraquy (Vélez Sarsfield-San Lorenzo de Almagro), que alcanzó 83 goles en 474 partidos.
Villaverde, talentoso y exquisito defensor central santafesino, jugó 437 partidos en el fútbol profesional argentino. En Colón, lo hizo en 57 oportunidades entre 1973-1975 y 380 encuentros en Independiente.
Fue un excelente defensor que comenzó en Sunchales, un equipo del barrio sur de la capital santafesina, una verdadera filial de Colón; de muy buenos recursos técnicos y enorme capacidad para la marca y la cesión de la pelota con precisión y sutileza, siempre se le reconoció a Villaverde que era asombrosa su capacidad para la recuperación física. Algunos periodistas señalaron reiteradamente que los delanteros nunca podían considerar que lo habían terminado de pasar o eludir, debido a su recuperación y a la salida jugando con su clase y técnica.
Sus comienzos
En el ‘69 había pasado a Colón (debutó en Primera en 1972, de la mano de un José María Silvero que lo ponía y lo sacaba debido a sus lesiones y se consolidó recién en el “74, con el vasco Juan Eulogio Urrolabeitia como DT), y en el ‘76 se incorporó a Independiente, estabilizado como primer marcador central luego de coquetear con el 8 ó el 5 en la espalda.
En sus comienzos en las categorías promocionales se desempeñaba como volante central. Cuando se concretó su pase a Colón, club del cual siempre fue hincha, donde había jugado su padre (del mismo nombre) como puntero izquierdo en Primera “B” entre 1948 y 1954, supo asimilar las enseñanzas del malogrado Hugo Spadaro, su antecesor y se consagró en una defensa conformada también por el arquero Héctor Rodolfo Baley (Estudiantes de La Plata); Rubén Ernesto Aráoz (Pucará), Enzo Héctor Trossero (Sportivo Belgrano de San Francisco, Córdoba) y Edgar Oscar Fernández (Atlético Gimnasia y Esgrima de Santa Fe).
De Colón se fue con el pase en la mano y allí acordó su incorporación a Independiente junto a Trossero. Sus actuaciones fueron brillantes, fue campeón en 1977, 1978 y 1983, la temporada 1988-89 y las Copas Libertadores de América e Intercontinental.
Sus lesiones
En cierta oportunidad, el Dr. Fernández Schnoor, uno de los profesionales de mayor prestigio y vinculado con la AFA, además médico del plantel profesional de Independiente, ante las lesiones en el tobillo y la rodilla, explicó que “su ansiedad por volver rápido le juega en contra”. A Villaverde, lo fastidiaban menos las lesiones que su repercusión: “Siempre se habló mucho más de mi rodilla o mi tobillo que de mi rendimiento futbolístico”. El 30 de junio de 1989 decidió su retiro y a pesar de que don Pedro Iso, el presidente de Independiente, se enteró medio de rebote, le solicitó que postergara el abandono un año más, “uno más y no te jodo más”. “No”, le dijo el magnífico defensor santafesino, rotundo y tímido, porque fue un “no” que casi no rompió el silencio.

Villaverde junto al Bambi Aráoz y al chaqueño Zimmermann, integrantes de un inolvidable equipo de Colón de mediados de los “70.
Foto: Archivo El Litoral