RESPUESTA DE LAS VÍCTIMAS
Decepción en Irlanda por la carta
papal sobre los curas abusadores
La misiva era esperada con suma expectativa. Las víctimas reprochan, entre otros puntos, que Benedicto XVI no haga mención a la responsabilidad que le cabe al Vaticano.
EFE/Télam
Los grupos de víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes pederastas en Irlanda se han declarado decepcionados por el contenido de la Carta pastoral en la que el Papa Benedicto XVI abordó hoy este asunto. “Sentimos que la Carta se queda corta a la hora de tratar las preocupaciones de las víctimas”, dijo hoy Maeve Lewis, directora ejecutiva de “One in Four” (“Uno de cada Cuatro”).
En su opinión, en la misiva, el Papa dirige sus críticas principalmente hacia los curas irlandeses de bajo rango, al tiempo que se olvida de la responsabilidad del Vaticano en los abusos sexuales de menores no sólo en Irlanda, sino en todo el mundo.
Tampoco pide, recalcó Lewis, la dimisión del primado de la Iglesia Católica irlandesa, el cardenal Sean Brady, tal y como vienen reclamando todos los grupos de víctimas. Otra víctima de los abusos sexuales, Andrew Madden, consideró hoy en un comunicado que la Carta “no aborda este asunto con total seriedad”. “El contexto es, por supuesto, inapropiado, ya que -explicó Madden-, por definición, una Carta pastoral está dirigida sólo a los católicos practicantes y, por tanto, hace caso omiso de mucha otra gente que se ha visto afectada por esta cuestión.
“Como habíamos previsto, la Carta tampoco aborda ninguno de los asuntos que hemos presentado en nuestra carta abierta al Papa del pasado mes”, añadió.
Aquel texto pedía una admisión de culpabilidad del Vaticano por sus propios fracasos e instaba al Papa a aceptar la dimisión de varios altos cargos irlandeses, incluida la del cardenal Brady.
En la mira
El purpurado se ha visto obligado esta semana a pedir perdón por haber ocultado el caso de abusos de menores cometidos por un sacerdote pederasta en la década de los años ‘70.
El primado, que siendo sacerdote en 1975 estuvo presente en dos reuniones en las que se pidió a dos niños víctimas de los abusos del cura Brendan Smyth que hicieran un voto de silencio, también dio a entender que reflexionará sobre su futuro, aunque ha descartado dimitir a menos que se lo pida el Papa.
“Una carta pastoral -continúo hoy Madden- no es la manera de responder a los informes de Ferns, Ryan y Murphy que abordaban violaciones, maltratos y abusos sexuales de niños a manos de curas y religiosos en este país y que fueron ocultados por las autoridades de la Iglesia”.
En 2008, la pequeña diócesis de Ferns, al sudeste de Irlanda, acaparó la atención nacional e internacional cuando un informe reveló la existencia de más de cien casos de abusos sexuales cometidos entre 1962 y 2002 por sacerdotes, algunos de los cuales trabajan o trabajaron en algún momento en la de Dublín.
Tres clérigos resultaron especialmente mal parados, Sean Fortune -responsable de 26 agresiones-, Donal Collins -director de escuela- y Martin Clancy, quien violó y dejó embarazada a una niña de 14 años.
Pasividad
Aquella investigación también denunció la pasividad de varios obispos de la diócesis a la hora de proteger a los menores y la actuación de la Policía, acusaciones que se han repetido en posteriores investigaciones.
En este sentido, el obispo de la diócesis de Cloyne, en el condado sureño de Cork, John Magee, se vio obligado a abandonar su cargo el pasado marzo por violar las reglas establecidas por la Iglesia para abordar este tipo de asuntos retrasando, por ejemplo, el comienzo de las pesquisas sobre supuestos abusos.
Uno de los textos que más conmoción ha causado hasta la fecha es el llamado “Informe Ryan”, divulgado el pasado mayo por la Comisión Investigadora sobre Abusos a Menores.
El documento es un catálogo de “sistemáticos” abusos sexuales, físicos y psíquicos cometidos por sacerdotes, monjas y personal seglar durante más de 60 años contra miles de menores en instituciones estatales gestionadas por la Iglesia.
La Comisión, presidida por el juez Sean Ryan, insistió entonces en que los maltratos se prolongaron durante años gracias a la cobertura y pasividad de las altas instancias gubernamentales y religiosas, cuyo único curso de acción, cada vez que se producían denuncias, consistía en mover de parroquia en parroquia a los curas pederastas.
Y el pasado noviembre, el “Informe Murphy” volvió a poner de manifiesto la connivencia de la Iglesia Católica con el Estado irlandés para ocultar durante décadas cientos de abusos sexuales en las parroquias de la diócesis de Dublín.