Perfil de los nuevos universitarios en el comienzo del ciclo académico 2010
Los ingresantes, más preocupados por insertarse en el mundo laboral
Los ingresantes universitarios se enfrentan a nuevas inquietudes y preocupaciones al momento de comenzar un ciclo de estudios superiores.
Foto: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
Es una de las principales inquietudes estudiantiles al momento de comenzar una carrera: las expectativas del ingreso inmediato al mercado de trabajo parecen anteponerse a las genuinas inclinaciones vocacionales. El costo de estudiar y las exigencias académicas, otras tribulaciones.
De la redacción de El Litoral
“Después de recibirme, ¿cuánto tiempo me llevará tener mi propio estudio jurídico con la plaqueta en la entrada con la palabra “Abogado’ debajo de mi nombre?”. Juan, un ingresante al primer año de la carrera de Derecho, que recién comenzó el cursado regular , ya deja deslizar una preocupación existencial. ¿Qué salida laboral tendrá la carrera que escogió? ¿Cuánto le llevará vivir de su futuro título de grado?
Ésta parece ser una de las principales inquietudes de los nuevos universitarios que comienzan el año académico e ingresan al sistema de educación superior (en Santa Fe, la mayoría ya comenzó las clases desde el lunes pasado). Antes, un diploma universitario aseguraba la movilidad social ascendente y el prestigio de clase. Pero, tras el cambio histórico en las condiciones del mercado laboral, las expectativas de vivir del título hoy se desdibujaron: ya nadie cree tener asegurado el futuro con un título en la mano.
La pregunta habitual “Mi carrera, ¿me dará una rápida salida laboral?” se antepone, en muchos casos, a las genuinas inclinaciones profesionales, a las convicciones y seguridades vocacionales sobre la carrera escogida.
Salida laboral y exigencias
A juzgar por un sondeo de opiniones realizado por El Litoral, esta primera preocupación quedó manifiesta: “Desde antes de elegir lo que iba a estudiar (Ciencias Económicas) siempre me pregunté si podré trabajar y vivir de mi título. Soy consciente de la gran cantidad de contadores públicos que hay”, confesó Juan (17), atribulado ante el alto nivel de competencia profesional en su área.
Para quienes decidieron seguir una carrera no tradicional, la incertidumbre es mayor: “Yo elegí estudiar Nutrición. Sé que es una carrera nueva, y que no está tan instalada socialmente la necesidad de una mejor calidad de vida a través de una dieta asistida... Entonces, claro, tengo muy presentes los interrogantes sobre mi futuro laboral, todo el tiempo”, confesó Soledad (18).
“La inserción en el mercado de trabajo es algo en lo que pensaba antes de decidirme, y más ahora, que estoy por empezar el cursado”.
“A partir de nuestro contacto permanente con los nuevos estudiantes, notamos que cada vez más les preocupa saber cuánto les costará ingresar al mundo del trabajo una vez recibidos. Siempre hay una proyección a futuro, pero ahora esa inquietud es más explícita”, opinó Milagros Sosa Sálico, coordinadora de carreras y atención al estudiante de la Facultad de Humanidades de la UNL.
Complejidades académicas y costos
La complejidad de algunas materias es otro de los motivos de inquietud de los nuevos universitarios. Cristal (17), una joven de Entre Ríos ingresante a la carrera de Diseño Gráfico en la UNL, expresó su temor por “las dificultades que nos pueden generar algunas materias muy específicas”. “Yo le tengo terror a Dibujo Técnico”, sollozó María Paula (18), que también empezará Diseño. “Nunca vi esos contenidos en la secundaria”, se lamentó.
“Yo tengo que pagar alquiler... Nos cobran cualquier cosa a los estudiantes”, se lamentó la chica llegada de la vecina provincia. “Y no olvidemos el costo de los materiales de estudio”, recordó. Wanda, ingresante a Arquitectura, se acercó a ver con cara de susto a la pizarra donde estaban las listas con horarios de clases. “¡Estoy desorientada! El primer año es un caos”, sollozó. “Tengo que trabajar para costear el estudio. Mi temor está en que el trabajo me quite tiempo al estudio, y que la carrera se vaya dilatando”.
“Volvió a aumentar el boleto de colectivo, y los compañeros que son del interior están gastando más de 100 pesos por mes en viajes”, confesó Juan (18), otro ingresante.
“Estamos muy preocupados por el costo que demanda estudiar: muchos chicos se organizan para vivir en sucuchos o en pequeñas pensiones, porque pagar un alquiler mensual no es fácil. Todo es complicado para el estudiante que empieza”.