Entrevista a Javier Firpo, de Intel
“En el siglo XXI, los chicos están
yendo a la escuela del siglo XIX”
Para el especialista en educación digital los chicos viven dos entornos diferentes: dentro de la escuela -con poco uso de las tecnologías- y fuera de ella. Lo mismo sucede en las universidades. La importancia de aprender a pensar a través de las TIC’s.
De la redacción de El Litoral
A menudo se escucha que es necesario hacer un uso adecuado de las tecnologías en educación. Pero, ¿en qué consiste este uso? Para Javier Firpo, director de los programas educativos de Intel para América Latina, “no hay una respuesta única porque tanto maestros como alumnos, y hasta las empresas que generan contenidos y las de tecnología, están aprendiendo a desarrollar las tecnologías en la educación”.
En este sentido, remarcó la importancia de “capacitar al docente”, ya que “la tecnología per se no es la solución”.
De todas formas, no caben dudas de que los chicos hoy aprenden de una manera diferente. Por eso es necesario “basarse en las habilidades del siglo XXI”.
—¿En qué consisten esas habilidades?
—Son las habilidades que los estudiantes de hoy necesitarán dentro de 20 años para tener una vida -personal, profesional o académica- exitosa. De un trabajo que realizó P21.org surgió que en el 2010 los puestos de trabajo más buscados en Estados Unidos no existían en 2004. En 6 años se modificará el mercado laboral de manera tal que hoy, al formar un estudiante, no sé cuál va a ser el puesto al que va a aspirar ni en qué se va a tener que diferenciar del resto para que lo elijan. Las habilidades del siglo XXI son pensamiento crítico, colaboración, uso de las tecnologías, trabajo en equipo y formación permanente. Ésta es la filosofía que trabajamos en Intel para que el profesor sea conciente de que su alumno va a terminar la universidad en el 2020 y recién en 2040 va a poder aplicar a un alto puesto ejecutivo. Sin embargo, seguimos formando a los chicos en el sistema educativo como lo hacíamos en el milenio pasado. En el siglo XXI, los chicos están yendo a la escuela del siglo XIX y todavía viven entornos diferentes dentro y fuera de la escuela. Eso es lo que falta unir y el factor de unión es el maestro. Para eso tiene que hablar el mismo idioma que utilizan los chicos: el tecnológico.
—Siempre se hace referencia a la escuela, pero ¿qué pasa en las universidades?
—La estructura se va a ir ablandando cuando los chicos que hoy están en el secundario y los profesores jóvenes entren a la universidad. Es decir cuando haya un recambio generacional y los profesores universitarios sean de la era digital. Hay dos maneras de adoptar tecnologías en educación: una es desde las políticas de educación y la otra es de abajo hacia arriba, cuando los chicos tienen sus computadoras en su casa y empiezan a incorporarlas al trabajo en la escuela. Lo mismo ocurre en las universidades. Gracias a que han bajado los precios de las laptops, se empiezan a ver algunas en las aulas y en los bares de las universidades; pero todavía no es algo para todos. Hasta tanto no se recambie el sistema y que todos los maestros estén hablando el idioma de los alumnos, vamos a tener esa brecha digital. Es difícil lograrlo, pero no imposible. Hay docentes de 50 ó 60 años que han aprendido a usar la tecnología.
—¿De qué manera?
—En Santa Fe venimos trabajando con el Ministerio de Educación desde 2004 y hemos tenido excelentes resultados. Nuestro programa de Intel les enseña a usar la tecnología como una herramienta pedagógica. Si en el siglo XXI la maestra pregunta qué es la Revolución de Mayo, los chicos van a la tecnología, copian y pegan. Nosotros les decimos que no tienen que preguntar de la manera más simple porque sino el chico encuentra la respuesta en el segundo párrafo. El chico tiene que pensar y razonar, por eso la mejor pregunta es “¿qué opinás?”. La tecnología los puede ayudar a leer distintas opiniones y a formar la propia. Eso es lo que los chicos necesitan: aprender a pensar, tener pensamiento crítico, respetar la opinión del otro y ser innovadores y creativos. Y en eso las tecnologías, usadas de manera razonada, pueden ser una excelente herramienta.