Internos de la cárcel de las Flores presentaron una revista literaria
La palabra escrita como
camino a la reinserción
“Lado B. Bitácora del encierro” es el nombre de la publicación. Presenta trabajos literarios realizados por un grupo de presos. La iniciativa tiene una naturaleza artístico-educativa: promueve la lectura y la escritura, pero también la integración sociocultural y la reinserción social de los detenidos.
Autoridades penitenciarias, coordinadores universitarios e internos de Las Flores, durante la presentación de la revista literaria.
Foto: Amancio Alem
Luciano Andreychuk
El lado B -recuérdese al viejo casete o tape de la lejana era magnetofónica- puede entenderse como “el otro lado”. La contraparte y el reverso de las cosas vistas a diario, naturalizadas y aceptadas. El lado B es lo que la palabra rebelde al canon literario, la resistencia al sosiego, la viva voz al silencio, el encierro a la libertad. Y desde ese otro lado también puede decirse mucho.
Ésta es la metáfora sobre la que se asienta la identidad de “Lado B. Bitácora del encierro”, una publicación escrita, diseñada e ilustrada por un grupo de presos de la Unidad Penitenciaria Nº 2 Las Flores, presentada días atrás en el salón cultural de esa unidad penitenciaria. El encierro para algunos dejó de ser silencioso y oscuro, adquirió voz y luz, tomó por asalto la palabra y se convirtió en una compilación de poemas, reflexiones y textos varios.
El proyecto de la revista -iniciado en agosto de 2006- pretende contribuir al abordaje de prácticas de lectura y escritura en contextos de privación de libertad. Tiene un sentido educativo, cultural, social y de divulgación, y fue coordinado por la Secretaría de Asuntos Penitenciarios de la provincia, la dirección del mencionado establecimiento penal y la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a través de su aula virtual, donde funciona el Programa de Educación Universitaria en Prisiones (Programa Delito y Sociedad).
Pero, además del trabajo realizado por los actores oficiales y externos involucrados, fue clave el aporte cotidiano realizado por las coordinadoras del Espacio de Lectura donde germinó la iniciativa, Leticia Gerhauser y Romina Benintendi, entre otras personas que colaboraron. “Todos los jueves nos juntábamos a leer con los internos. Y, de repente, emergió la necesidad de escribir. Así surgió la idea de hacer una revista, como un canal que vehiculizara al nivel de la palabra escrita las emociones que despierta la situación de encierro”, explicó Gerhauser.
Representaciones
¿Escribir para qué? Además de ser un acto educativo, la apropiación de la palabra para la elaboración creativa de objetos artísticos -como poemas- no es más que una válvula de escape transitoria a esa asfixia de la libertad privada por condena. “Era cuestión de romper con las barreras mentales, sociales y reales de la cárcel. Sentirnos libres por un rato”, coincidieron los internos que participaron.
Pero el espíritu de la revista más allá: desde ese “otro lado”, pretende interpelar a la sociedad, cuyas representaciones sobre la vida carcelaria son con frecuencia negativas. “Desde afuera de la cárcel se tiende a ver estos espacios de ejecución penal como lugares de conflictividad y violencia, cuando en realidad ésa es una representación parcial. Acá adentro pasan otras cosas, como la creación de una revista literaria, o la puesta en funcionamiento de otros dispositivos culturales, educativos y recreativos, deportivos y laborales”, expresó a El Litoral Rafael Colombo, de la Secretaría de Asuntos Penitenciarios.
Trabajo de equipo
Mario Valentino es uno de los internos que participó en el proyecto. En la primera edición de “Lado B” publica textos varios -a modo de críticas literarias- y una entrevista. “Fue una revista sin censura, libre, nuestra totalmente, rebelde, tan rebelde que aunque sea por unas horas, en ese espacio que nos dio el papel fuimos libres, aún más libres que los que viven afuera”, expresó.
Alfredo Farías leyó dos poemas de su autoría, y Joel Ceruti deseó que “la publicación continúe, que circule en la sociedad”. Emilio Vásquez, diseñador de la revista, supo agradecer: “La actual gestión le ha dado gran prioridad al aspecto educativo y cultural dentro del penal. Y la UNL también ha hecho un buen aporte. Sólo pedimos que sigan en esta línea, porque la educación es nuestra única salida”.
Orlando Benítez -otro de los internos involucrados- fue el dibujante de la publicación. “No fue fácil ilustrar cómo piensa y qué siente un interno en una cárcel, trasladar esta idea a la sociedad, mostrar una forma de sentir la vida carcelaria a través de la letra y del dibujo. La idea subyacente en cada ilustración es que todos podemos cambiar, y que detrás de cada preso hay un ser humano”, dijo.