En la escuela primaria Falucho

Crearon un “plurigrado” como

estrategia de retención escolar

Una interesante experiencia educativa lleva adelante desde hace tres años la escuela primaria Nº 18 “Falucho” para retener a los alumnos con sobreedad. Los chicos reciben una enseñanza más personalizada en un solo curso y hacen dos grados en un año.

Crearon un “plurigrado” como estrategia de retención escolar

Directivos y la docente están satisfechos por los avances de los alumnos que se esfuerzan por terminar la primaria.

Foto: Amancio Alem

 

Mariela Goy

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El “plurigrado” es propio de las escuelas rurales donde asisten poquísimos alumnos, hay solo un aula y una única maestra que se ocupa de todos los grados en simultáneo. La Falucho es una escuela urbana de Santa Fe que transpoló esa modalidad, aunque con didácticas diferentes, para armar un proyecto pedagógico destinado a los chicos que habían desertado en distintos tramos de la primaria.

“La idea del plurigrado surgió a partir de un relevamiento que se hizo a fines de 2006 sobre el abandono escolar en 4to ó 5to grado, principalmente. Pudimos hacer una lectura de que los chicos abandonaban la escuela debido a que tenían sobreedad porque habían repetido o perdido al menos dos años de escolaridad”, explicó María Ester Corchuelo, directora de la escuela Falucho, sita en López y Planes e Iturraspe.

Los chicos justificaban su deserción en que “tenían que trabajar” o que “ya eran grandes” para asistir a la escuela. Es que un adolescente de 15 años se siente incómodo y estigmatizado en un grado donde la mayoría tiene 11 ó 12. “Ellos dicen de sí mismos que son burros y que no pueden aprender”, dijo Mariana Miranda, la maestra a cargo del plurigrado.

El proyecto comenzó a funcionar en el 2007 y está consiguiendo buenos resultados: los chicos ya no desertan, tampoco faltan a clases y, lo más importante, hacen avances concretos en su aprendizaje. De hecho, al menos dos de ellos lograron leer por primera vez, otros pudieron reintegrarse al grado común después de estar un tiempo en el plurigrado y algunos hicieron una adaptación al grupo cuando en otras escuelas habían sido tildados de problemáticos.

Brian es un caso. “Esta escuela tiene algo que otras no: las maestras son re buenas, me ayudan y yo cambié. Antes era malísimo, pegaba a todos, pero acá estoy tranquilo y bien”, dijo a El Litoral.

La vicedirectora de la Falucho, Elfrida Kubsch, agregó: “Antes no podías entrar al curso a buscar algo que Brian se levantaba y se atajaba “yo no fui’. Ésa fue toda la experiencia de educación que había tenido antes de venir acá, se sentía un estorbo. Ha hecho un cambio impresionante”.

Dos grados en uno

El plurigrado (llamado así porque nuclea en un mismo aula a chicos de distintos grados) fue creado con el fin de ofrecerles a esos estudiantes una atención más personalizada y la contención necesaria para ayudarlos a proseguir su escolaridad. En este momento, está compuesto por 9 alumnos, todos varones, que tienen entre 12 y 15 años y están en 2do, 4to, 5to y 6to grado. Provienen mayoritariamente del barrio Barranquitas.

Otra innovación de la propuesta es que estos chicos hacen dos grados en un año, dividiendo al ciclo escolar en dos semestres.

“Con una atención personalizada y correcta selección de contenidos mínimos, los chicos pueden alcanzar las competencias básicas en medio año, para ser promovidos al grado siguiente. Cuando ellos logran eso, prácticamente terminan la escolaridad con la edad cronológica acorde al curso o solo con un año de sobreedad”, explicó la directora Corchuelo.

Asimismo, diferenció: “En las escuelas rurales, el plurigrado no es un proyecto sino una necesidad: preparás los temas de 1ro, 2do, 3ro y 4to, y los vas dando. Lo de nuestra escuela es otra cosa, tenés que ir haciendo una graduación de contenidos, adaptaciones curriculares y secuenciación didáctica para adaptarlos a esta situación”.

Algo más que docencia

Antes de enseñarles las tablas o a leer, la primera tarea de la señorita Mariana fue desterrar de sus alumnos la imagen negativa que tienen sobre sí mismos y repetirles hasta el cansancio que “pueden aprender, si quieren”.

Andrés, ejemplificó la docente, tenía un problema de ubicación en el espacio. “Empezaba en una hoja y terminaba escribiendo la consigna diez hojas más adelante. O escribía de costado. No leía, no hablaba y hoy mirá lo que es la carpeta con una letra excelente, súper prolija”, comentó.

“Lo primero que les hago sentir a ellos -aseguró Mariana- es que son muy importantes para mí. Entonces me confían muchas cosas, podemos hablar, y ellos sienten que alguien les otorga valor como personas porque tienen la autoestima muy baja. Vinieron con el concepto de que no pueden, no sirven”.

Añadió que “son chicos muy dependientes, tenés que estarles encima permanentemente, y por eso, avanzan. Me tomo un tiempo con cada uno para ir explicándoles. Además, vienen con otras cargas de afuera, de sus familias, que hay que atender porque uno no solamente es maestro; primero y principal es un ser humano”.

La directora, por su parte, destacó el perfil docente que hace falta para encargarse del plurigrado. “Este proyecto se puede llevar a cabo gracias a la docente que está a cargo porque es admirable como maneja el grupo. Ella tiene un don especial y puede lidiar con situaciones de una manera profesional porque a veces los chicos vienen muy agresivos. Además, tiene mucho trabajo extra afuera y es una persona muy predispuesta”.


Destacados.

En la escuela Falucho, todas las semanas cada maestra elige al “alumno destacado” del grado por su esfuerzo, disciplina o logros académicos. El último reconocimiento del plurigrado se lo llevó Marcelo por su buen comportamiento en clase. Los chicos de este curso participan de la vida escolar y de los actos, y sólo se quejan de su señorita “porque no nos deja hablar con las chicas en el recreo”. Sobre qué se ven haciendo cuando sean grandes, algunos dijeron jugador de fútbol y arquero, pero otros quieren ser albañiles, electricistas, bomberos y Juan Pablo gritó fuerte que quiere ser “doctor”. La maestra Mariana los miró a todos con orgullo: “Son mis chicos”, pensó en voz alta.

/// EL DATO