El Colegio Inmaculada en una cruzada solidaria con el hermano país
El Colegio Inmaculada en una cruzada solidaria con el hermano país
Jóvenes voluntarios viajaron
a Chile para construir casas
Un grupo de 60 personas -entre alumnos secundarios, padres voluntarios y egresados de esa institución ignaciana- cruzaron la cordillera para trabajar en la construcción de casas de emergencia, y ayudar así a los damnificados por los terremotos. La fuerza movilizadora de la solidaridad como parte integrativa de un proyecto educativo.
Un techo para los hermanos chilenos
Los voluntarios del Inmaculada trabajan en la construcción de casas de emergencia, hechas con planchas de madera y techo de chapa. Foto: Gentileza Colegio Inmaculada
De la redacción de El Litoral
“Terminábamos el día extenuados, nos dolían las manos y el cuerpo porque no parábamos de trabajar. Nos levantábamos a las 6.30 de la mañana, y nuestra jornada terminaba a las 11 de la noche. Tomábamos algo caliente y caíamos rendidos a dormir, para levantarnos bien temprano al otro día. Era poco el tiempo, y había que construir muchas casas, porque es demasiada la gente en Chile que perdió todo por los terremotos”. La descripción, contada con emoción por un estudiante secundario, sintetiza toda una experiencia de vida: un voluntariado de 60 personas -entre estudiantes, padres, docentes y ex alumnos- del Colegio Inmaculada viajó el mes pasado a Chile, con la misión de construir casas para los damnificados por los terremotos que sacudieron al hermano país en marzo.
La propuesta de conformar un voluntariado para ayudar al país trasandino -como una actividad solidaria que fortalezca la formación educativa- tomó fuerza desde el principio. El colegio se organizó rápido para hacer los beneficios y reunir los fondos necesarios para pagar un costoso viaje en micro. Los voluntarios partieron el 18 y regresaron 25 de mayo; viajaron unas 30 interminables horas de viaje hasta dos localidades -Rengo y Malloa, en la sexta región del país trasandino-. Estuvieron coordinados por la ONG “Un techo para Chile”.
El director de secundaria, Prof. José Manuel Echagüe, los alumnos Nacho Silvero, Giuliano Carnaghi, Justo Funes, Facundo Racca, Yair El Halli Obeid (ex alumno), además de Gabriel Ruiz y Pascual Gagneten (padre de alumno y profesor acompañantes, respectivamente), describieron a El Litoral la experiencia de un viaje que les dejó una “enseñanza de vida”, aseguraron.
Ayudar, ésa es la cuestión
“Cuando llegamos a Santiago, el contingente se dividió en dos grupos hacia cada una de esas dos localidades afectadas, Rengo y Malloa. Nos juntamos con voluntario de otros colegios, y se fueron conformando grupos de trabajo. El objetivo era que cada cuadrilla lograra construir un número importante de viviendas en tan sólo unos pocos días: ése era nuestro desafío”, comentó uno de los alumnos.
Las casas de emergencia son de unos 6 metros por tres, hechas con planchas de madera. “Primero teníamos que hacer los pilotes, con el chuzo (una especie de palanca) y una pala. Luego había que poner el piso y las paredes, que son los paneles de madera de pino, aunque muy resistentes. Luego se armaban las vigas de madera del techo, seguidamente se colocaba un papel aislante para el agua y finalmente las chapas de los techos”, precisaron los chicos voluntarios.
Contener y compartir
“Además de construir las casas, lo importante era estar con las familias, contenerlas. Ellos agradecían nuestra presencia en este momento tan difícil que les toca vivir, por haber perdido todo los terremotos”, coincidieron los alumnos. Uno de ellos destacó: “Estando ahí aprendés a valorar las cosas que tenés acá. Porque nosotros tenemos bienes materiales, pero allá la gente no tenía nada. Aprendimos a valorar lo que tenemos”.
“Había vecinos que, pese a ser muy humildes, nos invitaban a comer, compartían su comida con nosotros. Lo poco que tenían nos lo ofrecían con todo el amor. Ahí vimos la reivindicación de la dignidad de la familia, y esos valores son increíbles. Esto es algo que siempre nos ha inculcado el colegio, y que ahora se refuerza con esta gran experiencia que pudimos vivir”, subrayaron.
Algunos de los voluntarios del colegio Inmaculada que viajaron a Chile para ayudar a los damnificados por los terremotos, junto con el director José Manuel Echagüe. El sentido de solidaridad como experiencia de vida en la etapa de secundaria.
Foto: Amancio Alem
Manos a la obra
Valiéndose de palas y otras herramientas, los chicos preparan las bases adonde se levantará una de las casas de emergencia. Foto: Gentileza Colegio Inmaculada
Formar en valores
“Hubo un colegio entero detrás de todo este viaje. Desde los más chiquitos del jardín que acompañaron con sus oraciones, hasta los de la secundaria. Y los padres y egresados siempre estuvieron presentes, lo que deja constancia del sentido de pertenencia que marca esta institución”, enfatizó José Manuel Echagüe, director de secundaria.
“El colegio siempre ha educado en valores, y respetando el lema de formar hombres para los demás. Es una satisfacción saber que los chicos han vivido esta experiencia que los acompañará toda su vida. Tratamos de dar la mejor formación académica, pero, fundamentalmente, una formación humana integral, que es uno de los pilares de la pedagogía ignaciana”, subrayó.