Guardapolvos en desuso: el éxodo de las “blancas palomitas”

En Santa Fe, cada vez son menos las escuelas, generalmente secundarias, que obligan a sus alumnos a usar el característico delantal. La tensión entre tradición y modernidad divide posiciones en torno a uno de los símbolos emblemáticos de la educación pública.

Guardapolvos en desuso: el éxodo de las “blancas palomitas”

En la primaria del Normal, algunos chicos lo siguen usando, pero la mayoría va a clases con el equipo de gimnasia.

Foto: Mauricio Garín

 

 

Mariela Goy - Luciano Andreychuk

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Aunque la mayoría de las escuelas sigue manteniendo viva la tradición del guardapolvo, también es cierto que cada vez son más las instituciones educativas -principalmente del nivel secundario- donde ese emblemático símbolo de la escuela pública argentina está cayendo en desuso. Aquella frase de “blancas palomitas” que repetía incansable el portero de la serie televisiva Jacinta Pichimagüida, estaría pasando lentamente a la historia.

¿Por qué se dejó de usar el guardapolvo en algunas escuelas? En la consulta realizada a directores escolares, se recopilaron respuestas que van desde cuestiones de mero uso práctico hasta argumentos relacionados con los cambios culturales y educativos.

Sobre los inicios del guardapolvo, la pedagoga Inés Dussel dice que se comenzó a usar a principios del siglo XX, y no en la época de Sarmiento como se suele creer. En un artículo publicado en la revista docente El Monitor, aduce que son varios los que se autopostulan como inventores del guardapolvo, aunque destaca que en todos los casos el objetivo fue buscar una “forma de regulación en los vestuarios y apariencias homogéneas en nombre de la democracia y la salud de los niños y las niñas”.

A favor y en contra, podrían diferenciarse dos concepciones educativas en torno a las representaciones culturales del guardapolvo. La primera de éstas lo entiende como el símbolo de la igualación social. Una misma apariencia para todo el alumnado refleja la equivalencia entre escuela pública y el concepto de homogeneidad escolar. Pero además, el delantal expone como tal la condición de escolaridad del alumno ante la sociedad.

La segunda concepción entiende a la escuela como un abanico heterogéneo de diferencias que deben respetarse atendiendo a la singularidad de cada alumno. Y que, por eso, no hay obligación de homogeneizar ni igualar a todos los alumnos desde la marca simbólica del guardapolvo.

En debate

En la última década, la tradicional prenda escolar empezó a dejar de tener presencia en determinados establecimientos públicos de la ciudad. El caso más significativo es el de la Escuela Normal General San Martín, donde tuvo una fuerte impronta a lo largo de su historia ya que es el ámbito por excelencia en la formación de maestros.

En esta escuela, la primera “flexibilización” en el uso del guardapolvo blanco está plasmada en un acta del Consejo Consultivo de 1996 que determinó que “los alumnos podrán usar la remera de la escuela para concurrir a clase los días de calor pero para rendir, deberán venir con guardapolvo”. Hoy, entre los alumnos del secundario nadie se pone el delantal en ninguna época del año, y son pocos los chicos de nivel primario que lo siguen usando.

Mónica Bejarano, rectora de la Escuela Normal, destacó que fue un tema que se discutió fervientemente dentro de la institución hace más de 14 años. “Recuerdo perfectamente que todo el debate arrancó porque a principios de los ‘90 los alumnos del secundario empezaron a venir con guardapolvos que parecían chaquetas de tan cortos o lo traían doblado en la mochila y teníamos que estar peleando con ellos para que se lo pongan. Toda una cuestión que tenía que ver con los cambios culturales y los estilos de vestimenta de los estudiantes”, relató.

Añadió que en aquella época, los profesores debatieron si había que suprimirlo, por la implicancia que siempre tuvo en la formación de los maestros. Por otro lado, “la presencia del guardapolvo tenía que ver con esto de uniformar o de igualar la diferencia porque con el delantal se homogeneizaba de alguna manera a la población infantil que, en nuestra escuela, es diversa, con alumnos de todos los niveles sociales. Se discutió justamente eso: si esta idea de igualar era una manera de respetar la diferencia”.

“Personalmente soy de las que cree que no es necesario uniformar para que cada ser humano se forme, pero no todos en nuestra institución opinan así”, dijo Bejarano.

Con acuerdo

En la Escuela Media Domingo Silva se usó el guardapolvo de color gris hasta 1999. Al año siguiente, y como había ciertas resistencias en el uso de la prenda escolar, se sancionó un código de convivencia que establece criterios sobre distintas cuestiones, “por ejemplo, cómo se deben manejar los conflictos y las relaciones interpersonales, o cómo los chicos y cuerpo docente deben ir vestidos a la escuela”, explicó a El Litoral la directora de la institución, Mónica Manassero.

“Se consensuaron entre docentes, alumnos y padres criterios para la vestimenta: los chicos eligieron el pantalón de jean azul largo, negro o gris, la remera blanca lisa sin inscripciones, y el buzo de abrigo oscuro para el invierno, siempre con calzado sobrio y limpio. Para el caso de las chicas, la remera debe ser blanca y holgada, sin transparencias. Pulcritud y limpieza, los denominadores comunes. Nos dio muy buenos resultados”, afirmó la directora.

Con la vestimenta distintiva se buscó marcar un sentido de pertenencia institucional, además de economía y seguridad. “Ésta es una escuela de puertas abiertas, cualquiera puede entrar y entonces se sabe reconocer a alguien extraño a la institución porque no lleva la vestimenta”, destacó Manassero, al tiempo que aseguró que “se eligieron prendas simples, accesibles y de bajo costo”.

La directora justificó el porqué no al guardapolvo: “Es un prenda que no abriga, se engancha y se rompe fácilmente. Además, los tiempos cambiaron: antes igualaba a los que transcurren en el sistema educativo. Pero esto proviene de la Ley 1.420, y ese criterio era aplicado para un momento histórico determinado. El modo simbólico e ideológico de igualar al hijo del criollo con el del inmigrante era el guardapolvo”.

Primaria

También en el nivel primario hay casos donde el uso del guardapolvo está menguando. En la escuela Normal, el niño puede ir a clases con el delantal o bien con el equipo de gimnasia. “Lo que hemos visto es que cuesta que los padres retomen o adopten el guardapolvo, o sea que desde la familia le están diciendo que no a esa prenda”, dijo la directora María Ignacia Peart. Agregó que “esto es lo que llamamos el currículum oculto: cosas que van pasando en las escuelas, donde la sociedad también se va manifestando. El guardapolvo blanco, si el niño juega, se ensucia; está entrando en desuso”.

/// EL DATO

Guardapolvos en desuso: el éxodo de las “blancas palomitas”

En el secundario de la Escuela Normal, los adolescentes visten de jeans y buzos. El abandono del guardapolvo blanco se debatió en los ‘90.

Foto: Mauricio Garín

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Símbolo para conservar

“Seguimos insistiendo con el uso del guardapolvo blanco porque es importante. Lo tenemos como un distintivo, como algo que diferencia a nuestros alumnos del resto de los chicos. Y porque dentro de la escuela están todos iguales, es un uniforme que resulta accesible y no es tan caro. Además a nosotros nos ayuda para identificarlos y saber quiénes son los alumnos de la escuela y quiénes no”, señaló Indiana Roverano, directora de la escuela Bustos, una secundaria que mantiene a rajatabla el uso de esta prenda.

“Consideramos que el guadarpolvo blanco es una manera de unificar. Siempre fue un símbolo que, por el momento, me parece importante mantenerlo. Solamente permitimos que vengan sin el delantal y con remera blanca en el verano”, remarcó.