Reunión de obispos en Pilar

El juego y la droga, dos dramas sociales en la agenda episcopal

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José María Arancedo dijo que los problemas de la marginalidad son graves. Desde esa perspectiva, cuestionó un proyecto de ley de la diputada Alicia Gutiérrez.

Foto: Archivo El Litoral

El Arzobispo de Santa Fe participó de las deliberaciones. Arancedo dijo que ni la sociedad ni los dirigentes toman conciencia de la problemática.

 

De la redacción de El Litoral

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El consumo de drogas y el impacto del juego en la sociedad fueron los temas centrales de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. A su regreso, el Arzobispo de Santa Fe, Monseñor José María Arancedo, relató que ambos fenómenos se analizaron con el sustento de estadísticas, que dan cuenta de la profundización de las problemáticas.

“Vino gente con estadísticas nacionales e internacionales, y Argentina ya está alcanzando niveles que no pensábamos, ocupando los primeros lugares de consumo y fabricación. La droga va avanzando y dejando secuelas de destrozos humanos que preocupan mucho”, mencionó.

Arancedo advirtió que uno de los aspectos más graves del fenómeno es que “como sociedad, no somos conscientes del daño que la expansión del consumo de las drogas provoca. Por eso -señaló-, creemos que hace falta concientizar a la gente, pero también a la dirigencia para que realmente tome cartas en el asunto”.

Uno de los datos revelados en el transcurso de la asamblea episcopal que azoró a los prelados es la edad en la que empieza el consumo de estupefacientes.

“Estamos hablando de que ya se empieza a consumir en edad de la escuela primaria, algunos con ocho años; eso llama mucho al atención. Por otra parte, las estadísticas advierten que Argentina ya está segunda en el mundo en consumo de marihuana, sin una reacción política importante”, sostuvo.

Según contó Arancedo, durante las deliberaciones, no se hicieron especificaciones sobre las regiones o zonas en las que el fenómeno de la droga está afectando con mayor dureza.

“Se habló en términos generales, pero también sorprendió que obispos de provincias del interior profundo del país confirmaron que en sus ciudades ya llegó la droga. Esto debe ser un llamado de atención”, planteó.

El juego

El segundo problema social grave analizado por los obispos en Pilar, fue el de la cada vez mayor afluencia de personas de escasos recursos a los casinos.

“Este es un drama que está causando mucho daño, y que está avanzando a lo largo y a lo ancho de todo el país. Llama la atención que un casino esté abierto las 24 horas del día, los 365 días del año. Lo que se observa con mucha preocupación es que la gente que juega, no es la que tiene dinero para apostar, sino que ha llegado a los estamentos de las clases medias y bajas, de pocos recursos”, comentó Arancedo.

Con la misma preocupación, advirtió que esta tendencia “ha llevado a verdaderos dramas, con suicidios y familias destrozadas”. Al igual que en el caso de las drogas, Arancedo consideró que ni la sociedad ni la dirigencia han tomado cabal conciencia de lo que este fenómeno está provocando.

“No han reparado en el daño que esto está provocando, entendiendo el juego como emprendimiento comercial, desconectado del bien común. La dirigencia política tiene aquí una importante tarea que hacer”, destacó.

Arancedo confesó que estando en Pilar se enteró del proyecto de ley presentado por la diputada Alicia Gutiérrez para retirar imágenes religiosas de ámbitos y oficinas públicas (ver aparte).

“Me llamó la atención que mientras nosotros estábamos preocupados por un problema de marginalidad, la dirigencia política planteara ese tipo de proyectos. Me pareció que eso estaba fuera de momento”, concluyó.

“Progresismo de laboratorio”

Monseñor José María Arancedo se refirió al proyecto de ley de la diputada Alicia Gutiérrez (SI) que propone retirar imágenes religiosas de lugares y oficinas públicas.

“La presencia de símbolos religiosos tiene una razón de ser en la vida e historia de una comunidad que hay que saber leer y respetar. No se puede borrar esa historia desde una aparente actitud de progresismo cultural. Los momentos mayores de nuestra historia estuvieron marcados por una referencia explícita y pública a Dios. Pienso en nuestra Constitución Nacional, que al tiempo que abría las puertas de la Patria, no ocultaba una invocación a Dios, y presidía ese acto solemne un crucifijo, símbolo de la fe cristiana”, recordó.

Para Arancedo, “el justo orgullo de ser Cuna de la Constitución, no nos debería hacer olvidar las raíces y razones de fe de nuestros mayores. Ellos no discriminaron a nadie; su fe los hizo abiertos y respetuosos de todos”.

“También a nosotros, como santafesinos -acotó-, nos acompaña la devoción a la Virgen de Guadalupe que ha sido proclamada nuestra patrona. Negar esta presencia es, también, un acto reñido con la pacífica, religiosa y tolerante historia de nuestra provincia. Espero que en el tratamiento de este tema haya madurez histórica, respeto social y prudencia política en nuestros legisladores”. Consultado por El Litoral, dijo que plantear este tipo de iniciativas cuando aún están pendientes de solución problemas tan graves como la marginalidad, es “desviar la atención; es plantear problemas que no existen, es confrontar gratuitamente”. Arancedo consideró que esta actitud “es ajena a la sensibilidad de un pueblo. Es un progresismo de laboratorio”, concluyó.

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