FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

El aula Alberdi vuelve a tener arte

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En 1965, El Litoral daba cuenta de la inauguración del mural. Un puñado de años después, sería destruido por agrupaciones políticas. Y los militares lo anularían con capas de cemento. Foto: ARCHIVO EL LITORAL.

En ese espacio paradigmático de la Facultad de Derecho de la UNL, se inauguró en 1965 un fresco realizado por César Fernández Navarro. Pocos años después, la locura y la violencia política arrasaron con la obra. Un cuadro será emplazado en el mismo lugar, para devolverle significación a ese lugar histórico.

 

Natalia Pandolfo

npandolfo@ellitoral.com

Por allí pasaron Agustín Tosco, Conrado Storani, Jorge Abelardo Ramos. Pasó Paco Ibáñez, una noche que el Paraninfo bajó las luces pero las ganas de cantar no se apagaban. El decano actual, José Manuel Benvenutti, entrecierra los ojos y recuerda la figura de Arturo Jauretche al frente del aula. Hasta 400 personas han llegado a coincidir en esa sala histórica: se han sentado en la escalinata para participar de debates acalorados, para escuchar y rebatir, para formarse intelectual y políticamente.

Antes de los ‘70, cuando los alumnos miraban al docente, el telón de fondo era un mural de César Fernández Navarro, realizado en homenaje a Juan Bautista Alberdi. Después, cuando la racionalidad dio paso a la demencia más oscura, la obra fue destruida.

“Por un lado, queremos recuperar el patrimonio histórico de la Universidad, así como recuperamos la democracia. Lo que la intolerancia política de otros años tapaba, negaba o agredía, la democracia pretende reconstruir, recuperar, reconquistar. Yo estoy convencido de que la democracia se construye a partir del disenso”, dice el decano.

Pasaron treinta años y, con ellos, se evaporó la posibilidad de recuperar el trabajo original. Pero este año, en el marco del bicentenario del nacimiento de Alberdi, las autoridades decidieron que era una buena oportunidad para que la pared muda volviera a hablar.

LA INTOLERANCIA

“Un mural a Alberdi en la Universidad”. Con ese título, El Litoral del 18 de abril de 1965 informaba sobre los trabajos que se inauguraban en el aula magna. “La obra, de algo más de seis metros de largo por tres de altura, trata de interpretar en su concepción la figura de Juan Bautista Alberdi, jurisconsulto y político argentino que propugnara con tanto ahínco por la unidad de los pueblos de América. Bajo la técnica del fresco, el mural impresiona favorablemente, a priori, por su logrado sentido de la monumentalidad”, decía la crónica, firmada por Jorge Taverna Irigoyen.

En otro fragmento, el autor aventuraba: “Seguramente la obra -como toda obra- podrá ser pasible de críticas y de análisis con reservas por quienes ubicarían al símbolo ofrecido dentro de otras perspectivas y otros tratamientos”. Nadie imaginaba entonces que, ocho años después, el mural sería pasible de otras intervenciones: una bandera argentina atravesada a lo largo y unas cuantas pintadas lo destruirían en poco tiempo.

“La obra fue blanco de una injusta e inentendible agresión por parte de los abanderados de la intolerancia política de los años ‘70”, definen Javier Aga, vicedecano de la Facultad, y Stella Scarciófolo, directora del Archivo Histórico de la UNL.

Fue una de las tantas agrupaciones políticas de los ‘70, según cuenta el anecdotario interno, la que pintó la enseña patria que taparía la obra de arte. Después vino la dictadura y respondió a la agresión con brutalidad: tapó la bandera con cemento, y puso así la lápida definitiva sobre el mural.

NUNCA MÁS

El nuevo cuadro, a manos también de un artista santafesino (ver “Me propuse hacer algo totalmente diferente”), estará “de ahora en más y para siempre, como la nueva democracia que los argentinos decidimos reconquistar”, explican Aga y Scarciófolo. Ése es el sentido que se pretende dar a la obra, que será una relectura actualizada del original, basada en contenidos históricos y estéticos proporcionados por los propios docentes y responsables de áreas artísticas de la universidad.

En el mural del ‘65 están representadas la generación del ‘37; la idea predominante del ferrocarril (“cuando Sarmiento termina la presidencia, además de hacer una escuela cada dos días durante seis años, la cantidad de vía instalada en Argentina era superior a la que había en toda América”, explica Benvenutti); la inmigración (alemanes, judíos, turcos); el gaucho.

“Y le hemos agregado, en función de la Reforma Constitucional del ‘94, la impronta de los pueblos originarios. Hemos tratado de integrar figuras que no estaban en el cuadro original, donde prevalecen las ideas alberdianas de orden, desarrollo, trabajo, y la inmigración como factor para lograr todo eso. En realidad, toda esta generación no veía al indio y al gaucho como mano de obra apta para generar progreso. Por esto, hemos pretendido integrarlos, en función de la realidad cotidiana y del mundo multicultural que vivimos hoy”, sostiene el decano, y añade: “Creo que en los próximos 40 ó 50 años vamos a vivir un reacomodamiento de la sociedad, en función de nuevos parámetros: ciertos estándares mínimos de derechos humanos para todos, reconocimiento de la diversidad, tutela del ambiente. Hay cuatro o cinco puntos que en el constitucionalismo de hace algunos años no se tenían en cuenta y que ahora son innegables”.

La nota de El Litoral de 1965 terminaba con la consigna: “Un nuevo esfuerzo que merece realizarse”. Cuarenta y cinco años después, con el viento de la historia soplando para otros rumbos, la apuesta artística y política se renueva.

Mirada

Stella Arber, la directora del Museo de Arte Contemporáneo de la UNL brindó algunos detalles técnicos de la obra que será emplazada.

“Fue encargada al artista plástico de nuestra ciudad Luis Gervasoni, por su largo y premiado trayecto en este medio, y dadas las características de sus planteos pictóricos que responden al realismo historicista que se pretendía en esta obra”, destacó.

“En todo momento, las autoridades de la Facultad de Ciencias Jurídicas solicitaron que se recree el contexto sociopolítico en cual se desenvolviera Alberdi. Se tuvo en cuenta el gran valor que éste le otorgara a los pueblos originarios, de acuerdo con su visión sobre la unión americana”.

Se realizaron cuatro bocetos de la totalidad de la obra: el primero con figuras algo estáticas, un segundo alternativo con algunos personajes en acción de trabajo, y el tercero y cuarto, definitivos, con una mixtura de los mismos.

Arber especificó que “en la primera parte, leyendo la obra desde la izquierda, aparecen personajes miembros de la llamada generación del ‘37 y del salón literario, espacios que Alberdi integró destacadamente y que fueran una trinchera intelectual contra el rosismo, y que reivindicaban los ideales de los hombres de mayo. Ello son Esteban Echeverría, Marcos Sastre, Nicolás Avellaneda y Juan María Gutiérrez”.

“En el centro de la composición, la imagen madura y reflexiva de Alberdi que, mirando al observador, oficia de portal para visualizar las otras partes del tríptico en donde se plasman las más caras ambiciones de su pensamiento: el desarrollo y la modernización argentina favorecida por las corrientes inmigratorias, el trabajo y la educación dentro de un orden constitucional de la nación”.

“En la segunda parte (paño central) se representa una de las primeras formaciones ferroviarias, familias de inmigrantes italianos, españoles y la figura de un colono horquillando el campo”, describió.

“El paño final muestra a un inmigrante turco, obreros colocando rieles del ferrocarril, inmigrantes alemanes y judíos junto a una escuela rancho, y un pequeño grupo de criollos observando desde una ronda de guitarra a los nuevos pobladores y a la actividad que el desarrollo genera tan vertiginosamente. Por otro lado, representando a los pueblos originarios, se encuentra el indio plantado en su tierra, observando”.

Para la directora, todo el conjunto “genera una visión realista de carácter historicista; y trata de representar hoy aquel contexto, suelo y cielo argentino: el arribo de las primeras corrientes inmigratorias y el desarrollo, por el trabajo que éstas ayudaron a forjar, del orden institucional que generó la constitución de 1853 para nuestro país y que fuera inspirada en las bases de Alberdi”.


Inauguración

El acto se realizará el viernes 3 a las 21.

Al culminar, tendrá lugar la tradicional cena de fin de año de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Para reserva y compra de tarjetas, los interesados pueden comunicarse al e-mail: ceremonial@fcjs.unl.edu.ar.

El aula Alberdi vuelve a tener arte

Se trata de una obra pictórica de carácter muralístico, de 6 metros de largo por 2 de ancho, conformada por tres cuerpos de dos por dos. Será amurada a la pared del aula Alberdi, para conmemorar el bicentenario de su nacimiento. Foto: GENTILEZA UNL

“Me propuse hacer algo totalmente diferente”

“Es la obra más grande que he pintado, y la más importante hasta ahora. Es muy fuerte saber que este cuadro va a estar para siempre presidiendo ese espacio”, dice Luis Gervasoni.

En su casa de barrio Alfonso, la mesa es un abanico de pinceles. Cuadros, bocetos y atriles son parte del mobiliario. Con el celo propio de su profesión, Luis no permite a nadie acercarse a la obra hasta que el pincel se despida definitivamente del lienzo.

A sus 52 años, reconoce los nervios por tener en sus manos la responsabilidad de este trabajo. Recuerda una situación similar, hace poco tiempo, cuando pintó el cuadro del salón de actos de la Escuela Industrial, pero asume que éste desafío es mil veces mayor.

El proceso de trabajo comenzó en junio: desde entonces ,el tiempo pareció correr más rápido. Cuando aceptó la propuesta, se pasó una semana leyendo, buscando ideas, formas, historias. Con los días aparecieron los primeros bosquejos. A principios de julio, asomaban los primeros trazos.

TRAYECTO

Maestro mayor de obras, la experiencia de Gervasoni con el dibujo era limitada: se acercaba más por hobby que por otra cosa. Hasta que un día descubrió, de la mano de algunos maestros, que los colores lo habían atrapado. “Hoy lo siento como una pasión, como algo que me consume”, afirma.

Luis estudió dibujo con Lausen Freyre Beñatena y, en 1999, comenzó a exponer. Desde entonces, participó en numerosas muestras, individuales y colectivas, en distintos puntos del país. Actualmente, dirige talleres de dibujo y pintura en la ciudad; y ha recibido premios en salones nacionales de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires.

“Trabajo en todos los momentos libres, aunque prefiero la noche”, cuenta. También habla sobre los días nulos, ésos en los que los segundos parecen andar apurados y la inspiración juega a las escondidas.

A la limitación del tiempo se sumaba la del espacio: un cuadro de seis metros de ancho resultaba incómodo para cualquier ambiente. Se decidió acotar la altura a dos metros, y dividir el ancho en tres partes.

Luis alcanzó a conocer a César Fernández Navarro, aunque nunca habló personalmente con él. “Su obra -todo ese movimiento del grupo Setúbal, junto a Supisiche, Matías Molina, esos artistas que hicieron una revolución en los ‘60- tiene un valor muy grande para el arte santafesino: son referentes insoslayables. Por eso dudé bastante al principio, cuando surgió esta iniciativa. Y por eso me propuse hacer algo totalmente diferente”, define el artista.

Padre de la Abogacía

“Alberdi nace con la patria”, dice el decano Benvenutti, y la figura no es retórica sino literal: Juan Bautista llegó al mundo en Tucumán el 29 de agosto de 1810, pocos meses después de la Revolución de Mayo.

Su mamá murió poco después del parto; su papá, antes de que el chico cumpliera diez años. Logró estudiar el Bachillerato en Derecho en Córdoba, la Universidad más antigua del Virreynato del Río de la Plata. A pesar de que nunca se recibió de abogado en la UBA, como afirman algunos, es conocido como el padre de la abogacía argentina. “Es uno de los hombres que conoce la Argentina profunda”, dice Benvenutti.

Jurista, político, economista, escritor, Alberdi funda el Salón Literario de Marcos Sastre (es lo que aparece, de alguna manera, en el primer paño de la obra de Fernández Navarro). Ellos son la generación del ‘37: Alberdi, Marcos Sastre, Juan María Gutiérrez. “Alberdi estará 40 años fuera del país, y será uno de los primeros hombres que tiene un contacto con el mundo exterior. Lo mismo le pasa a Sarmiento: debe ser el único prócer argentino con monumento en Estados Unidos, en uno de los bulevares de Boston”, define el docente.

“Una de las discusiones de época es respecto de los criterios de Alberdi sobre la organización nacional, que trasunta en base; y la réplica enojada, furiosa, de Sarmiento, que le contesta que ha traicionado el espíritu de la Constitución americana”, explica.

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Luis Gervasoni trabaja en su casa-taller de barrio Alfonso. La obra está realizada en acrílico sobre tela. Foto: GENTILEZA UNL

Artista de lo cotidiano

 

César Fernández Navarro nació en Bahía Blanca en 1909 y murió en Santa Fe en 1992.

Estudió dibujo y pintura en Zaragoza, España, con el maestro Abel Bueno Gros. En Bilbao integró el grupo de pintores de la Asociación de Artistas Vascos y participó en muestras colectivas y personales.

Una vez regresado al país, su primera presentación fue en “Amigos del arte”, en Capital Federal. Se instaló en Santa Fe en 1940: desde entonces, sería cautivado por la geografía del paraje litoraleño.

Así lo confirman las pinturas que envió a los certámenes colectivos y muestras personales: el Litoral le ofreció las dilatadas playas, la sugestiva belleza de los arroyos, las islas matizadas de verdes, con moradores arraigados al medio, hombres, mujeres y niños en la faena cotidiana.

“Mujeres recogiendo leña”, “Trasmallo”, “Lavandera”, “Revisando redes”, “Atardecer gris” y “Mercado paraguayo” son algunas de sus obras más destacadas.

En 1949 viajó por segunda vez a España y expuso en Zaragoza, Bilbao y Madrid. En 1966, repitió la gira por ese país, y realizó nuevas muestras. Tres años después, presentó sus obras en la Galería de Arte de Londres.

Reconocido con gran variedad de premios y distinciones, sus murales embellecen edificios públicos y escuelas de la ciudad, y su obra se encuentra en museos de todo el país y de Europa.