Con un tema fundante

Por Graciana Petrone

“Mi madre sobre todo”. Antología. Selección de Gloria Lenardón y Marta Ortiz. Editorial Fundación Ross. Rosario, 2010.

Resulta indiscutible que la figura materna genera sentimientos intensos. A menudo también abre senderos resbaladizos por donde transitan desencantos, odios, pasiones, infortunios, adoraciones y orfandades. Los cuentos reunidos en la antología Mi madre sobre todo, a través de la heterogeneidad de plumas de reconocidos autores y múltiples miradas, demuestran que de las más variadas sensaciones jamás surgirá la indiferencia. La obra corresponde al primer título de la colección Narrativas Contemporáneas, a cargo de las escritoras Marta Ortiz y Gloria Lenardón, que publica la Editorial Fundación Ross.

Una de las premisas de la colección fue “arrancar con un tema fundante”, como lo es la madre. “Es un buen símbolo para un inicio asegura Ortiz pero bajo la tutela de la mirada almodovariana, para intentar salir del estereotipo dominante”. No en vano, entonces, la hibridez de formas y contenidos constituye el eje que atraviesa los relatos. Tampoco hay lugar a dudas de las innumerables maneras con que los autores idealizan, evocan, describen o perciben a las protagonistas de sus cuentos. “La madre da para todo señalan las coordinadoras y dada su generosidad, da también a la lengua”.

El ordenamiento de los relatos no fue arbitrario, ya que los autores aparecen en el libro por orden alfabético. De este modo, el primer cuento, Como si fuera hoy, pertenece al periodista y escritor Osvaldo Aguirre, quien describe, en una puesta realista, a una madre que intenta reunir sus memorias en un diario. Luego, María Teresa Andruetto narra los momentos de una hija en plena partida de su casa materna, con el consecuente dolor, pero también con la rebeldía que la ruptura impone. Jorge Barquero realiza una construcción impecable en Visitas de 15 a 17, donde utiliza una suerte de juego gramatical complejo del que sale completamente airoso. Su cuento es un diálogo intenso que mantiene una madre con su hijo, junto a la cama de un hospital.

Oliverio Coelho da vida a Mario, un desempleado que vive con su madre en una pieza rentada y cuyos únicos ingresos provienen de la pensión que la mujer recibe, pero todo puede cambiar cuando un desconocido irrumpe en la escena, con una extraña propuesta. Para toda la eternidad, de Mempo Giardinelli, obliga al lector a sumergirse en los terrenos del terror cuando al morir la madre de Felipe, éste decide practicar una especie de rito escalofriante en un cementerio, motivado por un desconcertante impulso por reunir a sus padres.

Eva, Patria o Naturaleza; para Angélica Gorosdicher todas ellas encarnan la figura materna, postura que sostiene en un coloquio visceral y con vehemencia apasionada en su relato Madre no hay una sola. En Acuarela trágica, de Liliana Heer, Anner evoca el día del velorio de su madre y muestra, en forma descarnada, los cambios dolorosos en los roles familiares, con el paso de los años, a raíz de la pérdida. Luego Patricio Pron recrea el periplo de un hijo que intenta descubrir un pasado materno que desconoce, aunque la verdad le devuelva una imagen que, tal vez, no hubiera deseado conocer jamás.

Guillermo Saccomano ratifica una diversidad indiscutida de voces y miradas al contar de qué manera una familia porteña vive la muerte de Evita, entre la admiración y el rechazo de sus distintos integrantes. Pero no todo es idolatría y, por eso, Luisa Valenzuela rompe ciertos mitos y entrega un cuento profundo y psicológico que mantiene en vilo al lector y en el que desnuda la compleja dicotomía del amor-odio. Como un recuerdo nítido, pero lejano, Susana Szwarc retrata a una madre que pone en escena su dolor. Por último, Irma Verolin cuenta la historia de una mujer que perdió a su madre siendo niña y, para ello, se reencuentra con su hermana mayor luego de muchos años, aunque sólo logre que su madre “muera por segunda vez”.

Mi madre sobre todo es una entrega ambiciosa que conjuga la diversidad de estilos y la pluralidad de voces de un selecto grupo de escritores, en donde cada uno elabora, desde su percepción, un sentir diferente. No es casual que en el prólogo de la obra, las coordinadoras de la colección señalen que el amor, el humor, la muerte, el exotismo o el misterio forman parte del condimento que altera la comedia humana. “La letra que da vida a este libro dicen Ortiz y Lenardón crece como un gran animal fantástico”.

Constituye el primer título de la colección Narrativas Contemporáneas (el segundo será El río en catorce cuentos, cuya publicación está prevista para el mes de marzo, en 2011). En una apuesta federal, la Editorial Fundación Ross convocó, en esta ocasión, a prestigiosos autores de distintos puntos del país. Las fotografías de la portada y contratapa son de Cecilia Lenardón, quien realizó un montaje especial que augura, mediante un fascinante juego de luces, sombras y dimensiones dispares, la infinidad de sensaciones que provocarán cada uno de los cuentos antologados.

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foto: cecilia lenardón

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