Ciudadano de la eternidad

¿Qué habrá significado la tristeza para el padre Atilio Rosso? ¿Qué cosas lo habrán conmovido? ¿Cómo habrá superado las situaciones dolorosas? Una charla intimista con estudiantes universitarias, que se concretó en setiembre de 2009, aporta algunas respuestas para conocer mejor al hombre que, HASTA EL DÍA DE SU MUERTE, puso el foco en los barrios más humildes de la ciudad.

TEXTOS. UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA FE Y REVISTA NOSOTROS. FOTOS. EL LITORAL.

Ciudadano de la eternidad
 

EN UNO DE LOS BARRIOS DONDE TRABAJÓ JUNTO A LOS SIN TECHO, EL MOVIMIENTO QUE FUNDÓ.

El 19 de setiembre de 2009 un grupo de alumnas de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe entrevistó al padre Atilio Rosso, en el marco de la “Investigación fenomenológica sobre espiritualidad en adultos mayores”. Rosso tenía entonces 79 años.

El 23 de abril se cumplió el primer aniversario de la desaparición física del fundador del Movimiento Los sin Techo y aquellas reflexiones vertidas por el sacerdote, de las que extraemos algunos fragmentos, bien valen como homenaje.

- ¿Qué cosas disfruta a lo largo del día?

- Hay un mundo interior, de soledad.que me hace muy feliz. Y prácticamente vivo todos los días muy extrovertido, tengo mucho movimiento; pero cuando tengo esos pequeños espacios que me tomo a la siesta o a la noche me encuentro conmigo mismo y me da una cierta alegría de la vida.

- ¿Durante el día pasa más momentos de alegría o de preocupación o tristeza?

- No, la tristeza en mi vida no existe porque yo sigo a Jesucristo y los tiempos están cumplidos; no existe más el tiempo en la eternidad, y en la eternidad no se puede vivir triste ¿entendés? Yo a la palabra tristeza la he sacado de mi vida. Problemas, cruces, enfermedad, muerte existen, pero no existe la tristeza.

- ¿Y qué es para usted la tristeza?

- La tristeza es aquella insatisfacción que tiene el hombre porque cree que ha sido defraudado en la lealtad, en la amistad, en el amor, en el trabajo, en la sociedad. O sea, aquellas cosas que uno planificó de una manera y cree que es inmerecido lo que le está pasando.

- ¿Para usted es una preocupación constante en su vida el bienestar del otro?

- Es la vocación esencial; la vocación de servicio es una esencia y no hay que equivocarse nunca porque servir a los demás no significa cobrar la retribución de la afectividad (...).

- ¿Y en algunas ocasiones posterga sus propias necesidades por algún otro, por el bienestar de otro?

- Procuro que sea la esencia de mi vida. No puedo hablar de que “soy así”, pero es la razón de mi vocación.

- A lo largo de su vida, ¿cómo ha hecho para superar situaciones dolorosas?

- (...) Todo dolor tiene su lectura, mi fe encuentra una resultante que es Jesucristo y hago una lectura desde allí. Entonces, mis sufrimientos son muy pocos con respecto a lo que hizo Cristo por mí.

- ¿Vive de otra manera las experiencias de dolor en esta etapa de su vida?

- No, yo creo que cuando resuelvo mi existencia a la luz de la fe en Cristo hay un vuelco. Yo vivo la eternidad, no vivo el tiempo. Entonces, mis capacidades, mis talentos, mis errores, mis aciertos van tomando una lectura distinta. Soy un ferviente hombre que cree en la alegría de la muerte. No juego a la carta “yo no sé lo que hay mas allá”. Yo ya sé lo que hay más allá, morir es encontrarme con Cristo. No niego la muerte, la muerte para mi es la alegría y de ahí hago una lectura existencial para todos los acontecimientos. Para la enfermedad también; tuve muchas enfermedades grandes, infarto, aneurisma, perdí el ojo por la trombosis (...). Es difícil entender la vida porque uno la niega, la vida es mi encuentro en la alegría de la eternidad. Ésto es un tiempo muy pequeño de la historia del hombre, del mundo y yo no puedo ponerme en el centro; mi vida no define nada, es una cosa pequeña. Lo único que me alegra es que Cristo me concibió en el seno de mi madre, me acompañó a la vida, entonces son lecturas de un hombre que tiene la dinámica de la fe. No digo que esta es la regla para todos los hombres, yo digo “para mí es eso”. Con la ancianidad, yo vivo hoy como si tuviera 30 años, con mis límites, si: no puedo caminar mucho, no puedo manejar más porque sería algo ilógico poner en riesgo a otras personas. (Pero) la espiritualidad mía es la misma que cuando tenía 30, mi encuentro con Cristo es el mismo. Por eso, hablar de la espiritualidad del anciano o del adulto mayor... No soy anciano, soy un hombre de eternidad. La palabra anciano me habla de un hombre terminal, y yo no soy terminal... soy un ciudadano de la eternidad.

- ¿Puede pedir perdón si se equivocó?

- Sí, lo que pasa es que una cosa es diferir de criterios; si voy construyendo de la vida y vos pensás distinto no tengo por qué pedirte perdón. Comprensión, todo lo que quieras, pero yo creo que cuando hiero a la otra persona sí (le pido perdón).

- ¿Y piensa que la vida le debe algo?

- No, yo la sigo a la canción esa “gracias a la vida que me ha dado tanto”

- ¿Y por qué cosas está más agradecido?

- Por la vida. Creo que el hombre de hoy no asume la vida como una riqueza, como un don, como un regalo. El hombre de hoy ni se plantea el problema “nací”. Entiendo que yo no decidí vivir, alguien decidió; para mí fue Dios quien me invitó a la vida. El que no cree dará otra explicación, pero la vida para mi es saber que soy un ciudadano de la eternidad. Me parece que la riqueza de la vida vale más que todos mis dolores.

- ¿Cree que en esta etapa de su vida puede seguir aprendiendo de los demás?

- Si, no me alcanza el tiempo para aprender. Uno nota que la capacidad para aprender, razonar, pensar, se agota. Uno está dando signos de alarma, pero todo los días uno aprende y esa es otra bendición, yo siempre busqué maestros, tuve maestros de la vida excelentes. Es imposible que deje de recordar a la maestra de 3º grado, al profesor de 4º año; marcaron el horizonte de mi vida. También hubieron grandes políticos: Frondizi que me recibió, me atendió, me corrigió trabajos y que me abrió la cabeza. Hoy, cuando vislumbro a alguien que puede enseñarme a hacer una lectura interesante de lo que sucede, golpeo la puerta, no tengo problema.

- ¿Es capaz de pedir ayuda si lo necesita?

- Si, totalmente, y más para hacer una lectura del mundo moderno.

- ¿Qué cosas a usted lo conmueven o sensibilizan?

- Para mí la miseria es lo más trágico, la madre que está rodeada de hijos, que no tiene un pan para darles a la mañana. Y cuando pasa la enfermedad es muy brava en la miseria.

- ¿Y lo movilizan a hacer algo o a tomar una actitud?

- Uno siente que siempre podría estar haciendo más de lo que hace, pero hay límites... de la voluntad, de la capacidad, económicos. Lo único que tenés es resignarte y orar, asumir realmente una mirada espiritual que involucre la oración (...) Y muchas veces te podés tentar con ideologizar la cosa, convertirte en caudillo... Jesús no fue caudillo, no fue líder, murió como el último de los hombres.

- ¿Siente que lo que le sucede durante el día son accidentes, casualidades o usted le da un significado más trascendental?

- Yo soy providencialista: no se cae un cabello de tu cabeza sin que Dios lo sepa.

- ¿Usted piensa que lo que ha construido hasta este momento en su vida va perdurar aun cuando usted ya no esté?

- No me preocupa, yo no creo en las obras eternas. Pensar que lo que hice es eterno, o seguirá, es endiosarse un poco. En la vida fui un instrumento, válido o no, el tiempo lo va decir.

- ¿Alguna vez vivió alguna experiencia mística o un contacto espiritual profundo?

- Si, lo que pasa es que yo me considero converso. Nací en familia católica, pero hasta que no hice una conversión nunca... era light... en mi vida la fe era un dato más. En cambio hoy la fe es mi vida.

- ¿Podría describirme algunos defectos y virtudes suyas?

- Como San Pablo, hago el mal que no quiero y no puedo hacer el bien que quiero, eso es el hombre. Siempre la vida te trae incógnitas a resolver y cuando resolvés la ecuación no sabes si la resultante la hiciste bien o la hiciste mal. Y muchas veces la inteligencia estéril por el pecado original, te presenta una verdad que tiene errores. Por eso uno no puede decir “yo soy la verdad”, por eso uno muchas veces quiso hacer el bien e hizo el mal.

- ¿Usted se conoce más ahora que cuando era joven?

- Si, por lo menos a muchas cosas ya les he puesto el nombre. Yo fui favorecido en la vida, porque nunca nada me atrapó. Es raro que no haya algo con lo que yo piense, “si pierdo esto, pierdo...”. Hace un tiempo no encontraba la foto de mi mamá embarazada y lloré como un chico porque la foto de mi mamá significó muchísimo en mi vida. Me la había olvidado en un taxi, después el hombre me la trajo de vuelta.

- ¿Usted suele concordar con los mandatos sociales o suele actuar y pensar diferente?

- (Risas) Trato de ideologizar lo menos posible, la lectura que yo hago es que cada uno es mi hermano. Entonces, ahí está la ley que me rige; en función de eso, me muevo. Con los pobres tengo ideas clarísimas, yo a los pobres lo único que tengo que hacer es acompañarlos. El pobre es una categoría bíblica, no es una categoría sociológica. El hombre que es discriminado, que vive en la miseria es lo que tengo que acompañar, y usarlo ideológicamente me parece medio cachafaz.

- ¿Cree que en su vida pasó de ver las cosas de manera blanco o negro a tener más en cuenta los grises?

- No, más vale veo más blanco-negro ahora (risas). Creería que una característica que me marcó la vida es el blanco-negro y todos los grises son a regañadientes.

- Para finalizar quisiera preguntarle ¿qué es para usted la espiritualidad?

Esà para mí modo de ver, meditar acerca de ¿Que significa para mi vida que Dios se haya hecho hombre?, es eso.

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“EN LA VIDA FUI UN INSTRUMENTO, VÁLIDO O NO, EL TIEMPO LO VA A DECIR”, decía atilio rosso a estudiantes de la universidad católica.

+datos FICHA TÉCNICA

La entrevista fue realizada el 19 de setiembre de 2009. El equipo de trabajo estuvo formado por Florencia Arrúa, Liza Belén Furlani, Paula Kratje, Yamile Ivette Labath y María Beatríz Vicario. Fue en el marco del Seminario de Investigación, a cargo del Prof. Lic. Edmundo Ricardo Arias, de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Católica de Santa Fe.

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