Experiencia pionera en Latinoamérica
Experiencia pionera en Latinoamérica
En el Iturraspe funciona la primera escuela para madres
Es un proyecto de la Escuela República de México, que instaló un aula en la Casa de las Madres del hospital. Asisten cerca de 20 mujeres, que tienen a sus bebés internados en Neonatología.
En clase. Las mamás aprenden desde los números hasta educación sexual. También se habla de violencia contra la mujer y de la importancia de la familia. Foto: Luis Cetraro
Agustina Mai
Son mamás que viven en la Casa de las Madres porque sus bebés están internados en Neonatología del Hospital Iturraspe. Toda la angustia y la impotencia que sienten a diario son dejadas de lado, al menos por un rato, durante las clases que da María Inés Pernuzzi. Se trata de una experiencia novedosa en Latinoamérica: un aula para madres en un hospital.
“Ésta es un aula diferente, un aula laboratorio. Estamos siendo pioneros en este trabajo y la problemática superó todas las expectativas”, afirma Pernuzzi, docente de la escuela para adultos República de México, y al frente del proyecto “Aula corazón: un puente saludable hacia la escuela”.
“Vine una vez: me gustó y sigo viniendo. Hago un montón de cosas y me hace olvidar lo que pasó adentro de la Neo”, dice Mariana González, que está hace dos meses en la Casa de las Madres. “No me gustan las manualidades, pero acá me entretengo”, agrega Carolina Mansilla, otra mamá que lleva más de dos meses en el hospital.
“En un primer momento se pensaba en alfabetizar, pero en contacto con las mamás ves todas las necesidades que hay... Y en el tiempo que pasan en la Casa de las Madres, que va desde una semana hasta cuatro meses, nadie se puede alfabetizar ni terminar la escuela primaria”, explica Pernuzzi. Por lo tanto, el proyecto se propuso hacer de nexo entre las escuelas cercanas al lugar de origen de las mujeres -muchas son de otras localidades- y las potenciales alumnas.
Durante tres horas diarias, María Inés es más que una maestra: es un sostén muy importante para las madres-alumnas. “Lo primero es darles contención emocional porque están en una situación muy complicada. Muchas son adolescentes y se sienten culpables de tener a sus bebés internados y temerosas de haber dejado a sus otros hijos al cuidado de otros. Hay mamás que se van con sus hijos en sus brazos, pero otras no. Acompañar el duelo también es complicado”, comenta Pernuzzi. Además, algunas madres tienen que sobreponerse al desarraigo, ya que son oriundas de Vera, Avellaneda, Margarita, Ceres y Olmos, entre otras localidades.
En clase se dan distintos temas, realizan diferentes actividades y se fomenta el diálogo. “Lo que vemos es ilimitado porque depende de la necesidad de cada una. Tengo una carpeta enorme, que fui armando con todo lo que ellas necesitan aprender: desde educación sexual hasta las letras y los números; otras necesitan aprender a firmar, cómo educar a sus hijos, qué hacer ante una complicación respiratoria o sobre enfermedades raras que tienen los nenes. También trabajamos mucho el tema de la violencia contra la mujer y la importancia de la familia”, detalla la docente.
El dibujo y las manualidades son las actividades que más les gustan. “Ellas dibujan souvenirs para sus bebés; también pintan mandalas, que les ayudan a relajarse. Mientras tanto, yo les leo y les hablo”, dice María Inés.
“La maestra nos trae información sobre lo que preguntamos. Hablamos más con ella que con los médicos. Ella nos busca la información en Internet y después hablamos de los temas para estar preparadas”, explica Mariana. “A veces las situaciones me desbordan porque para mí las alumnas no son un número, son personas que me llegan mucho al corazón”, asegura María Inés.
Esta docente les transmite las ganas y la importancia de aprender. “Cuando las chicas se van no son las mismas que cuando llegaron: todas se llevan algo para transmitir a sus familias. La semilla se pone, pero en educación los resultados son siempre a largo plazo”, señala Pernuzzi.
En Mariana -que dejó la secundaria- y en Daiana Otero -que no hizo la primaria- esa semilla está empezando a brotar. “Cuando estoy acá, me dan ganas de volver a la escuela para terminar”, concluye Mariana.
Vine a hacerme un control y me hicieron una cesárea. Máximo nació con 1,365 kilogramos Estar en clase te hace olvidar de lo que pasás adentro de la Neo”.
Mariana González
19 años
La maestra nos habla y nos enseña cómo nosotras mismas podemos relajarnos y controlar esa angustia que sentimos por el momento que estamos pasando”.
Romina Reniero
34 años
Lo primero es darles contención emocional porque están en una situación muy complicada. Muchas se sienten culpables de tener a sus bebés internados”.
María Inés Pernuzzi
Docente del Aula Corazón.