ENTREVISTA CON SANDRA ISABEL SOUTO KUSTRIN

“La juventud es una construcción sociocultural”

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Sandra Isabel Souto Kustrin, en la Facultad de Humanidades de la UNL: “La juventud está atravesada por todas las divisiones sociales, económicas, políticas y culturales que hay en la sociedad”.

Foto: Amancio Alem

Las movilizaciones estudiantiles de los ‘60 y los ‘70 llamaron la atención sobre los jóvenes como grupo social y motivaron los primeros estudios. Una categoría asociada con la dinámica de las ciudades y que comparte tanto parámetros comunes -no necesariamente de edad- como sustanciales diferencias. La visión de una especialista.

 

Nancy Balza

¿Cuándo comenzó a definirse a la juventud como sujeto social? ¿En qué momento se transformó en objeto de estudio? ¿Cómo incide el contexto social y económico en el desarrollo de esta etapa? Algunas respuestas a estos interrogantes ofreció la investigadora española Sandra Isabel Souto Kustrín (Instituto de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, Madrid), a cargo del posgrado que organizó, para los primeros días de agosto, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL. Muchas más respuestas que las vertidas a El Litoral, al cabo de dos intensas jornadas de trabajo que la dejaron casi sin voz y, aún así, predispuesta al diálogo.

—¿Cuándo comenzó a estudiarse la juventud como tal?

—Como objeto de estudio, la juventud se empezó a abordar en el ámbito académico a partir de los movimientos juveniles de los años ‘60 y ‘70. Empezaron por ser estudios muy contemporáneos, por decirlo de alguna forma, centrados en la movilización estudiantil que se producía en ese momento y a partir de ahí se empezó a evolucionar hacia el estudio histórico. Obviamente la evolución de estos estudios fue distinta: en Europa, por ejemplo, empezó por el caso alemán. Por un lado, porque en Alemania es donde los movimientos juveniles surgieron de forma más temprana, después de la conferencia de Viena de 1815. Ya desde finales del siglo XIX se organizó en ese país un movimiento juvenil de clase media excursionista, de tiempo libre, etc., organizado por los propios jóvenes y que, en este sentido, fue el primero que existió en Europa. A partir de ahí, con distintos ritmos en función de las diferentes historiografías, se ha ido estudiando en otros países europeos. En España se puede decir que casi estamos empezando, y ha habido sobre todo estudios de las organizaciones o de la movilización política de los años ‘20 y ‘30; en Francia se está estudiando bastante, al igual que en Austria. De América Latina conozco menos.

—¿Desde qué momento opera una definición de juventud?

—El 99 por ciento de los investigadores consideran que la juventud, más que delimitarse sólo por la edad física o biológica, es una construcción sociocultural. Entonces, no se pueden establecer fechas claras. Pero se puede decir que se configuró como grupo social en Europa, porque es un proceso que está determinado por el desarrollo económico y sociopolítico de los distintos países. La primera zona de desarrollo industrial, económico y social de modernización en sentido amplio fue el continente europeo. Entonces, se puede decir que se empezó a conformar a partir de finales del siglo XVIII o principios del XIX y que alcanzó el punto que -en general, con matices y diferenciaciones- tiene actualmente, en el período entre las dos guerras mundiales. ¿Por qué hablamos de una configuración cultural de la juventud que no existía antes? No porque no hubiera jóvenes como grupo de edad, sino porque la juventud como un período de aprendizaje, de elección de opciones personales, de irresponsabilidad en cierto sentido, no existía antes (baste mencionar las diferencias en la edad penal que se han establecido a partir de la modernidad). Surgió al configurarse el mercado laboral capitalista y al establecerse, en distintos países en función del desarrollo, una diferenciación entre niños y jóvenes para definir la edad en que se podía entrar a trabajar. Además, al hacer falta, con el desarrollo técnico e industrial, una mayor formación para el trabajo, se establecieron sistemas de educación obligatoria que se fueron aplicando con el paso del tiempo. En un primer momento fue la educación primaria obligatoria y, después, la secundaria. En cambio, podemos tener en cuenta que antes del siglo XVIII -más o menos- con los comienzos de la industrialización, los jóvenes no necesitaban aprender para acceder a un oficio. En las sociedades rurales, por ejemplo, los niños pasaban a trabajar con sus padres a partir de los 7 u 8 años. Contamos también con que, a partir de esas fechas, al ampliarse los grandes núcleos urbanos y concentrarse sobre todo mucha población joven, que es la que normalmente marcha a trabajar, los jóvenes se convirtieron en un grupo concentrado en las ciudades.

—¿Qué ocurrió a partir de ese momento?

—Fue en ciudades donde se vio la necesidad de proteger o controlar a los jóvenes porque eran más independientes al no vivir con la familia, al estar trabajando; al tener trabajos, aunque fueran escasamente remunerados. Fue también a partir de ese momento cuando se empiezan a desarrollar formas de ocio comercial, aunque no se tratara de las actuales: la literatura de folletines que permitía una mayor lectura de la gente, la radio, el cine y otras expresiones estaban también dirigidas hacia los jóvenes. Por eso se habla en general de que es una construcción sociocultural. No se puede negar que había gente en la Edad Media que sabía leer y escribir, ni que había ejércitos antes de la Edad Moderna. Pero la idea del Ejército Nacional, de un servicio militar obligatorio no existía antes. Porque en la Edad Moderna -por ejemplo- no había ni límite de edad para la entrada al ejército ni ejércitos nacionales que obligaran a todo el mundo. No había tampoco en las universidades límites de edad, aunque éstas ya existieran. Y esto es lo que conformó a la juventud como un grupo muy amplio aunque heterogéneo. Y, conformarse como grupo, es lo que llevó también a que los gobiernos empezaran a desarrollar políticas específicas hacia los jóvenes.

—Existen distintas juventudes en diferentes contextos.

—No sólo en diferentes contextos. Dentro de un mismo país, la juventud está atravesada por todas las divisiones sociales, económicas, políticas y culturales que hay en la sociedad; incluso en un mismo período de tiempo. El mismo desarrollo de la juventud como un grupo social tampoco se produjo de una forma lineal en todos los grupos de edad. Entonces, fue “más fácil” que pasaran a adoptar una vida más independiente, a tener que tomar más decisiones o que tuvieran más capacidad de acceso al ocio, primero los jóvenes de las clases más altas o pudientes; primero los jóvenes del mundo urbano que los del ámbito rural; primero los hombres jóvenes que las mujeres jóvenes. Y si bien la idea de juventud que tenemos ahora pueda estar más globalizada y ha estado bastante asentada en el período de entreguerras, obviamente a cada etapa histórica le corresponde una visión similar pero distinta de los jóvenes. En España, ahora mismo se está diciendo que la juventud llega hasta los 35 años. Porque si se define como capacidad de lograr la independencia económica, de tener una familia, una casa, y el nivel de aprendizaje que hay que llegar a adquirir, mucha gente no se independiza hasta después de esa edad. Porque si te pones a hacer una carrera puedes acabar a los 30 años y si no estás haciendo una carrera pero sí un trabajo de lo que en España se llaman de “mileuristas”, es decir con muy poco dinero, tampoco te puedes independizar cuando el alquiler o la hipoteca de un piso puede costar 600 euros. Entonces, es cierto que no existe la misma idea de juventud en todos los sitios ni la juventud es uniforme, ni siquiera en el mismo país ni en el mismo período histórico. Pues si hablamos de los niños africanos que se están muriendo de hambre, y empiezan a trabajar en lo que pueden, aunque sea recogiendo fruta a los 8 años, ellos no viven esa etapa como juventud.

 

Del ocio a la politización

—A tal punto existen diferentes ideas de juventud que, por un lado, son valorados en la gestación de movimientos que buscan un cambio y, por el otro, aparecen como un mero objeto de consumo.

—Sí, pero a la vez estas perspectivas están, de alguna manera, interrelacionadas, al menos históricamente. A los alumnos del posgrado les ha resultado muy curioso que, por ejemplo, en el período de entreguerras en Europa se considerara una fuente de degradación moral de la juventud el cine norteamericano. Existen textos que analizaban cuántas muertes y cuántos robos veía un joven por año si iba a ver diez películas norteamericanas. Es un consumo de ocio, de mercado, comercial, dirigido a los jóvenes principalmente, pero no quiere decir que estuviera apoyado en ese momento por los gobiernos. Otro ejemplo es el papel que tuvo el jazz en Europa como elemento de crítica a los movimientos totalitarios. Por ejemplo, en Alemania los nazis prohibieron el jazz porque lo consideraban música de negros que -para esa ideología- eran inferiores. Era una música que se tocaba y se bailaba, y surgía de los países que estaban luchando contra Alemania. Eso llevó a que los grupos juveniles que había en Alemania y se habían dedicado a bailar y tocar jazz sin preocuparse por nada más, llegaran a politizarse en algunos casos y a actuar contra el régimen nazi. El rock o el punk también se han considerado formas de crítica de los jóvenes a la situación existente. O sea que la forma de ocio, aunque sea comercial, no quita que pueda llevar a otras cuestiones.

/// EL DATO

EN SEPTIEMBRE

Entre el 14 y el 16 de septiembre, la UNL organiza el V Congreso de Problemáticas Sociales Contemporáneas, dedicado al tema “Infancias y juventudes en los escenarios culturales actuales”. Se realizará en la sede de FHUC/UNL de Ciudad Universitaria, en La Redonda y en el Paraninfo de la Universidad.

Entre los invitados especiales confirmados se encuentran: Guillermina Tiramonti, Inés Robasco, Pedro Núñez, Clara Anzaudo, Alicia Bártoli, María Inés Bringiotti, Alfonso David Barrientos Zapata, Diego Bianchi, Débora Cantor, Roxana Cabello, Analía Gerbaudo, Rosana Nofal, Luis María Pescetti, Virginia Trevignani, Marta Panaia, María Leticia Fernández Berdaguer (UCA), Sandra Carli, Norma Barbagelata y Félix Temporetti, entre otros.

Para informes e inscripción: www.fhuc.unl.edu.ar/inscripciones. Consultas en: www.fhuc.unl.edu.ar o mediante correo electrónico a [email protected]; Tel. (0342) 4575105, interno 108.