La pedagoga Ortiz de Maschwitz disertará en Santa Fe
Las “inteligencias múltiples”, un desafío contra la rigidez escolar
La especialista asegura que la escuela está parada sobre un paradigma viejo y rígido. Explica la teoría de Howard Gardner y asegura que el docente puede ser creativo en sus clases.

Elena Ortiz de Maschwitz es autora del libro “Inteligencias múltiples en la educación de la persona”. Foto: Guillermo Di Salvatore
Mariela Goy
mgoy@ellitoral.com
“Sarmiento se volvería a morir si viera la impávida rigidez del aula. Sabemos que las personas son distintas una de la otra y, sin embargo, la escuela es rígida: sienta a los chicos todos juntos, mirando al pizarrón, les pone un ejercicio para todos igual y pretende que lo empiecen y terminen al mismo tiempo. El sistema educativo tiene que cambiar de paradigma si realmente quiere ser inclusivo”, sostiene la pedagoga Elena Ortiz de Maschwitz, directora del colegio Godspell, de Buenos Aires, y seguidora de la teoría de las “inteligencias múltiples” de Howard Gardner.
Ortiz de Maschwitz disertará el próximo 15 de octubre en Santa Fe, en la Jornada de Capacitación en Inteligencias Múltiples, organizada por el Movimiento Los Sin Techo y dirigida a docentes de todos los niveles y áreas, a estudiantes de profesorados, psicopedagogos, psicólogos y todos los interesados en esta temática.
- ¿Cómo define la teoría las inteligencias múltiples?
- Es un concepto de Howard Gardner que hizo una investigación en diferentes lugares del mundo, culturas y tipos de niños -con problemas y superdotados- y echó por tierra el concepto antiguo de que hay un sólo tipo de inteligencia, basada en la lingüística y matemática. Es decir, se consideraba que un niño era inteligente cuando resolvía bien los problemas de matemática o hablaba y leía muy bien. Con su estudio develó que el cerebro funciona con diferentes inteligencias, que unas se nutren de las otras, que están conectadas. Y llegó a la conclusión de que como mínimo hay 8 inteligencias: musical, kinestésica, espacial, naturalista, lógico-matemática, lingüística, interpersonal (que tiene que ver con la relación entre las personas) e intrapersonal (tiene que ver con el conocimiento propio, con lo espiritual). Estas dos últimas son las más importantes.
- ¿Por qué se destacan esas dos?
- Porque son las emocionales, las que tienen que ver con la persona humana. A estas dos inteligencias las retoma Daniel Goleman y desarrolla la “inteligencia emocional”. Las otras tienen que ver con cosas de la vida, como la matemática y la lengua pero primero tenemos que tener resuelto quiénes somos, adónde vamos, cómo nos relacionamos con las personas. Uno puede ser eminente como lógico-matemático o científico, pero si no tiene resuelto sus problemas personales, de relación con la gente, le va a costar todo mucho más.
- ¿Cómo se pueden despertar estas “inteligencias múltiples” en la escuela?
- El paradigma de la educación es viejo. Se basa en el concepto de que el cerebro está separado y entonces se hacen las asignaturas separadas, cuando en realidad están todas interconectadas. Se hace una hora de música, otra de educación física, otra de matemática o de lengua; esto es un error porque el cerebro está todo interconectado y las inteligencias también. Si para enseñar a leer un cuento, le agregamos música y dramatización a la narrativa, estaríamos usando 3 inteligencias. Y si después podemos compartir cómo nos sentimos, qué emociones desató la lectura y hacer un trabajo grupal, estaríamos trabajando por lo menos con 4 inteligencias en vez de desarrollar solamente la lingüística. A veces, los niños tienen muchos problemas en lo lingüístico, pero si se le ayuda un poco con lo kinestésico, con los sentimientos, con conversar con los demás lo que está leyendo, se logrará otra ventana para entrar al conocimiento.
- ¿Se pueden aplicar estas herramientas en una escuela que sigue siendo verticalista?
- Lamentablemente la escuela sigue siendo verticalista, pero -por suerte- hay nuevas experiencias. El Movimiento de Los Sin Techo hace 3 años que trabaja esta temática en sus jardines maternales. El desafío es llevar esta teoría a la escuela primaria y secundaria. Hay un liderazgo en algunos docentes, que empiezan a tomar ideas creativas. Lo que digo es que no pueden estar los niños mirando al frente, con el maestro leyendo un cuento y ellos escuchando; eso ya no funciona más. Es un paradigma viejo: los chicos que van bien, se aburren y los que van mal, fracasan; es por la masividad de la escuela.
- Usted lo que dice en otras palabras es que el docente es dueño de su clase.
- El docente es dueño y responsable de su clase y considero que se puede presionar de abajo para arriba: a directivos, inspectores y ministerios. Cuando yo empecé hace muchísimos años, en la Argentina no existía esta teoría, y nos miraban con cara de “qué estás haciendo”. Nosotros decíamos: si esta teoría es científica, está respaldada en una investigación, con estudios serios, debe funcionar. Es algo que ya se sabe que es así. En cambio, lo que estamos haciendo con esta forma escolar verticalista, masiva y aburrida es que tenemos los resultados que tenemos. Si estuviéramos bien, no pasaría nada, pero acá los niños desertan, siguen sin saber leer comprensivamente en tercero, cuarto y quinto grado.
- Se habla mucho de una escuela inclusiva pero a veces uno tiene la impresión de que algunos niños están en el aula por estar. Quizá este concepto de “inteligencias múltiples” sirva para lograr una escuela efectivamente inclusiva.
- Exacto. Como no se saben las herramientas a aplicar para hacer una escuela inclusiva, se ha llegado a entender que al niño lo traigo a la escuela y listo, pero a veces no está incluido en el grupo. Acá la cuestión de fondo es que el sistema educativo está funcionando mal. Los niños no pueden estar sentados, en fila, mirando adelante; así es imposible incluir al niño. Ellos tienen que construir su conocimiento, trabajar en grupos de cuatro, el aula no tiene que estar mirando al frente, al pizarrón, las instrucciones tienen que salir de los grupos. Entonces, el niño inclusivo, se integra dentro de este trabajo participativo y, si hay alguna dificultad, el maestro tendría que tener la capacidad de trabajar con él para lograr la inclusión. Es un horror esto que está pasando de que se incluye al niño, pero se le da deberes extras porque no llega al nivel de los otros, se lo manda a una maestra particular, fonoaudióloga, psicóloga y psicopedagoga. Ese chico está sobrepasado de trabajo y el cerebro no aguanta eso; porque el cerebro es como un colador: elige lo que necesita y todo lo demás lo deshecha.