Mesa de café

A diez días de las eleccione

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Remo Erdosain

-Faltan diez días para las elecciones -digo.

-Seamos más precisos -observa José-, faltan diez días para que Cristina sea reelecta.

-No cantes victoria antes de tiempo -advierte Marcial.

-En mi vida vi un proceso electoral tan opaco -se queja Abel.

Marcial sonríe y José le hace señas al mozo para que nos atienda. Lo escucho a Abel y pienso que lo más interesante sería preguntarse por qué hay tanta indiferencia. La respuesta no se hace esperar.

-Los resultados ya están cantados -se ufana José-, ganamos con Cristina de punta a punta, prácticamente es un plebiscito.

-No te agrandes mariposa -le digo- con el cincuenta o el cincuenta y cinco por ciento no hay plebiscito, hay una victoria clara, pero que está lejos de la unanimidad plebiscitaria.

-Yo a esta altura -acota Marcial- pregunto qué va a pasar el día después, qué van a hacer con los precios, la red de subsidios, la inflación, la fuga de capitales, la crisis de Brasil, la caída de los precios de la soja.

-Algo vamos a hacer -se burla José-, lo que seguramente no vamos a hacer es quedarnos parados como estatuas o escaparnos en un helicóptero.

-En 1955 se escaparon en una cañonera paraguaya -recuerda Marcial- y en 1976 la señora de entonces se subió o la subieron a un helicóptero.

-La llevaron presa -refuta José.

-No tanto, no tanto- responde Marcial- la cárcel de Isabel se pareció más a una temporada de descanso que a una prisión.

-Y ella era tan olfa que cuando salió en libertad los ponderó y hasta se enorgulleció porque pintó todos los cuartos.

-Educada en el servilismo -reflexiono.

-Marchan del servilismo a la soberbia. que es en definitiva la cara y ceca de la misma moneda -razona Marcial.

-¿Vos querés decir que Isabel es igual a Cristina? pregunta airado José.

-No son iguales -admito-, pero se parecen más de lo que ellas quisieran: las dos son esposas, las dos son herederas de un capital político al que aportaron poco, las dos son histéricas... y a las dos les gustan las ropas caras.

-En eso creo que hay que diferenciar -interviene Marcial- porque en términos de vestuario Isabel es más austera que Cristina. Isabel jamás hubiera comprado zapatos de cinco mil dólares el par, por ejemplo.

-Zapatos no -respondo- pero acordate de aquel famoso tapado de chinchilla que Isabel se compró en Roma antes de venir a la Argentina. Creo que estaba arriba de los sesenta mil dólares.

-Mientras, los Montoneros, la juventud maravillosa, luchaban por Perón y la patria socialista -señala Abel en voz baja.

-Ya es un clásico: siempre los gorilas terminan discutiendo sobre el vestuario de las esposas de los peronistas. Parece que no tienen otro tema- acusa José.

-Las que parece que no tienen otro tema son las mujeres que los peronistas nos imponen. Te recuerdo, para completar el panorama -dice Marcial-, el vestuario de Evita y los gastos millonarios que hacía Zulemita con su padre.

-Cristina es mucho más culta que Isabel -responde José.

-Que haya leído un libro más no quiere decir que sea más culta- advierto.

-Cristina está fogueada en las negociaciones -insiste José.

-Isabel también. Te recuerdo que en 1964 vino a la Argentina y fue una brillante embajadora. Es lo que le reconoció Perón y todos sus seguidores que no se cansaron de hacerle reverencias y chuparle las medias al mejor estilo peronista. Te recuerdo -además- que Isabel arregló un conflicto interno peliagudo y gracias a su muñeca política declaró de hecho la muerte política de Vandor.

-Lo recuerdo -digo- fue un viaje muy fructífero porque en esa ocasión conoció a López Rega.

-No es así -corrige Marcial-, según lo que yo sé Perón conoció a Isabelita en un cabaret de Panamá, donde ella trabajaba de bailarina, López Rega actuaba de mago y Lastiri cantaba tangos.

-Una historia maravillosa -exclama Marcial.- tres futuros presidentes de la Argentina en un cabaret. Ni a Roberto Arlt se le hubiera ocurrido algo semejante.

-El gobierno de Isabel fue un desastre, el de Cristina es exitoso -enfatiza José.

-Lo que fue un desastre es la herencia que le dejó Perón. Esa Argentina de 1974 era ingobernable para cualquiera. Isabel no fue más responsable de lo que fueron Perón, Cámpora o Lastiri -digo.

-La gente vota a K en las urnas, pero en los bancos vota a favor del dólar...es raro -apunta Abel.

-También es raro que teniendo un apoyo tan alto se hayan fugado en los últimos meses cerca de diez mil millones de dólares.

-Con este gobierno hay que acostumbrarse a las cosas raras -reflexiono.

-No sé qué es lo le ven de raro a un gobierno popular que está realizando una de las gestiones políticas más exitosas de los doscientos años de vida independiente -reacciona José.

-¿No te parece que estás exagerando un poco? dice Marcial.

-No exagero, todo lo contrario. Ustedes son los que exageran con sus críticas. Tenemos el mejor gobierno de la historia y no son capaces de reconocerle un mérito.

-No es así -digo- yo creo que algunas cosas se hicieron bien.

-Hablás por tu cuenta -dice Marcial- porque a mí lo que me interesa es la opinión del cincuenta por ciento de los ciudadanos que no votaron por Cristina -indica Marcial.

-Creo que sobre las elecciones no hay mucho más que hablar -sintetiza Abel- en todo caso el único interés que hay es por ver quién va a salir segundo.

-Yo no tengo duda -digo-, su nombre es Binner.

-Modestamente yo voy a votar por Alfonsín -confiesa Abel.

-Está cuarto cómodo -se burla José- parecerse al padre no quiere decir sacar los mismos votos.

-En realidad -digo- Alfonsín va a sacar un porcentaje de votos muy parecido al que obtenía su padre en los últimos tiempos.

-Yo le respeto la entereza -insiste Abel- sabe que va a perder, sabe que v a sacar menos votos que en agosto y sin embargo sale a la cancha con fuerzas, como si fuera un ganador.

-Como le gustaba decir a Borges -recuerda Marcial- hay más nobleza en la derrota que en la victoria.

-Ese es un razonamiento que para la política no lo aconsejo -exclama José.

-Es un razonamiento ético -replica Marcial- y por lo tanto se entiende que a vos no te resulte interesante.

-No sé qué querés decir con eso -responde José algo amoscado.

-¡No nos peleemos que somos pocos! -exclamo conciliador.

-Convengamos que en más de una ocasión la ética con la democracia suelen ser conceptos reñidos -considera Marcial-

-No comparto -concluye José.