DíA DE LUCHA CONTRA LA ENFERMEDAD

Cáncer de mama: la detección precoz es clave para el control

Las mamografías, las consultas médicas y el autoexamen mamario son fundamentales para realizar un diagnóstico temprano. La incidencia de este tipo de patología se incrementa a partir de los 40 años.

De la Redacción de El Litoral

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En la Argentina, cada año mueren aproximadamente 5.400 mujeres por cáncer de mama y se estima que se diagnostican alrededor de 18.000 casos nuevos, según consta en la página web del Ministerio de Salud de la Nación. A la vez, si se toma en cuenta el total de fallecimientos provocados por tumores malignos, el 20,3% pertenece a esta patología.

En ese marco, hoy se conmemora el día de lucha contra esta enfermedad y durante todo el mes se impulsan campañas de concientización. Los profesionales consultados coinciden en que la detección precoz representa una de las herramientas fundamentales para poder actuar con eficacia. Y, tal como plantea la Organización Mundial de la Salud (OMS), “mejorar el pronóstico y la supervivencia” de los pacientes.

El jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Cullen, Dr. Oscar González Lowy, le explicó a El Litoral que cuando el estadío del cáncer de mama se encuentra avanzado, las posibilidades de curación no llegan al 30%, mientras que cuando se localiza en forma precoz la curación puede ir del 75% al 90%.

“Es una enfermedad difícilmente prevenible, no la podés evitar. Pero si se puede diagnosticar tempranamente. Y el diagnóstico precoz se logra a partir de la educación y el acceso a los métodos de diagnóstico como la mamografía y el examen médico”, explicó el ginecólogo.

De hecho, la mamografía permite detectar tumores inclusive antes de que sean perceptibles a la palpación. En este punto, lo normal es que -a excepción de una indicación médica específica- la primera ecografía se realice entre los 35 y los 40 años. De ahí en adelante, y de acuerdo con el hallazgo, puede realizarse en forma anual o bianual.

Por otro lado, cuando hay antecedentes familiares en primer grado, se recomienda que el primer estudio se realice 10 años antes de la edad en que se le diagnosticó la patología a ese familiar. “Si al familiar se le diagnosticó a los 49 años, la persona tiene que hacerlo a los 39 años”, explicó González Lowy.

Edad y riesgo

El riesgo, o mejor dicho la incidencia que tiene el cáncer de mama, se incrementa a partir de los 40 años y el piso máximo está al llegar a los 80 años. “A mayor edad, mayor riesgo”, resumió el jefe de Ginecología del Cullen. La edad no es el único factor de riesgo (ver aparte) pero hay que tenerlo muy en cuenta.

A la vez, hay cifras nacionales que indican que entre los 50 y los 74 años de la mujer está el 52% de las muertes por cáncer de mama. En otras palabras: de cada 100 mujeres que mueren por esta causa, más de la mitad están en esa franja etárea, por lo que en esta edad es prioritario realizar los controles adecuados.

El Dr. José Pizzi, integrante del equipo de Ginecología del Hospital Iturraspe, coincidió en que la difusión de parte del Estado sobre esta problemática, la consulta al médico y las mamografías anuales son fundamentales. Al respecto, manifestó que actualmente, dada la cantidad de equipos disponibles en los efectores públicos de la provincia, las mujeres pueden acceder a este tipo de estudios. Por lo cual, las estrategias de concientización cumplen un rol significativo.

Consultado en este sentido, el Dr. González Lowy indicó que en general la población femenina está al tanto de la necesidad de realizar los controles, pero lamentó que a veces, por razones de posibilidad o accesibilidad, “todavía se siguen viendo algunos casos de enfermedad avanzada, que van de la mano con una menor tasa de curación”.

23,4

por cada 100.000

es la tasa de mortalidad por cáncer de mama que se detectó en la provincia de Santa Fe entre los años 2003 y 2007.

/// FACTORES DE RIESGO

Existen algunas variables que pueden incrementar las posibilidades de contraer cáncer de mama:

Postergación de la maternidad.

Acortamiento de la lactancia materna.

Antecedentes familiares.

Consumo de alcohol.

Terapias hormonales.

Mala alimentación.

Sobrepeso y obesidad.

Falta de actividad física.

Estrés.