Coyuntura
Hoy es el día después
Tras la etapa electoral las cuestiones económicas vuelven al primer plano. La fuga de capitales y la relación comercial con Brasil pueden exigir soluciones inmediatas, aun antes de iniciarse el nuevo mandato presidencial.
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La fuga de capitales está drenando las reservas del Banco Central.
Foto: Archivo El Litoral
Félix Canale
El ruido que saturó los medios desde las elecciones primarias quedó atrás. La presidenta Fernández de Kirchner ratificó en las urnas su segundo mandato con casi 54 por ciento de los votos válidos, que es el más alto obtenido por un presidente desde la restauración democrática en 1983.
También es novedad en el actual ciclo democrático, que determinada corriente político ideológica logre tres mandatos consecutivos. Pero desde hoy, concluidos los discursos que apelaban a la emotividad, el foco deberá correrse hacia lo económico, un frente que en los últimos 90 días presentó incipientes vientos de tormenta.
Los tiempos
Para el gobierno tales nubarrones no presagian una borrasca inmediata. Desde esa postura se argumenta que hay que esperar la conclusión del año, analizar la situación y a partir de allí, de ser necesario y con nuevo gabinete, aplicar correctivos.
Desde el ala económica del kirchnerismo, pese a su cuidado para que no se filtren a la opinión publica futuros cursos de acción, se insinúa, tanto en foros públicos como privados, que un “service del modelo” podría mejorar su desempeño.
La pregunta que flota es si las correcciones necesarias podrán aplicarse paulatinamente, desde enero en adelante, o si por el contrario, exigirán acciones inmediatas en los próximos 60 días.
Tocata y fuga
En la Argentina es un clásico que en años electorales arrecie la demanda de dólares. Pero lo sucedido en lo que va de 2011, con una fuga mensual promedio calculada en más de 2 mil millones de esa moneda, presiona más de lo imaginado sobre su cotización.
El jueves pasado el BCRA vendió 230 millones y el viernes otros 160, para mantener el precio oficial en 4,26 pesos por unidad; el dólar paralelo llegó a 4,47 y el que se utiliza en transacciones para fugar capitales alcanzó los 4,80 pesos. En tanto, las compras a futuro en el circuito oficial cotizaban a 4,57 para octubre de 2012 y a 4,95 para diciembre.
Como consecuencia de la salida de fondos, las reservas del BCRA cayeron en 3.618 millones de dólares entre el primer día de agosto y el 7 de octubre pasado. Sólo en los 28 últimos días hábiles, la salida fue de 1.565 millones, lo que indica la aceleración de la demanda y el ingente esfuerzo de la entidad para mantener controlada la moneda norteamericana.
Si la presión prosigue en los próximos días, difícilmente el gobierno se siente a esperar que llegue enero para tratar de frenar el drenaje, aún cuando todavía el Central mantiene reservas por casi 48 mil millones de dólares.
Si opta por mantener su actual política cambiaria de suave devaluación, al tiempo que inyecta dinero en el mercado para propiciar el consumo, continuará resintiendo la competitividad empresaria y alentando la compra de dólares. Si por el contrario, decide alguna forma devaluatoria más expedita, incrementará la competitividad, pero a riesgo de echar leña sobre la inflación.
La guerra tibia
Al margen de la fuga de capitales, se ciernen como amenazas inmediatas la irresuelta crisis mundial y el freno en la economía brasileña. El socio mayor del Mercosur ya devaluó su moneda 15% desde agosto, y oficialmente admitió (ministerio de Hacienda) que podría agregar otro 11% hasta fin de año, para llevar la cotización a casi 2 reales por dólar de los actuales 1,78.
A medida que se encarece el dólar frente al real, se retrae el consumo y esto quita presión sobre la inflación, que es un objetivo manifiesto de la administración de Dilma Rousseff. Pero también significa que los productos argentinos estarán cada vez más caros en el mercado brasileño. Dirigentes empresariales vinculados a la UIA ya advirtieron que si la paridad supera los dos reales por dólar, se encienden las luces rojas en la industria nacional.
A tal panorama se suman los choques entre la Argentina y Brasil por trabas a las importaciones. En las últimas semanas, un el leve retroceso de la producción industrial brasileña llevó a Rousseff a apretar aún más las clavijas. Luego de la confrontación de mayo por la obstaculización al ingreso de autos de origen argentino, en septiembre impuso licencias no automáticas a las importaciones de chocolates, golosinas y galletitas (después de otro escarceo automotriz con la marca Fiat) y en octubre agregó los duraznos en conserva.
Si esto no es una escalada en un conflicto comercial, se le parece. Medios argentinos y brasileños coinciden en que era decisión de Brasil no tensar demasiado la cuerda, mientras durase en la Argentina el período electoral. Ese tiempo terminó ayer.