CONFERENCIA-ESPECTÁCULO
CONFERENCIA-ESPECTÁCULO
Reflexiones de una psicologactriz
Pilar Sordo dio tres funciones en el Teatro Municipal, en las que cautivó a cientos de santafesinas y un puñado de santafesinos. Se hizo conocida a través de Youtube por sus conferencias sobre lo femenino y lo masculino.
Los estereotipos de lo femenino y lo masculino son la materia prima con la que trabaja la chilena. Una especie de apología de la liberación femenina, con 50 años de retraso. Foto: PABLO AGUIRRE
Natalia Pandolfo
—“Porque en esta casa, si no hago las cosas yo...”
—“¡No las hace nadie!”, corean como en una letanía las mujeres de la primera fila. Se ríen, se codean, asienten en silencio, suspiran: por fin alguien dice lo que ellas, damas de clase media y media alta, necesitaban oír.
La chilena Pilar Sordo se convirtió en estrella gracias a Youtube, y desde entonces gira por el mundo dando conferencias-espectáculos sobre lo que ella llama “La magia de ser mujer, la realidad de ser hombre”.
El combo parece infalible: graciosa entonación yilena, salpicada con una generosa dosis de malas palabras y un histrionismo que llega a su cúspide con algunos alaridos a lo Aschira. Todo esto, matizado con algunos momentos de reflexión que rozan la autoayuda. El resultado: tres teatros Municipales llenos, lunes y martes pasados, con entradas que arrancaban en los 100 pesos.
“En el hall de entrada se encuentra el stand oficial con material exclusivo de Pilar Sordo”, invitó una voz en off, en dos oportunidades, antes de comenzar el show. Se trataba del DVD con la consabida conferencia, más el libro de la autora, a 50 pesos cada uno.
Graduada como psicóloga en la Universidad Diego Portales, con especialización en “Psicología femenina asociada a infertilidad, trastornos de alimentación, menopausia y conexión de estos elementos con el trabajo, sexualidad, adolescentes y adulta, familia, valores y mujer”, la chilena toma el guante de las mujeres atrapadas por la dinámica del hogar, quejosas, infelices, insatisfechas. Explica que la estructura psicológica femenina está basada en “retener”, en contraposición a la masculina, que está definida por la capacidad de “soltar”; y que la felicidad de ambos géneros depende de la habilidad para remar contra esas características innatas.
“Las que vinieron con sus maridos, cuando salgan de este teatro, por favor no les digan: ‘¿Has escuchado lo que dijo?’ Señoras, ellos ya escucharon. Hagan lo posible por permanecer calladas”, pide, a modo de tarea para el hogar. Y las mujeres ríen a carcajadas. Constituyen el 95 por ciento del auditorio: en la función de las martes a las 19, sólo un puñado de héroes dejó plantada a la Selección Nacional para acompañar a sus esposas -vaya palabra.
Oídos sordos
Hija de estrictos padres católicos, según refiere wikipedia, Pilar Sordo atribuye a Dios el resultado de cada una de sus intervenciones. “Ustedes me van a dar la posibilidad de generar, por un segundo, una sonrisa en el rostro de Dios” dice, sobre el final del show-disertación.
Sordo propone “el ejercicio de detener el tiempo para pensar cómo estamos viviendo”, y evidentemente esta invitación genera seguidoras en bloque. Su separación en 1998, luego de once años de matrimonio, fue el puntapié inicial para la investigación, estructurada en función de encontrar una respuesta científica al dilema de por qué las mujeres que llegaban a su consultorio se quejaban sistemáticamente de todo.
“Cuando arribaba un hombre a la consulta, me hablaba de él. Y cuando se iba, yo sabía quién era ese hombre. Cuando llegaba una mujer, yo sabía quién era el marido, los hijos, el jefe, las amigas, la empleada doméstica... pero no tenía idea de quién era esa mujer”, cuenta, y el modo de contar provoca risa.
Esa mujer a la que alude Sordo, retentiva, abnegada, “se queja de todo lo que hace, pero no lo deja de hacer. Por lo tanto, genera toda una tropa de ineptos y pelotudos a su alrededor. Ella nunca tiene la culpa de nada: postergó todo su desarrollo personal en pos de su familia, y la vida es tan injusta que nadie se lo reconoce. Ella no es cariñosa porque su mamá nunca lo fue; si se le quema la cena es por culpa del horno, si se pone de mal humor es por culpa de los chicos, si tiene sobrepeso es porque sufre un problema glandular”.
Para ella, la clave está en aprender a soltar. Para ellos, a retener. “El hombre debe aprender a externalizar la felicidad, a reconocer a las personas que tiene a su alrededor, porque gracias al amor de esas personas puede lograr sus objetivos. Hay que cuidar a los que están adentro de las casas. Hay que tener fuerza de voluntad para apagar las pantallas y los celulares a la hora de comer, hay que tener voluntad para revelar 36 fotos que todos podamos disfrutar, incluidos los abuelos, en lugar de tener 600 almacenadas en una computadora donde morirán sin ser vistas”.
“Nadie vino a este mundo a hacernos felices a nosotras: la responsabilidad es personal. La gente que está feliz es gente que decidió levantarse con una sonrisa en la cara y una pena en el alma”, remata, frente a un público fascinado.
Harto discutible
—“La única forma de una mujer de perdonar, es recordar sin que le duela. Mientras le duela, lo seguirá cobrando eternamente”.
—“Preguntarle a un hombre cómo me veo es suicida: nunca nos va a responder lo que queremos oír”.
—“Como contrapartida de la mujer retentiva tenemos al hombre, que vive y olvida, vive y olvida, vive y olvida. Así pueden iniciar una nueva pareja y olvidarse de que con la anterior tuvieron hijos”.
—“Las mujeres necesitamos sentirnos necesarias, los hombres necesitan sentirse reconocidos. Cuando un hombre entra al baño, a nadie se le ocurriría molestarlo. Cuando entra una mujer, cualquiera parece tener el derecho de entrar, preguntar cosas, pedir. Creo que a las mujeres nos encanta que nos jodan, porque eso nos hace sentir indispensables”.
—“Si hay alguna noble mujer aquí presente que esté intentando rehabilitar a un pelotudo, renuncie hoy: no resulta jamás. Con suerte, uno logra hacerse cargo de uno en la vida”.
—“A nosotras nos tienen que querer por lo que somos, y no por lo que hacemos por otros. Es muy importante que las mujeres tengan proyectos personales”.
—“Se estima que las mujeres decimos 17 mil palabras por día; y los hombres, 10 mil. El problema es que los hombres se las gastan antes de llegar al hogar”.
—“En el 80 por ciento de los casos, la decisión de separarse la toman las mujeres. El hombre puede vivir en la ambigüedad; la mujer, no. Puede aguantar, pero cuando una mujer deja de amar, nunca más va a amar a ese hombre”.
—“El hombre que no aprende a retener, tiene la cabeza dividida en cajones, que no se comunican entre sí. Entonces, si la mujer lo llama al trabajo, seguramente le responderá de manera breve, porque ése no es el ámbito que le corresponde. En cambio, nosotras somos como nuestras carteras: tenemos todo mezclado”.
—“Ordenar el placard es el mejor ansiolítico que una mujer pueda tener”.
—“Los procesos psicológicos de las mujeres pasan por lo auditivo y lo sensorial, y esto tiene que ver con los procesos fisiológicos. La mujer no ve su orina, no ve la leche que está dándole a su bebé mientras amamanta, no ve sus fluidos corporales en una relación sexual. El hombre es estrictamente visual. Por eso son adictos a la pornografía, y por eso los pedófilos son siempre hombres. En cambio, las mujeres somos adictas al chat, y podemos enamorarnos de alguien que vive en México y a quien no veremos en nuestra vida”.
—“Las mujeres somos las culpables del machismo. En la infidelidad, nos enojamos con la yegua que lo engatuzó, y no con él, que es tan frágil que no pudo resistirse”.
—“Todas las mujeres que estamos aquí estamos enamoradas de un mismo hombre. El que tenemos es un premio consuelo. Y cuando comparo al hombre real con el hombre mágico, el real siempre pierde. Mientras más pensamiento mágico tiene una mujer, más infeliz es, y más infelices hace a los que están a su alrededor”.