Videoclubes: fueron un boom en los ‘90 y hoy unos pocos siguen en pie
Videoclubes: fueron un boom en los ‘90 y hoy unos pocos siguen en pie
Asediados por la piratería, las nuevas tecnologías y los cambios de hábitos, experimentaron una declinación que se profundizó en los últimos años. Los que permanecen activos, se sostienen por la calidad y la diversificación.
Juan Ignacio Novak
jnovak@argentina.com
Hasta hace pocos años, cualquier santafesino que quería acercarse a su “videoclub amigo” no tenía que andar más que unas pocas cuadras: en casi todos los barrios había, al menos, una boca de expendio para abastecer las necesidades “cinéfilas” de un sábado lluvioso. Hoy, sin embargo, aquel que aún se sienta reacio a bajar películas de Internet, adquirir “paquetes” de cine a su servidor de TV por cable, o incluso a comprar un DVD trucho en cualquier improvisado puestito callejero, no le resultará tan simple encontrar uno a mano.
A principios de los ‘90, según estimó Tomás Vallejos, propietario de Mundo Mega Video, había en la ciudad más de 200 bocas de alquiler, entre grandes locales y pequeños comercios barriales. Hoy siguen abiertos unos 10, apenas el 5%. La progresiva extinción no obedece a una sola causa ni fue de un día para otro. Comenzó gradualmente a mediados de los 90’ y se profundizó en los últimos años, apuntalado por la piratería y la circulación de contenidos ilegales por la web.
Para Vallejos, tras el “boom” de los primeros años de la década del 90’, quedó de manifiesto que había un sobredimensionamiento del mercado, ya que por ser un buen negocio, produjo una “corriente imitativa” y la oferta de películas en alquiler quedó saturada. “Esa fue la primera causa de la reducción en la cantidad de videoclubes”, apuntó el comerciante.
El segundo tramo del proceso, más cercano en el tiempo y mucho más “perverso y dañino” para el rubro, fue la venta cada vez más extendida de mercaderías pirateadas, que se acentuó con la irrupción del DVD. “A partir de ahí se formó un canal de venta directa de material falsificado en la vía pública”, reseñó Vallejos. Esta práctica repercutió severamente en los videoclubes que vieron mermar su facturación y a muchos de ellos se les tornó imposible sostener sus estructuras.
Y la tercera variable, directamente asociada a la piratería, es la posibilidad existente en la web de bajar contenidos a través de vías informales. En este sentido, las acciones promovidas en las últimas semanas a nivel internacional -como el polémico cierre de un conocido sitio de almacenamiento e intercambios de archivos- habrían tenido cierto impacto positivo. “No lo comprobamos, pero una impresión que tenemos por la demanda es que hay gente que no está logrando bajar contenidos en Internet con facilidad”, aventuró Vallejos.
Permanencia
El interrogante que se abre, ante este complejo panorama, es: ¿Cómo se explica la supervivencia de los videoclubes que siguen con sus puertas abiertas? Para el titular de Mundo Mega Video la respuesta es simple: la demanda que no cede en su fidelidad al alquiler está formada en gran medida por los consumidores de cine que no renuncian a la calidad y buscan títulos que casi no se encuentran en el mercado informal. De hecho, el segmento de público que más perdieron los videoclubes es el que sólo busca los grandes éxitos comerciales.
“Lo que se falsifica es el tanque comercial que sale de Hollywood. Pero quienes trabajamos un cine más elaborado, sabemos que esto no se falsifica. Entonces la legalidad tiene ahí una cierta tranquilidad, hay un sector del público exigente en calidad que no ve ni gratis las películas truchas ni las baja de Internet”, completó Vallejos. Y recordó que una característica clave que les permitió superar las turbulencias fue la cantidad y calidad de la oferta. También influye el asesoramiento que ofrecen los empleados.
Otra estrategia a la que se volcaron comercios del rubro para adaptarse a los nuevos hábitos de consumo fue la puesta a la venta de DVDs, de la mano con una tendencia que en Argentina empezó a masificarse en el último lustro. Estos argumentos explican, en parte, la supervivencia de una decena de videoclubes locales, que según Vallejos están sólidos y trabajan bien. “Todavía queda un público que aprecia el placer de venir a elegir”, sintetizó.
12
pesos
es el valor que tiene el alquiler de un estreno en un videoclub de la ciudad. Según el local, puede llegar hasta los 15 pesos.
/// OPINIÓN
Sobrevivientes
Juan Ignacio Novak
“Esta película no se consigue pirateada”, afirma Tomás Vallejos, dueño de Mundo Megavideo. El título que tiene entre sus manos es “Chicago”, aquel brillante musical protagonizado por Renée Zellweger, Catherine Zeta-Jones y Richard Gere que ganó el Oscar a la Mejor Película hace una década.
Esta apreciación contiene una síntesis que explica, en parte, la supervivencia de los videoclubs que hoy sostienen sus estructuras. Es que el público que aún elige estos comercios está integrado por amantes del cine que no buscan para ver en su casa el último “megaéxito” de las factorías de Hollywood.
Todo lo contrario: bucean en las góndolas tras la pista de la última producción de tal director de culto, de aquel clásico postergado por las reediciones en DVD o de la última joya del cine iraní. Y que disfrutan el ya casi perdido “ritual” de elegir una película.
Estos “cinéfilos” poco predispuestos a resignar la calidad que garantizan las vías legales de alquiler y venta de películas, conforman una parte para nada despreciable del cúmulo de usuarios que -igual que botes que reman contra la corriente- se empeñan en visitar con frecuencia los videoclubes.
jnovak@ellitoral.com
“Me mató la piratería”
El año pasado Osvaldo Vega se vio obligado a cerrar el último de los seis locales que llegó a tener abiertos en la ciudad. Puntualmente se trata del videoclub que estaba emplazado hasta no hace mucho en calle San Martín, entre bulevar y Cándido Pujato.
Consultado sobre las causas que lo llevaron a tomar esta medida, aseguró que fue la extendida venta de películas truchas. “Lo que puedo garantizar es que a mí la piratería me mató”, aseguró sin eufemismos.
En el mismo sentido puntualizó que en la ciudad de Santa Fe falta “voluntad política” para abordar la problemática de la piratería. “En Bahía Blanca se ha combatido y no han dejado vender una sola película pirateada en la calle”, ejemplificó.
Lo cierto es que este comerciante llegó a tener 14 empleados y tras el cierre de sus locales se quedó con 20 mil DVDs de los cuales muchos no tienen destino cierto. “Vendí la mitad y no sé cómo voy a vender el resto”, señaló.
VHS: Video Home System (VHS). Es un sistema de reproducción y grabación analógica de audio y video que se desarrolló en los ‘70 y se popularizó en las décadas posteriores marcando un brusco cambio de hábitos. Estuvo vigente hasta los albores del siglo XXI.
DVD: Digital Versatile Disc (DVD). Es un disco óptico de almacenamiento de datos cuyo modelo estándar surgió en 1995. En la Argentina, el alquiler de películas en este formato se extendió recién después de la crisis de 2001. Desplazó a las cintas de video.
Blu-ray disc: Es un formato de disco óptico de nueva generación de 12 cm de diámetro (igual que el CD y el DVD) para video de gran definición y almacenamiento de datos de alta densidad. Surgió hace pocos años y recién empieza a ser rentable.
Formatos
Tendencia. Mundo Mega Video llegó a trabajar en red con entre 70 y 80 videoclubes en varias localidades. Hoy lo hace con unos 30. Quienes siguen volcados al alquiler “legal” son los clientes “cinéfilos” que priorizan la calidad. Foto: Amancio Alem
Lenta agonía. Muchos videoclubes se vieron obligados a cerrar sus puertas por la merma en la rentabilidad. Incluso, no pocos optaron por colocar a la venta sus títulos en los meses previos.
Foto: Amancio Alem