Un tropiezo llamado muerte

Los descendientes
 

Laura Osti

Alexander Payne, conocido por sus realizaciones “La elección”, “Entre copas” y “Las confesiones del Sr. Schmidt”, mantiene cierta coherencia en sus temas preferidos con su nueva película, “Los descendientes”.

Renombrado como director indie dentro de la maquinaria de Hollywood, bucea en cuestiones psicologicistas. Sus relatos ponen el acento en el universo interior de los personajes y cómo, por alguna eventualidad de la vida, ese escenario sufre modificaciones, más o menos conflictivas, según la manera en que se perciba la nueva situación desde la perspectiva de los protagonistas.

Sin apartarse un ápice de lo que aparenta ser lo más normal del mundo, lo menos extraordinario, incluso hasta feo o que no responde a los cánones de belleza del mercado, Payne se esmera por poner a sus personajes en eventualidades comunes y corrientes, que sin embargo tienen su carga trágica.

En esta oportunidad, cuenta la historia de un padre de familia, de mediana edad, que debe hacer frente a un hecho que conmociona totalmente su existencia. Su esposa ha sufrido un accidente que la deja postrada en estado vegetativo y debe hacerse cargo del cuidado de sus hijas, una niña de diez años y una adolescente de diecisiete.

Matt (George Clooney), el padre, es un hombre adinerado integrante de una familia tradicional de Hawaii, y el accidente de su mujer, Elizabeth, lo sorprendió lejos de su hogar, en viaje de negocios.

Al principio, no consigue asimilar del todo el golpe y pretende recomponer las cosas, alienta la esperanza de que su esposa despierte, recuperar su matrimonio e iniciar una nueva etapa, en la que promete atender mejor a su familia.

Es evidente que está en pleno estado de shock y no sabe ni por dónde empezar, entonces lo que reclama es que su mujer vuelva. Pero los médicos se encargarán de colocarlo ante la difícil e irreversible realidad, Elizabeth está en una situación de muerte cerebral y ya nada se puede hacer. No obstante, le dan unos días a Matt para que comunique la gravedad de la situación a las niñas, a los parientes y a los amigos, para que tengan tiempo para despedirse y así poder continuar con los procedimientos protocolares que se siguen en estos casos (donación de órganos, etc.).

Da la impresión de que la vida en Hawaii es verdaderamente paradisíaca. Mansiones confortables, una naturaleza maravillosa, calles tranquilas y limpias, y gente descontracturada en ropa playera todo el día, aun en las reuniones de negocios. Y además, aparentemente, un sistema legal moderno y que funciona, que no deja nada librado al azar.

Duelo personal

En ese marco de contención, el único y verdadero problema de Matt es el duelo personal y cómo reorganizar su vida de ahora en más. Y en eso se concentra la película. Así, en plena crisis, se enterará de algunos secretos dolorosos que guardaba su mujer y se enfrentará a la impotencia de no poder discutir con ella, ni poder resolver la situación juntos.

Se apoyará en sus hijas y también recibirá el afecto de un nutrido grupo de amigos. Aunque simultáneamente tendrá que seguir con los negocios familiares, que involucran a varios primos, todos herederos de una buena porción de tierra virgen en la maravillosa isla. Y resulta que Matt es el administrador que debe resolver la venta. Pero la muerte de su mujer hará que se produzca un cambio de planes también en ese aspecto.

La película de Payne se concentra en la transformación que en pocos días sufre este hombre y cómo de la crisis parece surgir un nuevo proyecto de vida. Matizado con algunos momentos de humor, aun en medio de la tragedia, con ese tono algo liviano característico del director, la película se disfruta precisamente porque ni el dolor es tan agobiante ni la situación es tan desesperada. La única que está verdaderamente jodida es la accidentada, pero como ya no siente nada, en realidad lo único que deja es un vacío al que los demás deberán adaptarse lo más rápido posible.

Muy buena la fotografía, Clooney está correcto y hasta incluso llora lágrimas que parecen verdaderas, y las niñas logran una buena química con él. Es una película que se deja ver de manera confortable y de paso, recrear la vista con paisajes hermosos.

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MUY BUENA

Los descendientes

 

The Descendants, Estados Unidos/2011. Dirección: Alexander Payne. Con George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Beau Bridges, Judy Greer, Matthew Lillard, Robert Forster. Guión: Alexander Payne, Nat Faxon y Jim Rash, basado en la novela de Kaui Hart Hemmings. Fotografía: Phedon Papamichael. Edición: Kevin Tent. Diseño de producción: Jane Ann Stewart. Duración: 115 minutos. Se exhibe en Cinemark.