Los cursos de la Escuela Industrial se dictan desde 1929
Cursos de oficios: un retorno a la cultura del trabajo propio
Al Programa de Formación laboral de la UNL ingresan más de 600 personas por año. Se enseñan diversos trabajos técnicos, desde bobinado de motores hasta electricidad y ebanistería. Una forma de recuperar la tradición del cuentapropismo.
Darle vida a la madera. Carpintería es uno de los cursos más convocantes, junto con electricidad. Las mujeres también se suman a la propuesta. Foto: Gentileza Prensa UNL
De la redacción de El Litoral
Un espacio sobrevive al tiempo y a las secuelas que quedaron del desmantelamiento de la educación técnica y la industria nacional en los años ‘90: los cursos de oficios varios con salida laboral, que desde hace 83 años se dictan en la histórica Escuela industrial Superior (EIS) de la UNL. Hoy, estas instancias de capacitación para el trabajo propio tienen una convocatoria que se mantiene año a año, con un abanico de propuestas que van desde bobinado de motores hasta reparación de PC, electromecánica, carpintería y ebanistería. En 2011, hubo más -entre 600 y 650- ingresantes que se lanzaron al sueño de ser cooperativistas, microemprendedores o cuentapropistas.
Estos cursos de oficios son parte del Programa de Formación y Capacitación Laboral que depende de la secretaría de Extensión de esa casa de estudios. Comenzaron a dictarse en el año 1929, cuando se propusieron como actividad de extensión los primeros cursos nocturnos de perfeccionamiento obrero en las instalaciones de la EIS. Han vencido la barrera del tiempo y se adaptaron a las nuevas demandas de formación, pero siempre con la idea de formar mano de obra para el trabajo propio. Las inscripciones para los cursos de este año estarán abiertas hasta el 19 de marzo (ver Inscripciones).
Son ciclos de capacitación laboral cuatrimestrales, anuales y bianuales que se dictan en horarios nocturnos. Actualmente, hay una variedad de 20 cursos, que abarcan oficios tan disímiles como necesarios: desde soldadura, reparador de PC, electrónica y carpintería general, mecánica automotriz y oficial metalmecánico, hasta ebanistería y tallado de madera, entre otros (ver Los 20). Anualmente, en promedio se inscriben unas 800 personas; ingresan más de 600 -muchos quedan en el curso de ingreso, pues el cupo es limitado- y egresan un promedio de 350 personas por año.
Perfil
El promedio de edad de los asistentes está entre 28 y 29 años, pero también van personas de 60 años. La mayoría es de clase media-baja y buscan, sin más, mejores condiciones laborales o generar un proyecto de trabajo independiente. Un 20 % vive a más de 10 km de la ciudad (hay procedentes de Crespo, Puiggari, etc.). Y en un 90 % el público es masculino, pero también hay mujeres que se animan al trabajo de manos robustas, eligiendo carpintería o mecánica. Los ingresantes deben ser mayores de 16 años, y con nivel primario aprobado.
“El interés en los cursos es impresionante. Desde junio o julio de cada año comienza una catarata de consultas por teléfono o e-mail para recibir información sobre los que se dictarán al año siguiente”, dijo con entusiasmo a El Litoral Dámaso Martínez, director del Programa de Formación y Capacitación Laboral. “Hay casos de egresados que pudieron armar una empresita, un microemprendimiento. Y de grupos que lograron comprar maquinarias, y que hoy trabajan en forma cooperativista”.
Martínez recordó que en la década de los ‘90 “todo lo que era oficios y reparaciones se perdió, lamentablemente. Abundaban las importaciones, nada se hacía acá. Ahora es como que se está recuperando el trabajo técnico, la cultura del oficio”. La coyuntura ayuda: “Hace un tiempo, desde una empresa local dedicada a la fabricación de cerramientos de aluminio, me pidieron un listado de todos nuestros egresados en carpintería metálica, y cada uno de ellos fue entrevistado. A esto siempre lo cuento con mucha satisfacción: los cursos abren posibilidades de salida laboral”, cerró.