Laura Osti
“El legado Bourne” es un experimento dentro de otro experimento. Es un producto de la fábrica de ilusiones y entretenimientos llamada Hollywood y responde a necesidades de mercado, mayormente.
Resulta que el personaje llamado Bourne, Jason Bourne, es un agente secreto creado por el escritor Robert Ludlum y llevado al cine (luego de haber sido adaptado como telefilm) por Doug Liman. El producto se llamó “Identidad desconocida” y tuvo dos secuelas, “La supremacía Bourne” y “Bourne, el ultimátum”, todas protagonizadas por Matt Damon. Aunque estas dos últimas las dirigió Paul Greengrass.
Ahora bien, “El legado Bourne” refiere a hechos que transcurren al mismo tiempo que lo que ocurre en “Bourne, el ultimátum”, es algo así como un relato paralelo (algunos dicen que esta película surgió a partir de la necesidad de algunos de seguir explotando la veta y la contrariedad presentada por el abandono de Matt Damon, quien dijo basta).
El caso es que con el gancho del uso del nombre en el título y un par de referencias en medio del film, el director y guionista Tony Gilroy asumió el desafío.
El enganche viene así: un superagente militar retirado de nombre Eric Byer (Edward Norton) tiene que tomar la difícil decisión de abortar uno de los proyectos vinculados al caso Bourne, dada la alta exposición mediática que tuvo el asunto y el riesgo que eso supone. Esa decisión implica mandar a matar a sus propios agentes involucrados en el experimento, que se llama Programa Outcome, que funcionaba en paralelo a Treadstone (del caso Bourne). Los agentes de Outcome son sometidos a tratamientos con drogas y otro tipo de intervenciones que los convierten en súper-resistentes, aunque no son entrenados para matar sino para protagonizar misiones peligrosas en condiciones extremas. Aaron Cross (Jeremy Renner) es uno de esos agentes que logra escapar de la matanza y en su huida se cruza con la infectóloga Martha Shearing (Rachel Weisz), quien era la responsable del control clínico de estos individuos. Ahora, ambos deberán morir, por decisión de Byer.
Quizás, quizás, quizás...
Pero no están dispuestos a dejarse matar tan fácilmente así que emprenden una fuga casi desesperada que los llevará hasta Filipinas, en busca de un antídoto para los trastornos que las drogas le producen a Aaron, y hasta allí llegará el largo brazo de Outcome con el objetivo que todos imaginan. En la ciudad de Manila, la pareja de fugitivos tendrá que protagonizar persecuciones a pie, en auto, en moto, por las calles, por los techos, en fin, la cuestión es que finalmente logran zafar y dejan abierta la posibilidad de que en algún lugar, tal vez, más adelante, las dos historias (la de Bourne y la de Aaron), se encuentren quizás en otro guión y ambos personajes compartan el set de filmación y quién sabe cuántas cosas más.
Es una posibilidad, aunque no expresa. El mercado decidirá.
“El legado Bourne” es entretenida como son todas las películas de acción con una trama de intriga básica, con actores atractivos y recursos tecnológicos de alto impacto, pero nada más.