Un reguero de violencia narco

“Otros silencios”

En Jujuy, una escena de “Otros silencios”, dirigida por Santiago Amigorena. Foto: Agencia Télam

 

Laura Osti

“Otros silencios” es un thriller coescrito y dirigido por Santiago Amigorena, un argentino que vive en Francia. La acción transcurre un poco en Canadá y otro poco en Argentina, y el tema refiere a las actividades delictivas de una banda de narcotraficantes de alcance internacional.

En los primeros minutos del film (los mejores desde el punto de vista dramático), se ve a una familia integrada por padre, madre y un pequeño hijo, en la intimidad del hogar, en los momentos previos a la cena, en Toronto.

Ella es un oficial de la policía, él es un abogado. Hay también un guiño a las relaciones interraciales, que luego se verá de algún modo contrastada con las peripecias que el personaje femenino, una blanca, atraviesa en territorio argentino.

Pero vayamos por parte, porque la película se pasea no sólo por la geografía sino por varios ítems de interés, aunque de una manera bastante superficial.

La anécdota cuenta la historia de una mujer que nació y se crió en un mal ambiente, en los suburbios de Toronto, y que fue rescatada por un abogado sensible, del cual se enamoró y con quien formó una familia, y también de la mano de ese hombre, logró entrar a la policía y convertirse en una oficial eficaz en el combate contra el crimen.

Tan eficaz, que consiguió ganarse el odio del hampa, que no vacila en cobrarse venganza por un arresto efectuado por la mujer.

El nudo dramático de la película está dado en esta venganza, perpetrada a los pocos minutos del comienzo, en una acción que arrasa con la vida de marido e hijo de la mujer policía.

A partir de allí, comienza lo que será la contravenganza. La búsqueda implacable de esta mujer, herida en lo más íntimo, de los asesinos de sus seres queridos.

Esto la trae para la Argentina, porque precisamente el sicario es un joven de nuestro país que ella había detenido en Canadá. La persecución empieza en Buenos Aires, en el barrio de la Boca, y termina en La Quiaca, en la frontera con Bolivia. Es la ruta del narcotráfico.

El film, el segundo largometraje de Amigorena, tiene muchos defectos y algunas pocas virtudes. Filmado casi todo el tiempo con la cámara en mano, abundancia de primeros planos un tanto nerviosos y muchos silencios que (a pesar del refuerzo del título) no terminan de conformar un estilo convincente.

Virtudes y defectos

Las virtudes son el trabajo actoral de la actriz protagonista, la francesa Marie-Josée Croze, y alguna que otra escena en las soledades de la Cordillera de los Andes, también la música por momentos es una buena aliada del clima que se quiere lograr. Pero el mayor defecto es el guión, responsabilidad del propio Amigorena y Nicolás Buenaventura. Un guión que se queda en lo que se puede considerar un esbozo, un apunte, un borrador, y que hubiera necesitado un mejor desarrollo dramático. En resumen, es una buena idea que no termina de plasmarse, de concretarse en una exitosa realización.

“Otros silencios” es uno de esos casos en que la historia que cuenta parece interesante pero el modo de contarla hace que se diluya en inconsistencias que no sólo atentan contra el ritmo del relato sino también contra su verosimilitud, dejando al espectador con una sensación de insatisfacción.

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REGULAR

“Otros silencios”

Another Silence, Francia-Argentina-Canadá-Brasil/2011; hablada en español e inglés. Dirección: Santiago Amigorena. Guión: Santiago Amigorena, Nicolás Buenaventura. Fotografía: Lucio Bonelli. Edición: Veronique Bruque, Anita Remon. Música: Yves Desrosiers. Elenco: Marie-Josée Croze, Ignacio Rogers, Ailín Salas, Martina Juncadella. Duración: 90 minutos. Se exhibe en Cinemark.