Se reaviva el debate
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La compleja historia de Japón con la energía nuclear
La reciente elección de un gobierno pronuclear podría ser una señal de que la relación del país con la energía atómica puede atravesar tiempos duros, pero está lejos de haber concluido.
Así quedó el reactor 3 de la central de Fukushima, al noreste de Japón, tras el accidente nuclear ocurrido el 11 de marzo de 2011. Foto: Agencia EFE
Takehiko Kambayashi
Agencia DPA
El Partido Liberal Demócrata (LDP) del primer ministro Shinzo Abe logró volver al poder en diciembre, después de tres años en la oposición, y si bien su campaña electoral se centró en la economía, su posición a favor de la energía nuclear no era un secreto.
La agrupación política supervisó en el pasado la construcción de 54 reactores nucleares japoneses durante su más de medio siglo casi ininterrumpido en el gobierno, hasta 2009.
Una semanas después de asumir la jefatura de gobierno, Abe anunció que dará marcha atrás con la decisión de la administración anterior de eliminar gradualmente la generación de energía en centrales nucleares, que proveían alrededor del 30 por ciento de la electricidad del país antes del desastre en la central atómica de Fukushima Daiichi, tras el terremoto y tsunami de marzo de 2011.
Abe también dijo que estaba abierto a construir reactores nuevos, pese a los temores de la opinión pública frente a la energía nuclear, tras las fugas de radiación en Fukushima.
El plan de dejar al país sin generación de energía nuclear no es viable y no puede ser alcanzado por mera “expresión de deseo”, dijo tras visitar la semana pasada la dañada central.
El fantasma de Fukushima
La planta de Fukushima sufrió el accidente nuclear tras verse afectada por el tsunami. Unas 160.000 personas abandonaron sus viviendas por temor a la contaminación radiactiva. La catástrofe empujó a decenas de miles de personas a las calles a protestar contra la energía atómica, un acto inusual en un país que no tiene una fuerte tradición de manifestaciones públicas antigubernamentales.
Y Japón aparentemente se las arregló sin energía nuclear: mientras que casi todos los reactores aún siguen apagados, los temidos apagones no ocurrieron, si bien a costa de importar combustible para alimentar las centrales térmicas.
Parece ser difícil reconciliar el rechazo de la población a la energía nuclear con el apoyo a Abe en los comicios, pero algunos analistas dicen que esta aparente contradicción tiene varias explicaciones.
Como candidato, Abe fue visto como un administrador más capaz para la debilitada economía que el entonces jefe de gobierno Yoshihiko Noda y su Partido Demócrata de Japón. Su campaña enfatizó eso y restó importancia al tema de la energía nuclear, en parte con la complicidad de los medios, indicaron expertos.
La comunidad empresaria valora su cambio hacia su “clara visión de una opción de energía nuclear”, indicó Tadashi Okamura, presidente de la Cámara de Comercio e Industria nipona, según fue citado por el diario “Yomiuri”.
Un cambio de política
“Es natural revisar la política”, señaló por su parte Yasuchika Hasegawa, presidente de la Asociación de Ejecutivos Corporativos de Japón, indicó el periódico. “Compensar la energía nuclear con la energía térmica no es una opción realista si se considera el crecimiento del país y el costo”, añadió.
Hasta los votantes que se oponen a la energía nuclear podrían haberse convencido de respaldar al LDP con la creencia de que este partido se concentrará en abandonar la energía atómica una vez que los desafíos económicos, más acuciantes, hayan sido superados.
Centrales atómicas y territorios sísmicos
Varias municipalidades en la central prefectura de Shizuoka bloquearon la reanudación de la puesta en funcionamiento de la planta nuclear de Hamaoka, que el entonces primer ministro Naoto Kan ordenó cerrar en mayo de 2011 debido a que se encuentra sobre una falla activa.
La planta representa un peligro para la salud de los habitantes locales, pero también para el comercio, indicó Minoru Ito, un opositor al uso de la energía nuclear. Sin embargo, admitió que las manifestaciones antinucleares no reflejan la amplia opinión pública, que sigue poco informada sobre los riesgos.
Según el activista, es “inconcebible” que el pueblo japonés haya permitido conscientemente la construcción de 54 centrales atómicas en su territorio, altamente sísmico. “El problema radica en los medios japoneses” que, para Ito, “sólo reportan lo que el gobierno dice”.
Tras el accidente en Fukushima, los medios de prensa internacionales calificaron a Hamaoka como “la planta nuclear más peligrosa del mundo”, pero pocos medios japoneses lo hicieron, indicó.
Yano coincidió. “Aún durante la etapa previa a las elecciones, los medios dieron pocas oportunidades para discutir el tema de la energía nuclear”, dijo. “Cuando le explico a las personas los riesgos de la energía nuclear, de pronto entienden y dicen ‘Realmente es un tema crítico’”.
La opinión pública fue consultada de diversas maneras antes de tomar la decisión de abandonar el uso de la energía atómica para el año 2030, indicó la organización Amigos de la Tierra - Japón. Los resultados de un debate nacional no deberían ser ignorados.