El voley como forma de vida
El voley como forma de vida
Josefina Fernández
Es santafesina, comenzó a practicar Voley en el Club de Regatas, integra la selección argentina desde que era juvenil y actualmente juega en un equipo de Rumania.
TEXTOS. LUIS GUDIÑO.
SUS INICIOS. “Empecé a jugar al voley en el Club de Regatas, a los 8 o 9 años, hacía lo que se llamaba en ese entonces ‘recreación’. Así conocí a algunas de mis amigas con las que -un par de años después- comenzamos a entrenar en el equipo de minivoley del club. Algo ya conocía de voley porque la seguía a mi hermana mayor que jugaba en las categorías superiores y la veía entrenar siempre. Con mi hermano alcanzábamos pelota en los entrenamientos, lo que nos encantaba. Así fue como fui subiendo de categoría a medida que tenía la edad y condiciones para hacerlo”.
PRIMER VIAJE. “Recuerdo que a los 12 años fue mi primer viaje a Mar del Plata con el equipo Sub 16 para disputar la Liga Nacional de Menores. Nunca me voy a olvidar de ese torneo, en el que le ganamos al equipo de El Trébol donde jugaba Luisina Costagrande, que años después fue una de las mejores jugadoras del mundo en su categoría. Mis primeros pasos en el voley competitivo fueron a los 14 años, cuando en un partido de primera de Regatas contra Banco -en una semifinal, si no recuerdo mal- la opuesta que estaba jugando discutió con la entrenadora y se fue del partido. En ese momento empecé a jugar en la primera del club y lo hice hasta los 18 años, cuando partí a Buenos Aires”.
REGATAS. “La Liga Santafesina era muy prestigiosa, junto con otras del interior contaba con equipos muy fuertes y de muy alto nivel. De hecho, en ese entonces el equipo nacional estaba integrado por la mayoría de jugadoras de Santa Fe y el interior. Haber formado parte y ser protagonista de la primera de Regatas, haber competido contra otros grandes equipos y haber ganado campeonatos, confirmando una gran historia de voley que tiene el club, fue una de las vivencias más maravillosas que tuve. Regatas fue y sigue siendo mi segunda casa. Los deportistas nos seguimos formando continuamente a lo largo de toda nuestra carrera, pero mi base y mi primera formación la hice en el club, ahí aprendí mucho de lo que hoy me caracteriza como persona y jugadora. En el club tengo mis mejores recuerdos, la verde y amarilla fue la camiseta con la que más gané y la que más felicidad me dio”.
CELESTE Y BLANCA. “La Selección Argentina fue un sueño cumplido y lo sigue siendo a pesar de ya haber jugado, viajado y representando al país en varias ocasiones. Es una sensación inigualable. Más valor tiene cuando sabemos que las jugadoras argentinas lo hacemos por amor, sin ningún rédito monetario a cambio. Yo personalmente empecé a los 14 años, integrando las selecciones de base, siendo capitana de la categoría Menor, Juvenil y Sub 23. Fue un proceso continuo, de mucho trabajo y esfuerzos; pero que hoy está dando sus frutos, ya que el equipo actualmente está integrado por jugadoras jóvenes de entre 21 y 27 años. En el último tiempo la selección ha tomado mucho prestigio a nivel internacional participando de campeonatos de elite como el Gran Prix y la Word Cup. Este año arrancó con muchos objetivos por delante, queremos clasificar al próximo mundial y al Gran Prix del 2014. Tener roce internacional como el que tenemos en estos torneos y jugar en contra de las mejores selecciones del mundo nos da cierta experiencia, deportiva y personal, que solo se obtiene si logramos participar, clasificar y entrar entre los mejores del ranking mundial. Es todo un desafío”.
JUGAR EN EL EXTERIOR “En el mundo creo que nos catalogan como trabajadores, alegres y confianzudos. Jugar en otros países es una experiencia muy diferente a jugar en Argentina. Las culturas en Europa son distintas a la nuestra; las personas son mucho más estructuradas, serias y con trato distante. Cada integrante del equipo, sea del staff técnico o jugadoras, cumplen su trabajo y ahí se limita la relación entre ellos; no hay juntadas a cenar, a tomar un café o a charlar, a menos que sea por temas de trabajo. Al principio de temporada la integración en un equipo europeo puede ser difícil y lleva tiempo, pero todas las jugadoras que lo conformamos estamos para lo mismo. Algunas tienen objetivos monetarios, otras tienen objetivos de crecimiento profesional, pero todo se basa en jugar bien al voley. En la cancha no importa nada más. El idioma que se maneja en general es el inglés, puede ser el italiano también, depende la zona de Europa. Como son muchos meses de temporada y los entrenamientos a diario, todos en algún momento nos entendemos. Con las comidas no hay dificultad, los deportistas tenemos una dieta básica en la cual ingerimos lo mismo, sea en el país que sea. Una de las cosas que me gusta de Rumania es la manera en que se festeja el carnaval. Como es invierno, todos se disfrazan y andan por la calle a cualquier hora y por cualquier lugar disfrazados. Hasta en los entrenamientos las jugadoras y el cuerpo técnico trabajan disfrazados. Es muy divertido”.
LA FAMILIA. “El apoyo de mi familia siempre fue incondicional; personalmente creo que es algo fundamental para el bienestar de los deportistas que tenemos nuestros tiempos y estados de ánimo, por ejemplo antes de alguna competencia. Ellos entienden todo. Mis padres confiaron siempre en mis decisiones y fueron los primeros en saber lo que quería. Cada vez que pueden me acompañan y me siguen a todos lados, sea en forma presencial, por tele, por radio, como sea. Mis amigas del club, de la infancia y de la vida, son las mismas. Con ellas compartí todo y son las que me vieron crecer. También tengo amigas en la selección ya que desde los 13 o 14 años hasta la actualidad muchas tuvimos procesos continuos y pasamos mucho tiempo juntas en concentraciones, campeonatos y viajes”.
PERSONAL
“Mi familia esta integrada por mi papá Manuel, mi mamá Griselda, mi hermana Luciana, mi hermano Patricio, mi abuela Teresa y mis dos perras, Mora y Loba. Toda mi familia fue deportista, mi hermana dejó de jugar al voley porque empezó la carrera de Medicina; cuando terminó volvió a las canchas pero sufrió una lesión de rodilla”.
ESTUDIOS
“Cuando terminé la secundaria (en el colegio Padre Monti) empecé a estudiar Licenciatura en Nutrición pero a distancia, porque las concentraciones con selección y los viajes me impedían ir a cursar y hacer la carrera de forma presencial”.
FUERA DEL VOLEY
“Me gusta reunirme con mis amigas y si no estoy en Santa Fe me gusta salir durante el día, y disfrutar de sol y el aire libre. Hay dos cosas que me gustaría hacer que son tocar la guitarra y practicar surf”.
FUTURO
“Para mi futuro quiero continuar haciendo temporada en diferentes países de Europa y Centro América; conocer la mayor parte del mundo posible; recibirme de Licenciada en Nutrición y trabajar en el staff de un equipo de voley, si es en Brasil, mejor”.