Señal de ajuste

Es el pasado que vuelve

Roberto Maurer

No son fantasmas, ni un déjà vu, son los verdaderos Susana Roccasalvo y Carlos Monti quienes, luego de diez años de ausencia, superaron o simplemente han postergado el odio que los separó, y están de vuelta. Ahora como “Implacables”, ocupan la franja de las 17 en el 9, donde las turbulencias acabaron definitivamente con la ocupante anterior del horario, Viviana Canosa, cuya última aparición con vida se produjo el día que tropezó y cayó en cámara con un tobillo torcido. “Más Viviana”, título del ciclo, prosiguió sin Viviana por imposición de la ART y con otros conductores durante el tiempo que requiere la cura de un esguince de tobillo, pero fue como si le hubieran pegado un tiro en cabeza: nunca volvió. Canosa ya había empezado mal la temporada, cuando en su ausencia echaron a sus compañeros y se creó una situación conflictiva. La tele no sabe de la piedad: en sus tumbas nadie coloca una flor.

DEBUT FRUSTRADO

Sin Canosa, el bote a la deriva ha sido ocupado por Roccasalvo y Monti en un operativo de reconciliación que el canal realizó con gran rapidez. Habían empezado en ATC en 1997 y convirtieron a su entonces “Rumores” en un ciclo indispensable para los adictos a las flatulencias de la farándula. Siguieron en América y luego en Azul (antes de volver a ser el 9) hasta que en 2002 el odio terminó separándolos. En diez años, el género evolucionó, es más explosivo y brutal, y Rocasalvo y Monti ahora parecen a cargo de un programa del canal Encuentro y con el timming de la BBC.

El lunes 15, el ciclo no empezó, como se había anunciado. Se invocaron problemas técnicos, es lo habitual, pero se hablaron otras cosas: los chimenteros experimentan el chisme en su propia carne. Era el día después de las coloridas revelaciones acerca de la combinación entre la mafia de Río Gallegos y nuestra colonia artística, y mientras en su competidor directo “Infama” se revolcaban en el escándalo, en “Implacables” sólo iban a ofrecer al pálido novio de Ricardo Fort, o tal vez aún no les había llegado la línea de arriba en relación con el caso. Pudo ser, también se dijo, que hubo disconformidad de Monti con los informes que se habían preparado, y se citó una pelea durante el ensayo previo entre Monti y Evelyn Van Brocke (su propia panelista, junto a Amalia Granata) quien en los años anteriores fustigó a Monti en varias ocasiones y distintos paneles.

NACE UNA CELEBRIDAD

Al día siguiente, el debut, con una cámara en vivo en la tumultuosa salida de Leonardo Fariña del canal América, luego de la entrevista histórica con Rial. Calles cortadas, efectivos de la Federal y una jungla de micrófonos y cámaras abalanzándose sobre el Mercedes donde la figura estelar de las finanzas y la buena vida hablaba por celular, encendía un cigarrillo y contestaba preguntas. ¿Qué opinás de Rossi? ¿Lo conocés a Lázaro? ¿Por qué te burlaste de Lanata? Unas palabras para tu mujer, Leo, que está muy angustiada...

Efectivamente, ya nos habían mostrado a Karina Jelinek abandonando el hogar, llorosa, con anteojos negros, balbuceando “lo amo, chicos, no ven que me siento mal, mis padres están mal, no sé nada”.

El debate fue sobre el tema “mujeres-que-sufren”, o “las que tienen maridos con actividades contempladas como ilícitos por los libros de derecho, y ellas no lo saben’’. Amalia Granata estuvo cruel pero realista con su colega: “Mirá, Jelinek no entiende nada, ni siquiera sabe dónde está parada”, dando a entender que le falta cerebro, o que lo tiene en un lugar que no es la cabeza. Pero la propia Granata cobró cuando aludió a “mi pareja”.

—¿Cuál de todas? -le preguntaron, perversos.

—Bueno, la última -respondió sin arrugar. Granata es la clase de persona que un soldado quisiera tener a su lado en la peor batalla.

QUE NO SE PUDRA

Completamente borracho, en la calle, saliendo de un festejo, Mike Amigorena fue la siguiente nota, o el intento de hacerla. Había celebrado el debut de “Vecinos en guerra”, la nueva tira de Telefé. Una digresión sobre esta comedia: el escenario es un barrio que no se parece a la estilización a lo popular de los vecindarios de la época costumbrista de los productos de Suar, sino a un suburbio de clase media de Boston. Todo está recién pintado: las casas, sus cercas, la señalización de las calles y las mujeres.

Uno de los mejores momentos del estreno de “Implacables” fue la presencia de una víbora venenosa en el estudio. Tamara Gala concurrió para ofrecer un testimonio de las relaciones clandestinas entre Carmen Barbieri y su antiguo esposo Beto César durante la gira de “Escandalosas”. Todos viajaban en un motorhome, Carmen y Beto dormían en la misma cama y Tamara les sacó fotos. Sería su revancha ante amenazas recibidas.

—¿Qué amenazas?

—Me dejaron un mensaje avisando que me iban a romper las piernas -contó, es decir, una de las pocas cosas que todavía no le han roto. La bailarina se hizo famosa hace un par de meses difundiendo un video hot donde se introduce un encendedor en los genitales.

La bailarina le da a Monti el celular con las fotos comprometedoras de Carmen y César, y Monti juega con el suspenso. “Si ponemos esto al aire, se pudre todo”, dice dramáticamente a la cámara, con el celular en la mano. Sus compañeros ven las fotos y piden que no salgan al aire, y llegan llamados de personas ligadas a la familia de Beto César rogando que no las muestre para no destruir otro matrimonio. Finalmente no las muestra. Al parecer esta intriga -que incluye las adicciones de Federico, hijo de Carmen, parte del elenco y enredado con Tamara- se alimenta de viejos rencores alumbrados en el “Bailando”, que es como la Creación: todo viene de ahí.

Luego de notas a Pergolini y Pettinato acerca del nuevo “CQC”, la última media hora fue dedicada a una figura que, cuando abre la boca, jamás te va a decepcionar. Moria Casán llegó al estudio. La presentaron como “un diccionario abierto” y se quedaron cortos: es la suma de los tomos de la enciclopedia Espasa Calpe.

Es el pasado que vuelve

Susana Roccasalvo y Carlos Monti, de “Rumores” a “Implacables”.

Foto: Ilustró Lucas Cejas