Entrevista con Matilde Luna, de la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar
Entrevista con Matilde Luna, de la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar
La provincia convoca a referente en niñez para mejorar el abordaje
Los niños alejados de sus padres pasan demasiado tiempo en hogares transitorios. La sobrevaloración del lazo sanguíneo y la falta de articulación entre áreas del Estado retrasan la solución de los casos. En la provincia, hay 112 chicos en familias sustitutas y 396 en albergues.
Agustina Mai
Actualmente en la provincia, 527 niños permanecen alejados de sus hogares por ser víctimas de maltrato o descuido por parte de sus padres. De ese total, 396 viven en instituciones y 112 en familias solidarias (también llamadas de acogimiento u hogares de tránsito), según datos de la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia de la Provincia.
Las estadías demasiado prolongadas en los hogares transitorios y la falta de articulación entre diferentes áreas del Estado (educación, salud, niñez, justicia) son algunas dificultades de la problemática de la niñez en riesgo.
En Santa Fe, hubo casos paradigmáticos que evidenciaron estas falencias, como la denuncia de malos tratos hacia una niña discapacitada en el hogar Fracciolla; o la adopción de MJ, una beba de dos años, que pasó ilegalmente de un hogar de tránsito a otro y que fue adoptada por la segunda familia que la cuidó.
Con el objeto de analizar estas debilidades, buscar soluciones y capacitar a los profesionales, la Subsecretaría de Niñez convocó a la especialista Matilde Luna, referente de la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (Relaf), en el marco de la primera sesión del año del Consejo Provincial de Niños, Niñas y Adolescentes.
—¿Cómo ve el trabajo de Niñez en Santa Fe?
—La provincia de Santa Fe está haciendo importantes progresos para aumentar el número de operadores en sus equipos de trabajo con las familias en dificultades. Además, tiene la preocupación de mejorar las condiciones de prevención y de cuidado alternativo. Entendemos que ha habido poco cuidado de la figura de la familia solidaria. Sigue habiendo situaciones de arrastre, que generan bastante impacto en el trabajo de los equipos. Hay que diferenciar el acogimiento de la adopción: la familia que quiere adoptar debe seguir un camino totalmente distinto al de una familia de acogimiento. Sin embargo, en esta provincia hubo situaciones en las que se entregaron niños que estaban para acogimiento, a familias que querían adoptar.
—Como el caso de la beba MJ que pasó de un hogar de tránsito a otro y fue adoptada por quienes la cuidaban transitoriamente.
—Todos esos manejos no claros y no cuidadosos terminan desvirtuando un dispositivo que es bueno, si está bien utilizado.
—A partir del cambio de ley, el Estado hace una férrea defensa de la familia de origen, como el mejor escenario posible para el niño. ¿Esta interpretación es correcta?
—Hay una sobrevaloración del lazo sanguíneo, como si por sí mismo conllevara seguridad y protección. Pero el lazo sanguíneo no garantiza per sé el cuidado del niño. La Convención de los Derechos del Niño y las leyes locales resguardan como primera opción la familia de origen, que debe contar con todas las ayudas posibles, como la asignación universal por hijo. Pero si hay situaciones flagrantes de violación y la familia tiene un rol activo, no hay muchas vueltas que dar. La segunda opción es la familia ampliada, por ejemplo una tía o una abuela. Es importante que los chicos puedan quedar en su entorno, pero esa opción tiene que ser evaluada, porque no siempre una abuela o una tía están preparadas. Luego están las familias de acogida, donde también aplica la evaluación para saber si es un lugar protector para el niño. Hay que acompañar a esa familia y la estadía debería ser el menor tiempo posible.
—Los hogares de tránsito cuestionan que después de mucho tiempo de recuperación, algunos niños vuelven a sus familias de origen y sus padres -adictos, golpeadores- reinciden en la violencia.
—Decidir el destino de un niño es una decisión muy difícil para los equipos profesionales, pero ése es su trabajo. Hay que tener capacidad de evaluación y de decisión. Hay que jugarse con un diagnóstico y una conclusión, y la autoridad política debe acompañar las decisiones de los profesionales.
—La ley de niñez establece una estadía máxima de 18 meses en hogares de tránsito, pero no define un plazo para que la Justicia declare su adoptabilidad, por lo que transcurre mucho tiempo hasta que se resuelve la situación. ¿Esto se da en otros lugares?
—El tiempo es una preocupación en todos lados. Antes de la nueva ley, no había plazos: el niño quedaba a disposición del Estado y podía pasar su vida en una institución. Hoy, la tendencia es acortar los tiempos. De todas formas, hay una interpretación errada porque el plazo no es de un año y medio, sino de 90 días renovables. A veces en una semana o un mes se puede resolver la situación, por ejemplo si un bebé fue abandonado y no hay familiares que lo reclamen, o si una familia abusa de un niño, con malos tratos, daños y perversión constatados. Resolver esas situaciones no puede llevar un año y medio.
—Pero justamente los hogares de tránsito critican que las estadías se prolongan demasiado...
—El tiempo es un tema crítico y en esta provincia es una variable a trabajar. El problema no es la falta de recursos -porque hay profesionales calificados-, sino la falta de parámetros claros. Hay que ajustar algunos procedimientos y el profesional se tiene que hacer responsable: si un psicólogo ve un maltrato severo, debe hacer un informe que determine que esos adultos no están en condiciones de cuidar de ese niño.
—¿Cuál es el camino para evitar situaciones como la del hogar Fracciolla o el de MJ?
—Estamos acompañando este proceso para mejorar la capacidad de los profesionales, la capacidad de decisión, los estándares de seguimiento y los protocolos. Todo eso va a ayudar a ordenar, pero siempre hay un margen donde puede estallar alguna situación, porque trabajamos con conflictos humanos.
La clave
¿Quién es?
El dato
Cuidado alternativo
"Si un bebé fue abandonado y no hay familiares que lo reclamen; o si una familia abusa de un niño, con malos tratos, daños y perversión constatados, no puede llevar un año y medio resolver esas situaciones”.
Matilde Luna, referente de Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar
Los albergues, una excepción
—No decimos que a los hogares hay que abolirlos porque, en ciertas circunstancias y con ciertos parámetros, pueden ser un buen lugar por un tiempo. Pero no es un espacio de vida para nadie y menos para un niño. Por eso queremos reducirlos a una excepcionalidad y que sean aplicados sólo cuando sean necesarios. Desde la Relaf junto a Unicef, queremos erradicar en América Latina el cuidado institucional de niños de 0 a 3 años. La mayoría de los niños privados de una familia está aislada de la sociedad y cuando sale de la institución tiene dificultades para establecer el lazo social.