Una situación explosiva
La guerra en Siria se acerca a Jordania
A diario, miles de sirios cruzan la frontera huyendo de la conflagración y en busca de refugio. Los vecinos jordanos temen una invasión y se preparan para lo peor.
Jordania ya aloja a más de medio millón de refugiados sirios que dejaron su país huyendo de la guerra. Foto: Agencia EFE
Taylor Luck
Agencia DPA
El norte de Jordania sufre cada vez más las consecuencias del conflicto en Siria y muchos incluso temen una invasión, lo que ha hecho aumentar la venta de máscaras de gas y de armas.
Al caer el sol Mohamed Sarhan ya no permite a sus invitados fumar ni un cigarrillo. Su vivienda en el pueblo de Sama, en el norte de Jordania, está en la más completa oscuridad. Sin luz, sin televisión, sin electrodomésticos e incluso sin cigarrillos encendidos.
“Si se encienden las luces, los ataques se acercan”, explica el hombre de 52 años después de que el muecín llame a los rezos de la tarde desde el minarete de la mezquita del pueblo. Se sienta en la terraza de su vivienda de una planta y observa el fuego de los combates sobre el pueblo sirio de Nasib, al otro lado de la frontera. “Han llegado demasiado cerca”.
La guerra civil siria ha tenido repercusiones en la vida de decenas de miles de jordanos, sobre todo en el norte del país, a lo largo de los 370 kilómetros de la frontera. Allí llegan disparos de rebote que impactan en pueblos jordanos, pero también unos 500.000 refugiados sirios en busca de un lugar seguro y que deben ser alimentados.
La última ofensiva aérea de las tropas del gobierno sirio contra los rebeldes en la frontera ha agravado la situación: sólo en la última semana de abril cayeron en suelo jordano más de 50 artefactos explosivos disparados desde Siria, informaron los habitantes locales.
Ardieron muchas hectáreas de pastos y cerca de la ciudad fronteriza de Mafrak las escuelas se cerraron. Y muchos jordanos incluso consideran probable una guerra entre los dos países vecinos, aunque su gobierno le quite importancia.
En el pueblo jordano de Sahel Houran más allá del río fronterizo de Jarmuk, las consecuencias del conflicto son muy evidentes: los feudos rebeldes de Taybe y Tal Shihab están a menos de un kilómetro. De esos pueblos de olivares y casas rústicas ya han huido decenas de habitantes.
Mohamed al Saad se ha marchado a casa de su hermanos en la ciudad de Ramtha, con su familia de cinco miembros. Primero se escuchaban los ataques una vez a la semana, cuenta el hombre de 35 años. Después una vez cada dos días. “Y después nos sentíamos como sacudidos por terremotos cada cinco minutos”.
Desde hace algún tiempo muchos jordanos temen también un eventual uso de armas químicas en Siria. Y es que creen capaz de casi todo al gobierno de Damasco.
Para algunos la situación se ha convertido en negocio: Mohamed Hamad, dueño de una tienda de la ciudad fronteriza de Al Turra, vendió la semana pasada 30 máscaras de gas. “Rezamos para que ocurra lo mejor, pero nos preparamos para lo peor”, señala el hombre de 64 años mientras pone un nuevo montón en el mostrador.
En toda la región norte, la gente se prepara para una posible invasión siria. Muchos han comprado armas de fuego y munición y en los pueblos se fundan milicias para la autodefensa. Omar Said, de Al Theinebe, muestra su nuevo rifle semiautomático. “Queremos enviar un mensaje a todos, es decir a Bashar, al Ejército Libre de Siria, a Rusia, China y Estados Unidos: nosotros los jordanos defenderemos nuestra tierra hasta la última gota de sangre”.