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“Cine y regímenes autoritarios”
Leni Riefenstahl dirigiendo el documental "El Triunfo de la Voluntad", filmado durante el Congreso Nacionalsocialista desarrollado en Nuremberg en 1934. foto:archivo
Raphaël Muller y Thomas Wieder compilan en Cine y regímenes autoritarios del siglo XX una serie de ensayos que repasan las variables con que las dictaduras de todos los signos buscaron utilizar este medio popular por excelencia, estudiando especialmente los ejemplos de la Unión Soviética, el Japón de entreguerras, la Italia fascista, el Portugal de Salazar, la Alemania nazi, la España de Franco, la Francia de Vichy, la China maoísta, el Brasil de los militares, la Grecia de los coroneles y de cuatro “democracias populares” (Hungría, Polonia, la República Democrática Alemana y Checoslovaquia).
Pierre Sorlin, en el prefacio, escribe: “La obsesiva presencia en la pantalla de Mussolini, de Stalin o de Mao nos parece detestable (a nosotros, que toleramos a nuestros políticos en nuestros televisores). Aquí una vez más tenemos que acomodarnos a un cambio de escenario. A comienzos de los años 1930, los aportes cinematográficos de Vargas eran mortalmente aburridos: un hombre cualquiera que se filmaba en un plano fijo, hablaba interminablemente. A Mussolini no le iba mejor: si se lo escuchaba, no se lo veía bien, su entorno se agitaba y cubría el campo que tenía adelante. Pensemos, no obstante, en lo que tenía eso de nuevo: un discurso que no se leía en el periódico, que se escuchaba mirándole la cara al orador. Y, muy pronto, la puesta en escena evolucionó. En Brasil se abreviaron las arengas para mostrar a la multitud entusiasta aclamando al líder. Esos noticieros nos restituyen la sociedad brasileña tal como el dictador la concebía. En Italia se puso en escena un sorprendente ritual, un diálogo ficticio entre el duce, que se contentaba con pronunciar unas pocas palabras y una masa humana que aplaudía a la menor interrupción (interrupción calculada, evidentemente, par obtener esa respuesta)”.
Las políticas cinematográficas de los regímenes autoritarios; el reclutamiento y comportamiento de los profesionales del cine; el rol de la censura, son algunos de los temas ampliamente tratados en el libro, así como el rol no menor que jugó el público. En efecto, Christian Delage pone en duda “la idea, habitualmente aceptada, según la cual un Estado, a fortiori totalitario, puede, por una simple decisión política, asegurar el éxito de una producción cinematográfica y su apropiación por un público amplio”, aun regalando las entradas o incluso arreando a los ciudadanos a las salas de proyección. Publicó Nueva Visión.