Lengua Viva

Educación y cultura: un proceso vital

Evangelina Simón de Poggia

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Se plantean como una secuencia, como un proceso. Para que a un individuo le sirva la cultura, ésta debe de estar teñida por la educación. No es lo mismo educar que culturizar, esta última es un avance inevitable sobre la primera. La educación comienza en el seno natural: la familia, el hogar. Este contexto es determinante: enseñar al niño la importancia de los valores humanos y el desarrollo de buenos hábitos, incorporarlos encarnadamente, será importante para que en el sistema educativo se continúe la labor y pueda introducirse al alumno progresiva y sistemáticamente en el ámbito cultural.

El niño que posee los valores que implica la educación está preparado para culturizarse. ¿Por qué digo esto? ¿Desde qué lugar me estoy posicionando? En el espacio explicitado, el cual apela a la responsabilidad y compromiso adquirido por los padres en lo referido a la conducción y acompañamiento en la evolución y formación de sus hijos. Enseñarles vivencialmente: la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo correcto de lo incorrecto, lo justo de lo injusto, la importancia de las actitudes honestas y solidarias, el gozo que provoca una formación espiritual que le haga sentir de manera trascendente que no está solo; esto será fundamental para la construcción de un ser individual con proyecciones sociales, cuyo fin sea la integración positiva y fructífera en la comunidad a la que pertenece. Será importante que los padres concienticen que educar a un hijo es sacrificado, pues un “no” puede provocar, tal vez, llantos y discusiones con él y ahí es donde está la tarea más fructífera de ellos: poner límites.

En el ámbito de la educación que propugno no debemos olvidarnos del aspecto referido a la importancia que se le debe dar al “conocimiento”. El ingreso al sistema educativo deberá propiciar la responsabilidad institucional y docente de continuar la labor formativa iniciada por los padres. La figura del maestro debe ser revitalizada éticamente por los mismos y la sociedad en general, pues es a quien confiamos nuestros hijos para continuar el proceso evolutivo iniciado en el ámbito familiar. En el aprendizaje formal, sería deseable que el niño vaya sintiéndose progresivamente responsable de su propio aprendizaje; ir sacando de su mundo cognitivo el hábito de la memorización en pro del razonamiento; darle caminos metodológicos factibles para la realización de los procesos que lo llevarán al conocimiento y lo prepararán en el pasaje del pensamiento lógico concreto al abstracto, al pensamiento simbólico; hacerle entender la importancia de la comunicación verbal y no verbal para su desarrollo intelectual y emocional, tanto en el área de la expresión como en la de la comprensión e interpretación, haciéndolo sentir humano, y su necesidad, por lo tanto, de interactuar con el otro en pro de su crecimiento como persona.

Me atrevería a decir que la educación le da al niño instrumentos para enfrentar un desarrollo óptimo en el ámbito cultural. Cultura con educación: sí; sin ella: no. Mis abuelos apenas sabían leer y escribir, pero tenían muy claro la educación en valores; la ética atravesó sus vidas, ellos me educaron, eso me salvó para seguir, humildemente, mi camino cultural. Pensemos que, tal vez, “el problema” de nuestro país, hoy, es la carencia educativa.