UNA LECTURA DE “PARAÍSOS”, DE IOSI HAVILIO

El zoológico como metáfora

a.jpg

Las tres novelas de Iosi Havilio son relatos de viajes y los personajes protagónicos, conforme a las peripecias por las que atraviesan y los diferentes partenaires que los acompañen tendrán un derrotero, por momentos, indiferente a los hechos, y por momentos, vertiginoso. Foto: ARCHIVO

 

Mariano Pagés

El escritor Iosi Havilio (Buenos Aires, 1974), autor de las novelas “Opendoor”, “Estocolmo”, y “Paraísos”, ha recibido elogios de escritores de la talla de Fogwill y Fabián Casas, oportunamente, y de críticos como Beatriz Sarlo y Quintín; visitará nuestra ciudad el próximo viernes 18 de octubre, con el objeto se presentar al público su última novela. El evento se desarrollará desde las 20, en la librería Palabras Andantes -San Jerónimo 2342-.

Narrada en un presente continuo y desde una primera persona impertérrita, “Paraísos” cuenta el viaje de la narradora, el mismo personaje de “Opendoor”, pero esta vez relata el periplo inverso, del campo a la ciudad; un personaje indolente e inmóvil al que le van sucediendo las cosas sin proponérselo, como arrastrado por los acontecimientos. Una mujer joven, casi sin pasado y sin nombre, inicia un derrotero impasible en procura de techo y comida, con un hijo a cuestas, Simón, un pequeño de apenas cuatro años. La narradora de “Opendoor” regresa a “Paraísos” para desandar el viaje que hace en la primera novela.

Un recorrido contingente es el que inicia la narradora con su hijo en “Paraísos”: luego de la muerte de su pareja, Jaime, un amante viejo, bruto y rústico, de quien se enamora en la primera novela, así leemos, en boca de la narradora: “... un recuerdo fugaz de este hombre tosco del que me enamoré sin querer y me desanomoré sin darme cuenta”; una voz extranjera e inexpresiva nos dice: “Después de esta segunda visita, las cosas, por azar o por necesidad se precipitaron. Una acumulación de episodios no tanto graves como significativos terminaron de expulsarnos”, la narradora vuelve a Buenos Aires y recala en un cuarto de pensión, allí conoce a Iris, su partenaire rumana y pasiva, “... con esa mezcla de fastidio e indiferencia tan suya”, dice la narradora, refiriéndose a Iris; la protagonista consigue trabajo en un serpentario de un zoológico y finalmente, a instancias de un compañero de trabajo, un tal Canetti, un ex empleado bancario devenido en ordenanza del zoológico, accede a aplicarle dosis de morfina a Tosca, una enferma terminal que regentea una torre tomada, y le propone vivir allí, a modo de pago. La fauna de El Buti, la torre tomada, es una galería de personajes desolados y marginales - dealers, travestis, lúmpenes-, movidos por la supervivencia, que acompaña algunas de las peripecias de la narradora; la mirada lisérgica que tiene el personaje sobre los habitantes de la torre prefigura en escala el mundo de sobrevivientes marginales con el que le toca socializarse: “El resto, más o menos alegres, más o menos pesados, desfilan delante nuestro sin cesar: Benito, Sonia, Canetti, Herbert, Perico y los chicos duros, en banda. Simón corretea detrás de unas nenitas con caras asiáticas. Las capas de realidad, todo lo que veo, me conducen a un limbo ácido, alucinante”.

La reaparición de Eloísa, personaje lujurioso y adolescente en “Opendoor”, discontinúa el curso pasivo de los acontecimientos: “... la prueba de que Eloísa volvió es que me hace dudar” y le agrega la rapidez y el vértigo que caracterizan a Eloísa; algo similar ocurre en “Estocolmo” con la pareja de René, un homosexual chileno que regresa a Chile luego de un exilio de treinta años en Suecia, y Boris, un marginal serbio; pareciera que el costado vitalista está del lado del exceso y el desenfreno, como señala Beatriz Sarlo en el texto escrito en ocasión de la aparición de “Estocolmo”, segunda novela de Havilio.

La narradora, casi sin planteárselo, se va dejando arrastrar por los hechos, con la misma inercia que la caracteriza en “Opendoor”, y con la misma incapacidad para prever qué será de su vida y la de su pequeño hijo, “... como todavía falta bastante, ni averiguo cómo será en invierno”.

Una escritura lacónica y por momentos monótona, con la misma lógica de un diario y en un tono neutro, va creando un clima de desasosiego y desolación que ni la protagonista ni el lector puede inferir qué ocurrirá en el curso de los acontecimientos.

Las tres novelas de Havilio son relatos de viajes y los personajes protagónicos, conforme a las peripecias por las que atraviesan y los diferentes partenaires que los acompañen tendrán un derrotero, por momentos, indiferente a los hechos, y por momentos, vertiginoso. La producción novelística de Havilio narra los desplazamientos geográficos que hacen reunir a los personajes con su precario pasado.