Una de espionaje corporativo y corrupción
Una de espionaje corporativo y corrupción
Escena del film “Paranoia”, protagonizado por Liam Hemsworth, bajo la dirección de Robert Luketic.
Foto: Archivo El Litoral
Laura Osti
“Paranoia” es una de esas películas que responden a un modelo industrial ya probado y estandarizado, pero, como también suele ocurrir, el estereotipo puede dejar picando algunas cuestiones que hacen pensar.
El film de Robert Luketic (“Legalmente rubia”) plantea conflictos interesantes (el guión está basado en una novela de Joseph Finder), pero el problema que presenta es que la trama sabe a fast-food, una fórmula rápida y sin personalidad definida.
Se trata de la experiencia, contada en primera persona, de un joven nacido y criado en Brooklyn, pero con aspiraciones a triunfar en el mundo de los negocios, del otro lado del puente, en la seductora Nueva York. Adam (Liam Hemsworth) tiene 27 años y está al frente de un grupo de jóvenes creativos en una empresa de telecomunicaciones, pero todos son despedidos por Nic (Gary Oldman), el malvado dueño de la firma.
Adam se queja de la pérdida de valores de la sociedad en la que tiene que crecer y en la que pretende triunfar. Señala la muerte del sueño americano que inspiró a sus mayores, que priorizaba la educación como la llave para triunfar. Ejemplo de esas ideas es su padre (Richard Dreyfuss), un hombre que dedicó su vida al trabajo y que ahora, ya retirado y enfermo, depende de su hijo para subsistir. Adam no quiere terminar como él.
En esas circunstancias, el joven recibe una propuesta de trabajo, curiosamente proveniente del mismo empresario que lo despidió. Se trata de un trabajo altamente cualificado, pero sucio: espiar y robar datos de una empresa de la competencia, cuyo dueño fue precisamente el mentor de Nic, un tal Jock (Harrison Ford). Ellos fueron socios en algún momento, pero la relación se rompió y no de la mejor manera. Ambos han quedado resentidos.
Nic le explica su plan a Adam y le ofrece mucho dinero por el trabajo que le pide, y además le promete que les conseguirá empleo a sus amigos.
La película pone el foco en el tema de la tecnología de las telecomunicaciones que si bien sirve de manera masiva para conectar fácilmente a las personas distanciadas, también se emplea en redes de espionaje cada vez más sofisticadas, algunas veces con la excusa de la seguridad y otras, nada más que para controlar a individuos con intenciones criminales.
Por su ambición, Adam entra en ese círculo de relaciones y cuando las exigencias lo ponen en crisis con sus principios, al punto de querer salir del proyecto, empieza a recibir presiones cada vez más violentas y cae en una vorágine que pone su vida y las de sus amigos en riesgo extremo.
Con trazos gruesos y sin mucha sutileza, “Paranoia” expone los grandes temas que afectan a la sociedad norteamericana actual: la urgente necesidad de tener éxito a cualquier precio que presiona a los jóvenes, siempre acosados por altas expectativas y el temor al fracaso; la pérdida de valores como la lealtad y la búsqueda del bien, en favor de la conveniencia y la traición; y también el desapego a la ley, ante la proliferación de atajos que ofrecen las tecnologías cada vez más complejas y al alcance de las corporaciones.
En la película de Luketic hay un poco de todo eso y también romance, amor filial y compañerismo. La propuesta, si bien es crítica, ofrece una salida, intenta dejar una lección moral, aunque peca de superficial. Es de destacar el calibre del elenco, un puñado de pesos pesados que se ponen el film al hombro con el profesionalismo que los caracteriza.
buena
Paranoia