El diario de Yrigoyen, ¿un mito urbano?

IRGOYEN_RETRATO.jpg

Hipólito Yrigoyen. Foto: Archivo El Litoral

 

Teresa Sandoz

En la asunción de la segunda presidencia del Dr. Hipólito Yrigoyen, el 12 de octubre de 1928, se aprecian dos realidades que se dan al mismo tiempo: por un lado, el acompañamiento de una enfervorizada multitud que convalida a Yrigoyen en su trascendente rol histórico, y por otro, los malos augurios y prensa adversa de los grandes diarios que pronosticaban lo “peor” por venir. Por ejemplo, el diario Crítica, fundado por Natalio Botana, opositor acérrimo del gobierno radical, tituló “Dios salve a la República” el día de la asunción del presidente.

Sin embargo, la victoria del radicalismo en las elecciones nacionales efectuadas el 1º de abril de 1928 fue abrumadora, logrando el 57,41 % del total de votos frente a los otros partidos, entre ellos el Frente Único (radicales antipersonalistas y conservadores), el Partido Socialista, la Democracia Progresista y el Partido Comunista. En 1926, se había efectuado por ley un nuevo empadronamiento general, dado lo anticuado de los registros cívicos vigentes por entonces, y dice un historiador: “De ese modo, el escrutinio reflejaba, pues, una expresión de voluntad abrumadoramente auténtica.” (1)

Pese a esta contundente victoria electoral existía una posición antirradical tan dura que permite deducir que mucho antes de ese verdadero “plebiscito” (como se consideró la elección) existían diversos grupos civiles y militares que tempranamente conspiraban para el fracaso de la nueva gestión. El historiador A. Rouquie, estudioso del poder militar y de la sociedad política argentina, dice: “El golpe de Estado está en marcha; antes ya del resultado de las elecciones, el Ejército (como cuerpo) y los medios conservadores más combativos consideran ilegítima la nueva presidencia de Yrigoyen” (2).

¿Existió el diario de Yrigoyen?

En 1929, el clima político se iba enrareciendo cada vez más y las críticas al gobierno eran continuas y se dice que muchos colaboradores cercanos al presidente trataron de ocultarle las numerosas opiniones adversas y hasta se habla de la impresión de diarios especiales donde no aparecen opiniones críticas a su gobierno. ¿Esto es una leyenda, un mito urbano?

Para la mayoría de los autores consultados esto nunca se probó y muchos consideran que fue una mentira inventada por los golpistas del ‘30. El historiador uruguayo Angelo Harman en un artículo titulado “La leyenda del diario de Yrigoyen, la mentira que perdura en el tiempo” (6/2/2013) hace referencia a una disertación del Dr. Hipólito Solari Yrigoyen, hecha en la Universidad de la Plata, donde se desmiente la existencia del diario, aclarando que se decía que le hacían una edición especial de La Prensa, pero Yrigoyen no la leía porque leía La Nación. Nunca nadie vio un ejemplar de este supuesto diario.

Por otro lado, defiende la lucidez mental de Yrigoyen y el pleno uso de sus facultades, como lo demuestra la lectura de su propia defensa realizada en la isla Martín García, en pleno cautiverio, adonde lo había arrojado la revolución del 6 de septiembre de 1930 (3).

Respecto de la existencia o no de un diario especial para el presidente, hay un detalle curioso que trae su biógrafo Félix Luna que dice: “En medio de las malévolas campañas antirradicales, La Época publicaba en primera plana, día tras día, documentos del caudillo con treinta años de atraso; juicios laudatorios archiconocidos, los telegramas de felicitación... parecería que se estuviera tratando de rescatar dramáticamente una imagen que se iba haciendo cada vez más desvaída, más manoseada”. Esto ocurrió en los últimos meses de su gobierno y habrá sido un consuelo para el presidente al rememorar épocas mejores.

Otra interpretación. Corolario

Para algunos periodistas, decir “el diario de Yrigoyen” es apelar a una figura metafórica, muy argentina, para indicar que a alguien le construyen una realidad falsa, con el fin de no fastidiarlo o de sacar una ventaja. En un artículo de La Nación, Héctor D’Amico (31/3/2009) haciendo referencia a las mentiras del poder; dice que el gobierno se crea su propio discurso, que elabora sobre la base de las estadísticas que falsea, concluyendo que es la fábula del rey desnudo. ¿Es una exageración?

Fuentes: (1) Luna, Félix “Yrigoyen”. Hyspamérica. 1986.

(2) Rouquie, Alan. “Poder militar y sociedad política en la Argentina”. Emecé.

(3) Harman, Ángel, “La leyenda del Diario de Yrigoyen”.

(4) Sanguinetti, Horacio. “La democracia ficta”. La Bastilla.