La mirada de un especialista
La mirada de un especialista
Castro: “Lo que ocurre en Argentina es lo contrario a la sojización de la economía”
Jorge Castro destacó el potencial económico del país. Foto: Pablo Aguirre
Gabriel Rossini
Para el Dr. Jorge Castro, abogado y periodista especializado en Comercio Internacional, que la semana pasada estuvo disertando en Santa Fe, el “pensar la relación con China en términos de comercio bilateral entre dos países no es correcto” porque “el fenómeno chino no es el de un país más grande que ha crecido más que otros sino que es el del cambio del eje del proceso de acumulación global del sistema capitalista”.
—¿Cómo ve usted Argentina y su inserción en la economía?
—Hay dos datos fundamentales a tomar en cuenta. La cosecha de granos de Argentina vale en el mercado mundial más de 50 mil millones de dólares con los precios de los últimos seis meses. Esto está en relación directa al hecho de que la demanda china de alimentos crece cada vez más. El año pasado importó 60 millones de toneladas de soja y este año importará 70 millones. Según el Departamento de Agricultura de EE.UU. en 2022/23 va a importar 115/120 millones de toneladas. Sólo EE.UU., Brasil y la Argentina producen y exportan más del 90 por ciento de la oferta mundial. Este año se da la siguiente situación: hay récord de cosecha de granos en los tres países y al mismo tiempo precios récord de los granos en el mercado mundial. En vez de caer, el precio sube. Es un efecto demanda en estado puro que tiene un nombre: China y el mercado asiático.
—Usted habla de China pero también participan de este crecimiento de la demanda otros países emergentes como India.
—Pero China es una categoría aparte. India es el 30 PBI de China. Además en China están ocurriendo cambios internos como la emergencia en gran escala de una nueva clase media, el vuelco de la población hacia el consumo de productos proteínicos - cárnicos, que son elementos todos que favorecen el incremento de la demanda de alimentos y especialmente de granos para alimentar la población animal. La producción agroalimentaria china es insustentable por la razón de que su población es el 22 % del total mundial y la tierra fértil que utiliza para la producción de alimentos es el 7 %. Esto hace que haya una creciente dependencia externa para garantizar la seguridad alimentaria de su población.
—En su libro “El desarrollismo en el siglo XXI” describe que el gran capital de la revolución tecnológica que hoy ocurre en el mundo es el conocimiento. ¿El hecho de depender de la soja no nos aleja de esa revolución?
—No porque el fenómeno de transformación agroalimentaria de Argentina de los últimos 20 años no es un fenómeno de utilización intensiva de recursos naturales excepcionales sino que es un fenómeno tecnológico organizativo. El dato que hay que tomar en cuenta es que el agro argentino no sólo dispone de las tierras más fértiles del mundo más cerca de puertos oceánicos en un clima templado, sino que en los últimos 20 años ha adquirido un nivel tecnológico organizativo de productividad que lo equipara al medio oeste norteamericano. El punto esencial a tomar en cuenta es que el agro argentino está por encima del nivel de incremento de la productividad del sistema capitalista en su fase de globalización.
—Eso da por tierra con la idea de la reprimarización y sojización de la economía.
—En términos históricos lo que ocurre en la Argentina es exactamente lo contrario. No tiene sentido pensar la relación con China en términos de comercio bilateral entre dos países. El fenómeno chino no es el de un país más grande que ha crecido más que otros. El fenómeno chino es el del cambio del eje del proceso de acumulación global del sistema capitalista. Para comprender lo que es China no basta con decir que es un país que tiene tanta población y que crece tanto por ciento por año. China en los últimos 3 años se ha convertido en el protagonista principal del comercio internacional tanto en materia de exportaciones como de importaciones y en términos de comercio internacional es el país más abierto de la economía mundial.
—Además la irrupción de China a principios de la década pasada permitió que la Argentina se reinserte en el comercio mundial que habíamos perdido en 1932 en la Conferencia Económica del Imperio Británico en Ottawa.
—Este punto es central. Esto se manifiesta de manera concreta en el siguiente hecho: desde 2003 Argentina tiene de manera sistemática y acumulativa un superávit comercial que nunca es inferior a los u$s 10 mil millones y que ha llegado en 2007 a u$s a 20 mil millones. Es la primera vez que esto ocurre desde la década del ‘20. Desapareció la crisis externa de carácter estructural que caracterizó a la economía argentina desde la década del 30 en adelante. Esta crisis era la insuficiencia de dólares provenientes de exportaciones genuinas que le permitieran al país financiar un gran volumen de importaciones y de esa manera mantener una alta tasa de crecimiento económico.
—De todas maneras tuvimos en los últimos dos años falta de dólares...
—La carencia de dólares que la Argentina tiene en este momento no se debe a que no ingresen dólares provenientes de exportaciones genuinas. Todo lo contrario. Se debe a que se ha acelerado la fuga de capitales del país. Desde 2011 hasta noviembre del año pasado salieron del país u$s 22 mil millones.
—¿No tiene que ver también con malas decisiones de política económica como la necesidad de importar energía?
—Tiene que ver esencialmente con una crisis de confianza de los argentinos y del ahorro argentino en su propio país y sobre todo en su sistema político.
—Entonces es muy distinta a las crisis externas de los 60 o los 70, para poner algunos ejemplos.
—Ahí era porque no había exportaciones y por lo tanto no había dólares genuinos. Argentina estaba fuera del comercio mundial.
—Hace hincapié en un tema muy importante para Santa Fe que es el de los puertos. No sólo por el proyecto que hay para trasladar el de la ciudad capital. La traza de la salida al Pacífico es una de las cosas que hoy está en discusión.
—El proceso de integración entre Chile y la Argentina prácticamente se ha completado. Falta un aspecto esencial que es la conectividad entre los dos países. Los puertos oceánicos de Chile sobre el Pacífico son la vía necesaria para transportar la carga de la producción agroalimentaria argentina a los mercados asiáticos. La conectividad significa dos cosas: túneles y pasos cordilleranos hacia los puertos ya existentes por un lado y transporte de ferrocarril de cargas por el otro. Por eso la cuestión del Ferrocarril Belgrano es central para el desarrollo de Argentina y sus exportaciones para los próximos 30 años. Exportando vía Buenos Aires se pierde competitividad por el costo logístico. No queda otra que salir por Chile.
Para el periodista la transformación agroalimentaria de Argentina es más un fenómeno tecnológico organizativo que de utilización de recursos naturales excepcionales. Disertó el martes último en el marco de la 2º Semana del Comercio Exterior.
Empleos de calidad
—Usted destaca que post crisis financieras se generan empleos de calidad que no se cubren por falta de capacitación. Me interesa el concepto porque entiendo que modifica lo que estábamos acostumbrados a ver respecto de la calificación que deben tener los trabajadores para aspirar a insertarse en el mercado.
—EE.UU. es el país frontera del sistema. Adelanta el futuro. La industria manufacturera norteamericana le ha ofrecido al mercado 3 millones de puestos de trabajo de alto nivel de calificación que el mercado no le ofrece ni le da la posibilidad de ocuparlos porque no existen en este momento esa cantidad de personas de la calificación que piden para completarlos. Eso cuando la tasa de desocupación en EE.UU. es del 7 %, de los cuales la mitad están desocupados desde hace al menos un año y medio o más. Esto significa que la principal restricción que hoy tiene el desarrollo de la industria manufacturera norteamericana, por definición la más avanzada del mundo y que está en pleno proceso de una nueva revolución tecnológica, es la carencia de fuerzas de trabajo suficientemente capacitada.
—Esta salida de la crisis de EE.UU. tiene que ver con la explotación de los combustibles no tradicionales. ¿Nos emparientan con ese proceso los yacimientos de Vaca Muerta?
—La importancia de la explotación de Vaca Muerta no es sólo un fenómeno de características energéticas ni siquiera en lo que implica el boom de inversiones extranjeras que está detrás. Lo importante es que su plena explotación es la ocasión y el motivo para desencadenar un nuevo flujo de desarrollo industrial en el país.
—En EE.UU. el precio bajísimo de la energía a partir de la explotación del shale les permitió bajar los costos de producción al punto que empezó a recuperar las fábricas que habían emigrado a Asia.
—Este punto es fundamental. Hay una recuperación del desarrollo industrial en Estados Unidos debido a la explosión del shale gas y shale oil. Lo que es válido allá, es válido acá.
Los problemas de Brasil
—¿Cuál es su visión de Brasil?
—La economía brasileña está estancada aunque el consumo todavía sea alto porque hay pleno empleo. Brasil es el 54 % del PBI de América del Sur y el 74 % del PBI del Mercosur. El punto es éste: la economía brasileña prácticamente no crece, hay contracción del PBI industrial, la industria manufacturera que es históricamente la más avanzada e integrada de América Latina, está perdiendo posiciones incluso en el mercado doméstico frente a la competencia extranjera. Esto se debe a que su productividad es bajísima, de menos del 1 % anual en los últimos 5 años y los costos de la producción son hasta 4 veces superiores a los de sus competidores como Corea del Sur. Hasta Alemania es más barata para producir. Además hay que sumarle el alto costo laboral, la carencia y colapso de la infraestructura y la extraordinaria trama de trabas e impedimentos que constituye la gigantesca burocracia brasileña.
—¿Argentina es muy diferente a esta descripción que hace de Brasil?
—Lo que pasa es que Argentina está aprovechando el gran cambio de infraestructura en lo que se refiere a la producción agroalimentaria, que comenzó hace 15 años con la hidrovía sobre el Paraná y la modernización de los puertos. Ahora habría que hacer un esfuerzo dos o tres veces mayor al que se hizo entonces en materia de caminos, de puertos, de electricidad, de cibernética.
—Para concretar estas grandes obras de infraestructura se necesita un monto de inversiones que evidentemente no se puede financiar con el ahorro interno. ¿Hay confianza para que vengan los inversores a poner esa plata?
—Desde el 27 de octubre pasado cuando se produjo la derrota electoral de la presidente, los activos de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street han aumentado entre 40 y 70 por ciento su valor. El consenso del sistema financiero internacional es que los activos en Argentina están subvaluados y la razón es que hasta el mes de octubre la tasa de riesgo país era de 1.270 puntos básicos, el mayor nivel de América Latina, incluso superior al venezolano. En el momento actual, una vez que quedó claro que el gobierno actual termina indefectiblemente en diciembre de 2015, la tasa de riesgo país ha disminuido más de 500 puntos. ¿No le parece que ésta es una respuesta aproximada de si está Argentina en condiciones o no de recibir un boom de inversiones?
—También me parece que es una situación que no es la primera vez que se da en la historia argentina. Confianza en el país pero no en el gobierno de turno.
—Pero este gobierno termina y éste es el punto fundamental porque este no es simplemente un gobierno, es un sistema de poder. El hecho de que esté reformulándose la forma en que la Argentina va a ser gobernada los siguientes 10 años hace que también se transforme su posicionamiento en el sistema mundial y por lo tanto su vinculación con la ola de inversiones que está recibiendo el mundo emergente. Según los cálculos de los especialistas, Argentina debería recibir un dólar de inversión extranjera directa cada 2 de Brasil. Si este país recibió 66,5 mil millones el año pasado nosotros deberíamos recibir 33 mil millones. ¿Sabe lo que se puede transformar con esta plata más los 50 mil millones de cosecha más Vaca Muerta más el dinero de argentinos que pueda volver al país?