Fuera del tiempo

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“Midnight Summer Dream”, de Richard Dadd (1817-1886).

 

Por Raúl Fedele

“Noche soleada”, de Augusto Munaro. Ediciones La Yunta. Buenos Aires, 2014.

“Existe en el mundo una especie de secta de la cual forman parte hombres y mujeres de todas las clases sociales, edades, razas y religiones. Es la secta de los insomnes. Y yo formo parte de ella desde hace diez años. Quienes no pertenecen a la secta les dicen a veces a los adeptos: ‘Si no puedes dormir, puedes leer, ver la tele, estudiar o hacer cualquier otra cosa’. Ese tipo de prédica irrita profundamente a los componentes de la secta de los insomnes. El motivo es muy simple: quien sufre de insomnio sólo tiene una obsesión: quedarse dormido”. (Del film “Le conseguenze dell’amore”, de Paolo Sorrentino).

Noche soleada es la larga divagación durante una de las tantas noches de insomnio de monsieur Pardieux, nacido el 21 de marzo de 1930, empleado de banco que vive no lejos de Cioran (a quien ve merodear por el Barrio Latino). Estamos en 1963 (Pardieux cuenta con los años de Cristo); la semana anterior asesinaron a J.F.K., y unos días atrás Pardieux asistió al estreno de Le Mépris, de Jean-Luc Godard.

El insomne no podría desde luego avalar la tesis de Calderón de la Barca sobre lo que es la vida. Sí sabe, en cambio, que “la realidad es un tejido de ilusiones”. Sabe que las ideas, las evocaciones y las asociaciones lo acribillan cada noche. “Donde exista algo gratuito, completamente innecesario, allí estoy yo para intentarle dar cabida en el mundo”. El insomne recoge e inventa, pero su memoria no alcanza a fijarse (o lo contrario: Borges confesó que “Funes el memorioso” le nació de una crisis de insomnio (1)).

Antes de enloquecerse, las aventuras mentales de Pardieux nos atrapan porque Augusto Munaro las dosifica con humor, irreverencia y deliciosa sentenciosidad (como las especulaciones del narrador sobre la forma de enriquecer los “diálogos acartonados” del mencionado filme de Godard (2)).

Como “no dormir equivale a un viaje fuera del tiempo” y como Pardieux no en vano admira a Leonard Cline (maestro en retroceder hasta los primeros ancestros, escritor admirado a su vez por Lovecraft), así como concibe que en lo sucedido antes de su nacimiento radica el mejor imperio de la realidad, adentrarse en la suspensión del insomnio lo lleva a recorrer y mezclar ese pasado a tal punto que, poco a poco, con el paso de las horas de la noche soleada, las evocaciones, alusiones e invenciones van dislocándose, chalándose, desvariando hasta llenar páginas de palabras unidas sin espacio, hasta hacerse inextricables, aun cuando allí se asoma un posible motivo concreto del desasosiego de Pardieux: un pasado siniestro en Argelia durante la independencia.

“¿Que cuándo ocurrió esto que les estoy narrando?, pues ahora mismo está sucediendo... ¡vaya pregunta!”, prorrumpe el insomne. El tiempo del insomnio (la duración de la novela) es el tiempo nocturno real, pesadillesco aunque no sea el tiempo fantástico de los sueños.

(1) En diálogo con Roberto Alifano, Borges cuenta esa crisis de insomnio, en la que cada noche se acordaba de tantas cosas que llegó a agradecer que su memoria fuera limitada: “¡Qué terrible sería si mi memoria fuese infinita! Sería algo monstruoso. En ese caso yo recordaría cada una de las circunstancias del día de mi vida, que son naturalmente miles, según lo ha demostrado Joyce en el Ulises”. De tales elucubraciones nació “Funes el memorioso”: “Todo ese cuento viene a ser una especie de metáfora, o una parábola, del insomnio”.

(2) En sus memorias, Brigitte Bardot no ahorra también ironías con respecto a ese filme, “El desprecio”, en el que deambulaban a la bartola la propia B.B., Fritz Lang, Michel Piccoli y Jack Palance (“que todavía debe estar preguntándose qué había ido a hacer en ese filme”). “Godard y su sombrero trabajaban en lo de genio, o bien Godard y su genio trabajaban de sombrero. Se podía escoger”. B.B. dice que le había encantado la novela de Moravia, pero adivinó rápido “que la deformarían con una realización y unos diálogos disonantes”.

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De la serie “Prisiones imaginarias”, de Giovanni Piranesi.