Líbranos del mal

Cuando los demonios acechan

Cuando los demonios acechan

El sargento Sarchie (Eric Bana) acaba de atrapar a Santino (Sean Harris), el diabólico asesino que aterroriza a la población de Nueva York, en “Líbranos del mal”, dirigida por Scott Derrickson. Foto: Gentileza Sony Pictures

 

Laura Osti

El estadounidense Scott Derrickson se está especializando en el cine de terror psicológico, vinculado con hechos paranormales, atribuidos a fuerzas oscuras, posesiones diabólicas y fenómenos inexplicables.

Antes de “Líbranos del mal”, exhibió sus inclinaciones con “El exorcismo de Emily Rose” (basado en una historia real ocurrida en la década de los '70) y “Sinister”.

Según afirma el director, “Líbranos del mal” también está inspirada en hechos reales y tiene que ver con las experiencias vividas y narradas por el sargento Ralph Sarchie (Eric Bana), oficial de la policía de Nueva York, en días no muy lejanos al presente.

Sarchie es integrante de una fuerza especial que se encarga de investigar crímenes que tienen características diferentes y que se salen de la lógica habitual. Al parecer, tiene un don que le advierte cuando está ante un caso de ésos y, como un sabueso, no descansa hasta resolverlo.

En esta oportunidad, su olfato lo lleva tras un par de situaciones de lo que parecen ser casos de violencia familiar: un hombre que maltrata a su esposa y una madre que casi mata a su propio hijo, de dos años, al arrojarlo a un foso en un zoológico.

Sarchie observa que no son hechos de violencia común y empieza a tomar nota de una serie de indicios extraños que acompañan a sus protagonistas. Para colmo, se topa con un sacerdote, el padre Mendoza (Edgar Ramírez), experto en exorcismos, quien, como es de imaginar, anda tras la pista de algunos endemoniados. Curiosamente, se trata de los mismos criminales que está persiguiendo el sargento.

Por lo tanto, el film es una combinación de thriller psicológico, con connotaciones religiosas, implicancias policiales y también con situaciones paranormales de algún modo vinculadas con el consumo de drogas pesadas.

Resulta que los casos que están investigando se relacionan todos entre sí y tienen como protagonistas a un grupo de veteranos ex combatientes en la Guerra de Irak. Los ex marines han tenido una experiencia extraña en el desierto que les ha provocado una serie de desajustes en la conducta. Aparentemente, se encontraron ante uno de los portales del Demonio, a través de los cuales el Maléfico capta a sus víctimas, a las que posee con el fin de llevar a cabo sus macabros planes.

Es así que los crímenes adquieren características rituales y los asesinos ofrecen una resistencia que pone en jaque a los más avezados policías de la ciudad de Nueva York. No solamente poseen una fuerza física extraordinaria sino que pueden mover objetos a distancia, meterse en la mente de otras personas e influir sobre sus actos y planificar estratégicamente sus acciones.

Paralelamente, el sargento Sarchie enfrenta una crisis personal que pone en riesgo su matrimonio y afecta a su pequeña hija. El trabajo lo absorbe demasiado y para colmo, los malvados se empiezan a aprovechar de ese punto débil de su enemigo y acechan a su familia, complicando las cosas de tal manera que la vida del guardián de la ley se convierte en un verdadero infierno.

Pero allí está el padre Mendoza para rescatar también a esta alma confundida y juntos luchan contra los demonios hasta vencerlos.

“Líbranos del mal” combina varios clichés bastante trajinados en distintas versiones del género terror, por lo que el resultado es un plato que no se caracteriza por su originalidad, moraleja incluida, pero no carece de eficacia al momento de mantener el suspenso y erizar la piel en las escenas más inquietantes.

buena

Líbranos del mal

Deliver Us From Evil, Estados Unidos/2014. Dirección: Scott Derrickson. Con Eric Bana, Edgar Ramírez, Olivia Munn, Joel McHale, Sean Harris, Dorian Missick, Antoinette LaVecchia, Scott Johnsen, Valentina Rendón y Daniel Sauli. Guión: Paul Harris Boardman y Scott Derrickson, sobre un libro de Ralph Sarchie y Lisa Collier Cool. Fotografía: Scott Kevan. Música: Christopher Young. Edición: Jason Hellmann. Diseño de producción: Bob Shaw. Duración: 118 minutos. Se exhibe en Cinemark.