editorial
- Los cambios introducidos en el sistema de evaluación escolar en provincia de Buenos Aires encendieron la polémica.
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Desafíos de la educación
La decisión del gobierno de la provincia de Buenos Aires de eliminar los aplazos en la escuela primaria y habilitar a los alumnos a llevarse materias previas, encendió una verdadera polémica a lo largo y ancho del país. Es que, en definitiva, cualquier argentino sabe que la educación atraviesa serios problemas y que resulta imprescindible replantear contenidos y metodologías de enseñanza en un país que alguna vez fue referencia mundial en materia educativa.
En primer lugar habrá que decir que no tiene demasiado sentido anclar el debate en cómo se califica a los alumnos -lo que se plantea es eliminar las notas 1, 2 y 3. De hecho, en la provincia de Santa Fe tampoco se utiliza dicho sistema para evaluar a los chicos. Lo que está en juego, en realidad, es una cuestión mucho más profunda.
Quienes defienden la idea del gobierno bonaerense, sostienen que el hecho de que un chico sea aplazado puede generar una frustración en el estudiante que, en muchos casos, termina siendo contraproducente. Para quienes apoyan esta postura, los chicos necesitan estímulos, no castigos.
Además, insisten en que no todos los alumnos se encuentran en las mismas condiciones de asimilar contenidos en un determinado período de tiempo. Por eso plantean la necesidad de que se respeten los tiempos de cada chico y, por ese motivo, consideran necesario que los niños de la escuela primaria puedan llevarse materias previas al pasar de grado, tal como ocurre en el secundario o, incluso, en la universidad.
Más allá de cuáles sean las metodologías concretas que se terminen aplicando, lo cierto es que desde las últimas décadas la escuela no parece estar a la altura de las circunstancias y de las necesidades de los alumnos.
El fenómeno se plantea por una diversidad de motivos: un sistema educativo ineficiente, inadecuada formación de los docentes, falta de compromiso por parte de las familias de los niños y problemas sociales que atraviesan cada sector de la Argentina actual.
Se sabe que la escuela representa el primer ámbito social que todo niño debe enfrentar. Es allí donde se rompe el cascarón familiar y el chico comienza a relacionarse con sus pares, con adultos hasta entonces desconocidos y con una serie de reglas que deben ser cumplidas por todos y cada uno de los que asisten a la institución.
En definitiva, la escuela no sólo debe ser pensada como mera organización transmisora de contenidos curriculares, pues constituye el primer eslabón en la larga cadena de formación para la vida de cualquier persona.
En este sentido, habrá que decir que a lo largo de su vida todo ser humano se encontrará frente a éxitos y fracasos; estímulos y frustraciones.
¿Por qué no pensar, entonces, que un aplazo escolar puede representar un factor valioso en la formación de un niño? El aplazo no debería ser considerado un castigo, sino un llamado de atención. En definitiva, se trata de un escollo que ese chico deberá enfrentar y superar, tal como le sucederá durante el resto de su existencia.
Es verdad que no todos los niños están en condiciones de afrontar los mismos retos. A modo de ejemplo, no es lo mismo educar en un barrio careciente, que hacerlo con un chico con sus necesidades materiales resueltas. Se trata de realidades distintas, con problemas diferentes.
Se requiere, entonces, un sistema educativo que se adapte a los distintos contextos sociales y culturales. Sin embargo, creer que un niño que nace en un hogar pobre está condenado al fracaso escolar representa un prejuicio. La escuela, en definitiva, deberá darle las herramientas para salir adelante y enfrentar los retos por venir .
Reducir las exigencias escolares, de poco los ayudará en ese proceso.
A lo largo de su vida todo ser humano se encontrará frente a éxitos y fracasos; estímulos y frustraciones.