Una pícara huerfanita

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Jamie Foxx y la niña Quvenzhané Wallis, en una escena de “Annie”, de Will Gluck. Foto: Gentileza Sony Pictures

 

Laura Osti

“Annie” es una película pensada y diseñada para el público infantil, pero como siempre sucede, también porta numerosos mensajes que van dirigidos a un público mayor e hipotéticamente más informado que los niños.

Desde todo punto de vista es un producto que responde a los cánones clásicos del entretenimiento adornado con grageas ideológicas y morales, que llevan implícita alguna mirada crítica de la sociedad.

Como se sabe, el film de Will Gluck es una remake de una obra que tuvo varias versiones a lo largo del tiempo, en los campos literario, teatral y cinematográfico.

Cuenta la historia de una niña que ha sido abandonada por sus padres siendo muy pequeña y ha debido crecer en situación de orfandad y bajo el amparo del Estado.

La de Gluck es una versión aggiornada que se permite algunas libertades, pero también salpica con guiños a las versiones anteriores.

En este caso, la protagonista, Annie, es una nena de color, como también lo es el ricachón que decide adoptarla luego de tener un encontronazo con ella de manera azarosa en las calles de Nueva York.

Annie vive con otras niñas huérfanas en un hogar regenteado por una mujer que no demuestra tener demasiado afecto por sus pupilas ni mucha vocación de servicio, pero que se la rebusca con la ayuda estatal que recibe por dar asilo a las chicas. Este personaje está a cargo de Cameron Diaz y hay que decir que es uno de los más logrados de la película.

La pequeña Quvenzhané Wallis da vida al personaje protagónico con gracia y soltura, en lo que se puede considerar los albores, tal vez, de una promisoria carrera actoral.

Mientras que el millonario, Will Stacks, está a cargo de Jamie Foxx, actor, comediante y cantante de R&B (rhythm and blues). Stacks es un empresario de telefonía celular muy exitoso, cuya empresa está al frente en el mercado de las comunicaciones, manteniendo un imperio en la vanguardia de la tecnología. Pero ahora quiere dar un paso más en su carrera pública y se postula para el cargo de alcalde de Nueva York. Estando en plena campaña proselitista, un día tropieza con Annie en la calle y casualmente la salva de un seguro accidente al caerse justo delante de un vehículo que circulaba por ahí.

Annie andaba en lo suyo, ella es una chica que está acostumbrada a ir de aquí para allá, haciendo amigos por todo el barrio, mientras alienta en lo más íntimo el deseo de alguna vez reencontrarse con sus padres.

Los asesores de Stacks en seguida quieren sacar partido de este suceso en favor de la imagen del candidato y es así como se interesan por la situación de Annie. Como consecuencia de ello, la niña es adoptada temporalmente por el empresario, para que lo acompañe en sus actos públicos de campaña.

Si bien el plan era ése, después de un tiempo de convivencia, nace el afecto entre ellos y la adopción tiende a ser definitiva, aunque esto no se logrará sin contratiempos, ya que siempre hay malos dispuestos a poner palos en el camino, respondiendo a intereses diversos.

La película apela al musical en la dosis justa, sin exagerar. Tiene una trama muy dinámica y una excelente fotografía. Aunque abundan los clichés, la estructura de cuento infantil la hace amena y accesible para los chicos, dándole una gran preponderancia al mundo de las redes sociales.

buena

Annie

  • Ídem (Estados Unidos, 2004, hablada en español). Dirección: Will Gluck. Guión: Will Gluck y Aline Brosh McKenna, sobre el musical con libro de Thomas Meehan y sobre Little Orphan Annie. Fotografía: Michael Grady. Coreografía: Zach Woodlee. Edición: Tia Nolan. Diseño de producción: Marcia Hinds. Elenco: Jamie Foxx, Quvenzhané Wallis, Rose Byrne, Bobby Cannavale, Cameron Diaz, Adewale Akinnuoye-Agbaje. Duración: 118 minutos. Calificación: apta para todo público. Se exhibe en Cinemark.