Consejos de psicopedagogas para los padres

Fin del receso y la vuelta de un clásico: “Mi hijo no quiere hacer las tareas”

  • Cuando terminaron el año, los cuadernos vinieron cargados de deberes escolares. Hablar con los hijos de la responsabilidad, ayudarlos a pensar las tareas, buscar un lugar cómodo y sin distracciones, y presionarlos lo menos posible, son algunas de las recomendaciones.
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Corte del disfrute. “Las tareas repetitivas se vuelven un castigo para los chicos y los predisponen mal con la escuela, antes de empezar el año”, opina la psicopedagoga Carina Bilicich. Foto: Archivo

 

Mariela Goy

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—Juan, andá a hacer la tarea.

—Ya vooooy, mamá -contesta el niño, mientras sigue jugando con la play.

—¡Te dije que vayas a hacer la tarea que empiezan las clases! -dice ella, en un tono firme.

—En un rato la hago, primero voy a ver si está Mateo en su casa -replica el niño de 9 años, antes de cerrar la puerta.

Este diálogo puede repetirse cada día y en cada hogar hasta el cansancio. Es que el final de las vacaciones obliga a la mayoría de los alumnos a tener que cumplir con hojas y hojas de deberes escolares que las maestras les encomiendan antes de culminar el año. Esa exigencia, que generalmente se deja para último momento, se choca de lleno con el disfrute que venían experimentando los niños durante el receso escolar, y así comienzan las quejas, exasperaciones y retos.

“Como psicopedagoga, opino que el receso escolar no es el momento más conveniente para hacer tareas escolarizantes, sino que es un período de descanso, de compartir con las familias, de realizar otro tipo de actividades que durante el año no es posible hacer”, destaca Carina Bilicich, referente del programa de Jornada Ampliada del Ministerio de Educación de Santa Fe. La profesional es, además, asistente técnico-pedagógica del plan nacional PIIE y docente en escuelas de contextos vulnerables de Rosario.

Las tareas escolarizantes son definidas por la psicopedagoga como el típico “machaque”, una reiteración de lo que se aprendió en el año, que conlleva formas mecánicas, memorísticas y repetitivas de resolución. “Ese tipo de tareas no tiene sentido en vacaciones porque está muy lejos de generar un buen estímulo en el chico con relación al aprendizaje gratificante, así que es visto básicamente como un castigo”, considera Bilicich.

En cambio, se muestra a favor de que docentes sugieran otras actividades más enriquecedoras para el tiempo de descanso. Por ejemplo, recomendar la lectura de libros o películas para compartir en familia o propuestas lúdicas a realizar en espacios públicos, museos y lugares destinados a la infancia, como El Molino Fábrica Cultural o La Redonda. “Son propuestas que también aportan aprendizajes y un enriquecimiento cultural de parte del chico”, asegura.

Equilibradas y coherentes

Muchos docentes argumentan que son indispensables los deberes para que el niño llegue no tan “descolgado” con los contenidos principales al inicio de clases. Algunos padres comentaron a El Litoral que sus hijos recibieron tareas, principalmente de lengua y matemática, para 10 días, a realizar un poco en cada jornada.

Rubí Fiorino, psicopedagoga del colegio Calvario y secretaria del Colegio de Psicopedagogos 1º Circunscripción, entiende que las tareas de verano deben ser, respecto de la cantidad y calidad, “equilibradas” y “coherentes” con la edad de los niños y adolescentes y también con el modo en que los docentes han desarrollado sus clases. “Los temas y actividades incluidos en las mismas deberían haber sido abordados durante el ciclo lectivo para que de esta manera los niños puedan realizarlos con autonomía”, destaca.

Bilicich, por su parte, no coincide con esta práctica habitual del magisterio. “Todos los docentes cuando planifican, toman los primeros días de clases para hacer un diagnóstico o repaso. Ése es el espacio para retomar contenidos. No hace falta cortarle el disfrute al niño tantos días antes del inicio escolar, generándole incluso un sufrimiento que lo predispone de mala manera con la escuela”, advierte.

Consejos para padres

Hablar con los chicos. “Decirles que ya descansaron, jugaron con amigos, disfrutaron en familia y ahora será el tiempo de hacer sus tareas y poder revisar y volver a pensar en aquello aprendido durante el año anterior. Explicarles, con lenguaje adecuado a su edad, que todos en la familia tenemos responsabilidades y que, poder trabajar en sus tareas de verano, facilitará el inicio de sus aprendizajes en el presente año”, dice Fiorino, como primer punto.

Ayudarlos. “Es importante que los padres o adultos responsables de los niños puedan orientar y guiar en la ejecución de las tareas. Ayudarlos a pensar. En ocasiones, los niños y adolescentes tienden a involucrar a los adultos de modo tal que éstos terminan resolviendo las tareas. Ese extremo tampoco es bueno”, advierte Fiorino. En tanto, Bilicich agrega que el “acompañamiento de la familia es fundamental no sólo para la tarea sino para todo en su vida. Tener a alguien que lo anime, lo apoye en todo momento, es importantísimo”.

Lugar y momento. “Resultará oportuno convenir con ellos el horario más adecuado para realizar las tareas. Será necesario que sea un tiempo en que los niños estén descansados y se dispongan a ello. Podrá ser un espacio con cierto orden y, en la medida de lo posible, sin distractores como la TV, música, computadoras, ya que podría verse obstaculizada la tarea que se emprende”, señala Fiorino.

“No hay una receta -aporta Bilicich-. La idea es que el niño esté en un lugar agradable y cómodo: que se acueste en la cama a leer una lectura o lleve el cuaderno al jardín. Lo ideal es que también el momento de la tarea sea placentero”.

Paciencia. “Hay que tratar de presionar a los chicos lo menos posible. Quizá empezar primero por los temas que al niño le gusten más y seguir luego con las tareas menos agradables”, aduce Bilicich.

Recompensas ¿sí o no?

  • Muchos padres suelen utilizar un sistema de recompensas para estimular al niño a hacer las tareas. Una hora más de videojuegos, ir a tomar un helado después o la compra de un juguete, son algunas promesas usadas para generar un buen comportamiento en los chicos.

Sin embargo, la psicopedagoga Rubí Fiorino considera que “no resulta adecuado prometerles recompensas materiales a los hijos. Más bien hay que ayudarlos a pensar que el tiempo de hacer tareas es breve durante el día en comparación con el tiempo de juego y disfrute. Es decir, la recompensa tiene que ser verbal y a través de la palabra. Los niños deben entender que ellos también tienen responsabilidades, aunque sean pequeños. Si luego podemos tomar un helado y compartir un tiempo más juntos ¡bienvenido!”.

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