Con referencia al Día del Investigador Científico (10 de abril)
Con referencia al Día del Investigador Científico (10 de abril)
El investigador más grande es aquel que además es un gran maestro
Dr. Pablo Collins, director del Inali/Conicet/UNL.
Foto: Gentileza de Alberto Perezlindo Conicet S. Fe
Dr. Pablo Collins*
Conicet Santa Fe - El Litoral
La curiosidad introdujo al hombre en la búsqueda del conocimiento, del saber de las cosas que pasaban a su alrededor y del manejo de la Naturaleza para su aprovechamiento. Desde que es Homo sapiens ha tenido un poco de investigador en su ser. Esto derivó en constantes interrogantes hacia la búsqueda del saber, algo de fantasía, de realidad, de idealismo y de materialismo a lo propio del hombre.
El 10 de abril, en honor al natalicio del Dr. Bernardo Alberto Houssay (1887), se recuerda especialmente al investigador. Este personaje inquieto y curioso en su niñez, con metas propias y entusiasmo para alcanzarlas, se recibió de bachiller a los 13 años, de farmacéutico a los 17 y de médico a los 23. Desde temprana edad tuvo la capacidad de ser un gran “maestro” y por ello fundó institutos científicos. Además, impulsó la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) del que fue su primer presidente. Sus logros fueron muchos, desde premios como el Nobel por sus investigaciones en Medicina y Fisiología hasta un número inimaginable de trabajos científicos; la dirección de cientos de investigadores y, lo más importante, el establecimiento de pautas, lineamientos, metas y misiones del Conicet.
Quizás nos preguntamos ¿qué es ser investigador..? Podemos partir de su etimología, del Latín investigator -oris, que refiere a la indagación, al estudio. Sin embargo, el significado que la sociedad ha instalado en su vida es mucho más amplio y atañe a la educación. El término apareció relacionado con los inventos y las experiencias, y en el S. XVII, Bacon impulsó y concientizó sobre el interés económico y político de la investigación organizada y sistematizada. Pero esto no sólo ocurrió en el mundo Occidental sino también en el Medio y Lejano Oriente.
Ahora bien, un investigador, ¿quién es?, ¿no tenemos todos un poco de investigadores?, ¿no tratamos de husmear y satisfacer nuestra curiosidad..? Esta condición es intrínseca a toda persona. Todos buscamos descubrir, conocer. El saber debe compartirse con la sociedad, o por lo menos debería intentarse. Esto implica también un concepto de ética, honor y confianza que deja de lado las iniquidades e inequidades de las personas para alcanzar y brindar el conocimiento obtenido. Lo anterior requiere ciertos actos que deben corresponder al saber, por lo que el investigador tiene que despojarse de subjetividades que tiendan a torcer opiniones. Por ello es importante remarcar la necesidad de ser Maestro, la humildad, el reconocimiento del saber del otro que todo investigador debe tener. No hay investigador más grande que aquel que, además, es un gran “Maestro”.
Hoy debemos entender que la ciencia es de la humanidad, no es básica ni aplicada sino que depende de los objetivos del estudio y de cómo éste puede ser utilizado por la comunidad. Cada uno de nosotros nos debemos más que nunca al resto de la sociedad que con sus ansias de sapiencia nos pide que redoblemos nuestros esfuerzos para llevar a nuestra Patria a un estado de equilibrio en los saberes, a un incremento en la producción de conocimientos que nos permita henchirnos de orgullo por la tierra en que vivimos y por la gente con la que compartimos nuestros días.
* Investigador y Director del Instituto Nacional de Limnología (Inali/Conicet/UNL)