Entrevista a Carlos Catania
Entrevista a Carlos Catania
Nueva edición de “Las Varonesas”
En 1978, la editorial Seix-Barral, de Barcelona, España, editó la novela “Las Varonesas”, de Carlos Catania, que obtuvo el premio Aquileo Echeverría y unánime repercusión en la crítica europea. Fue entonces distribuida en toda América Latina menos en la Argentina. Ahora, una mención elogiosa nada menos que de Roberto Bolaño y la curiosidad del crítico Guillermo Belcore incentivaron una nueva edición de esta “oceánica” novela oculta de Catania.
Carlos Catania. Fotos: Amancio Alem
Por Enrique Butti
—¿Por qué en su momento no se distribuyó “Las Varonesas” en la Argentina?
—Algo muy simple. Me anunciaron que la novela había sido prohibida aquí, junto con “La tía Julia y el escribidor”, de Vargas Llosa, en plena época del llamado Proceso. No me asombró. También se habían quemado libros, acto que sólo cabe en el delirio de un idiota. Pero esto prueba la importancia de la literatura que, para bien o para mal, es un objeto de conocimiento.
—Pero se publicaron otros libros tuyos.
—Sí, en 1981, Legasa, de Buenos Aires editó mi novela “El pintadedos”. Más adelante apareció “Cómo duermen las palomas”, relatos. Más tarde, editorial Belfond, de París, editó “Entre la letra y la sangre”, que luego apareció en Seix Barral. La siguiente novela fue “Diario de Bonka”, lanzada por editorial Prisma, de San José de Costa Rica. Pero yo ya nunca volví a pensar en “Las Varonesas”.
—¿Por qué?
—Me sentía muy deprimido por lo ocurrido con esa novela. Pero bueno, ahora acaba de salir en Buenos Aires una nueva edición, promovida por Editorial Las Cuarenta, con un prólogo del crítico Guillermo Belcore y una nota del editor. Lo curioso, y para mí emocionante, fue que no moví un solo dedo para que se publicara.
—¿Y cómo se dieron entonces las cosas?
—En enero de 2013, Belcore leyó en “Entre paréntesis”, un libro editado en Barcelona que recopila discursos, artículos y ensayos de Roberto Bolaño, una mención elogiosa de “Las Varonesas”, que calificó de notable. Me sentí honrado por que un escritor de la talla de Bolaño se hubiera detenido en mi novela. Belcore escribe en el prólogo que picado por la curiosidad, acudió al mercado libre y consiguió un ejemplar usado. Lo que sigue podés leerlo en el prólogo.
El crítico expresa lo siguiente: “Vaya suerte. Recuerdo perfectamente esa mañana luminosa. Recuerdo la emoción del descubrimiento, leyendo a Carlos Catania en estado de fascinación (...) La pregunta era inevitable ¿quién es este compatriota que ha urdido una de las mejores novelas de todos los tiempos, que desmiente la sospecha de que los argentinos son incapaces de labrar una novela oceánica, es decir, aquello que aspira a encerrar una porción sustancial del Universo Google y un amable colega del diario El Litoral me ayudaron a encontrar al autor”.
—¿Y qué pasó después?
—Belcore me entrevistó en La Prensa, en su espacio de “La biblioteca de Asterión” y contactó con Matías Rais, reconocido intelectual, y con Néstor González, responsable de la editorial Las Cuarenta. Un mes después, firmamos el contrato.
—En otra parte del Prólogo, dice el crítico: “Hasta donde sé, la novelística vernácula nunca ha abordado con tanta lucidez y con semejante panoplia narrativa los tremendos temas del incesto y la guerra sucia latinoamericana como lo hizo Catania. “Las Varonesas” se engarza en el hilo atormentado Céline-Faulkner-Onetti-Benet (...) Su fuerza dramática resulta por momentos estremecedora”.
—¿La novela ha llegado a nuestra ciudad?
—Sí, sí, ya se encuentra en algunas librerías... Es extraño. Como si los fantasmas de los personajes, después de treinta y siete años, regresaran para dialogar conmigo, algunos para increparme, otros para tenderme la mano. Es un reencuentro que me obliga a examinar el pasado, tratando de percibir las imágenes que acudieron a mi mente y que fueron impulsoras de mi novela. Es algo tierno pero acuciante, casi inexplicable.
—¿Qué te impulsa a escribir?
—Ya lo he manifestado en otras entrevistas: escribo, fundamentalmente, porque soy un inconforme. No estoy de acuerdo con el mundo ni conmigo mismo, ni con los sistemas, ni con casi nada. A menudo, lo que llamamos verdad no es más que el error en que todos coinciden. De ahí la Teoría del Error, que Alfredo pregona en “Las Varonesas”. Mi odio involucra una gran ansia de regeneración y humanidad, lo que quizás hoy en día se asemeje a la locura.