Un escenario de riesgo hídrico
El Niño comenzará a influir a partir de noviembre en la región
- Los científicos y meteorólogos advierten que aumentará la probabilidad de lluvias, pero todavía debaten sobre la intensidad que podría tener el fenómeno, que hasta el momento se pronostica de moderado a fuerte.
Frente de tormenta. El calentamiento del océano Pacífico ecuatorial aumenta la intensidad de las lluvias en el Litoral, el sur de Brasil y la región Pampeana. Foto: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
gastón neffen
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Lo primero es aclarar un error que se viralizó en medios y redes sociales: las intensas lluvias que castigaron a Reconquista, al sur de Santa Fe y al norte de Buenos Aires no están relacionadas con el fenómeno de El Niño, que comenzará a influir en el centro de la Argentina a partir de noviembre.
Es lo que salieron a corregir a coro especialistas como José Luis Aiello, referente de la Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), y José Macor, director del Centro de Informaciones Meteorológicas (CIM) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL.
Es lo que dice también el Centro de Pronósticos Climáticos de la Administración Nacional de la Atmósfera y el Océano (Noaa, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, un organismo de referencia mundial, que advierte que hay un 90% de probabilidad de que El Niño llegue a un pico de intensidad en noviembre. El fenómeno se relaciona con el calentamiento del océano Pacífico ecuatorial y provoca lluvias más intensas en la Región Pampeana, en El Litoral y en el sur de Brasil, entre otras zonas.
“El efecto del Niño no se adelantará a septiembre y el hecho de que empiece en noviembre obedece al calendario astronómico; sus efectos se hacen evidentes cuando el cinturón nuboso ecuatorial se instala en el Hemisferio Sur. Por eso sus impactos son en el período estival. Cualquier evento de lluvias fuertes hasta octubre se producirá por fenómenos del Atlántico”, explicó Aiello, en un informe que publicó la bolsa rosarina.
“La tendencia indica que para el trimestre noviembre, diciembre y enero estaríamos llegando al máximo momento de desarrollo del Niño. Luego habría una declinación. Esto es lo que nos dicen los modelos corridos a principios de agosto, lo que no quiere decir que el fenómeno termine en diciembre o no. Hay que tomar los datos con cuidado”, contextualizó Macor.
¿Un Niño “Godzilla”?
Es cierto que con los datos actuales hay consenso entre los pronosticadores, según la Noaa, en la posibilidad de que El Niño sea fuerte o de “considerable intensidad”, como advirtió Eduardo Sierra, especialista en agroclima de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. En los medios hasta se habló de un Niño “Godzilla” por su potencial destructivo, un apodo que parece apresurado.
En el CIM, Macor recomendó prudencia al momento de hacer pronósticos y recordó que estos informes se basan en modelos muy complejos que tienen niveles de incertidumbre muy grandes. “La atmósfera y el océano son procesos muy cambiantes y cualquier pequeña perturbación puede modificar totalmente las condiciones atmosféricas. Por eso puede que no ocurra nada o que se produzca algún evento de tormentas severas. Sin embargo, es algo que los modelos matemáticos no pueden predecir tan fácilmente”, explicó.
Aiello aclara que se está desarrollando un Niño que probablemente será de moderada intensidad y precisa que la Noaa muestra un calentamiento de dos grados en el Pacífico y en el caso de los años Niños más fuertes, las anomalías estuvieron por encima de los 4 grados. “El Niño que se viene no necesariamente será de intensidad fuerte; además, la anomalía térmica no será récord, por ejemplo, si la comparamos con la de 1997/98”.
En definitiva —explica el referente de GEA— el efecto de El Niño dependerá de otras variables, como la intensidad de los vientos desde el oeste en el Pacífico, la diferencia en la presión a nivel del mar entre Tahití y Darwin, la emisión de onda larga, entre otros factores que se siguen analizando.
Habrá que monitorear la cuenca del Paraná
- La probabilidad de que se desarrolle una crecida en la cuenca del Paraná, a partir de una primavera y un verano más húmedos, no puede descartarse. “Se espera que haya lluvias en el sur de Brasil y genere crecidas que a lo mejor se darán en nuestro otoño. Pero la respuesta de la Cuenca del Plata no es inmediata. Todo depende de dónde se produzcan las precipitaciones. No se puede dar en este momento una previsión de crecida del río Paraná”, reconoció José Macor, director del Centro de Informaciones Meteorológicas (CIM) de la UNL/FICH.
Carlos Paoli, del Instituto Nacional del Agua (INA), coincidió en que se esperan lluvias por encima de lo normal pero advirtió que es imposible decir cuantitativamente cuánto lloverá y se efectivamente podría generarse una crecida.
“Podría llegar a darse alguna situación que desencadene una crecida, en el caso de que se den lluvias significativas que abarquen toda la cuenca de aporte y permanezcan durante un tiempo largo. Pero no es tan fácil que se den esas condiciones, porque toda esa área supone unos 2 millones de kilómetros cuadrados. Lógicamente, hay que estar preparados para el caso de que se produzcan precipitaciones extraordinarias”, concluyó.