Mirada desde el sur
Mirada desde el sur
El socialismo santafesino
por Raúl Emilio Acosta
Difícil título. El socialismo de la provincia de Santa Fe tiene un alto componente rosarino. Puede asegurarse que hasta bien entrado el siglo XXI la ciudad capital de la provincia no tenía “casas del pueblo”, autodenominación de las casas partidarias del socialismo. Hacía tiempo que eran gobierno regional y aún no había “apeadero” partidario.
Su actual titular es Miguel Lifschitz, gobernador electo que debe afrontar la liquidación de su partido como uno de los problemas existenciales. Y la administración de la cosa pública provincial como una carga medida en deudas y reclamos.
Estas elecciones nacionales entre dos gerentes liberales pone al “progresismo” en estado de indefensión o, por lo menos, de claridad. No sumaron más del 10% de los votos posibles en el país. Que el gobernador saliente, Antonio Bonfatti, crea que Daniel Scioli es progresista es su mirada. Punto.
Hermes Binner en retirada, Rubén Giustiniani como quejoso perdedor, Bonfatti y su ministro político, Rubén Darío Galassi, como meros diputados provinciales (un refugio) pone al ingeniero como portaestandarte del partido de la rosa. Llega 4 años tarde a la gobernación. La situación partidaria es extrema. Alguien tiene que avisarle a los jóvenes (los sub 40) que ser funcionarios no es ser militantes. Que trabajar partidariamente es confrontar ideas.
El principal aliado, el radicalismo santafesino, aprendió que su capacidad de construcción de microemprendimientos territoriales le permite cobrar en cualquier mostrador. Progresistas con el FPCyS y protoliberales con Cambiemos. Son los grandes ganadores del 2015. Ahora deben ganarle al peronismo. En eso están. Van por su tercer triunfo (Alfonsín, De la Rúa y ahora Macri).
El gendarme Spadaro (lo más lúcido de la gobernación Bonfatti, por eso se va) ha dicho que fracasó la reforma policial. El futuro ministro (Pullaro) pide recuento, número de empleados y situación de los policías. Inventario y culpables. El fracaso absoluto de Lamberto salvó que acusasen de las derrotas al gobernador pero no frenó la certeza. Un fracaso completo. El ingeniero dijo que la seguridad sí es su tema. Bueno. No será fácil. Al menos reconoce que allí está el nudo social. Ni esquiva ni elude ni ningunea. Bien.
Lifschitz quiere endeudarse con grandes obras públicas y eso es óptimo. Generan empleo y desarrollo. Acercan futuro. Ha tenido reuniones con grandes empresarios como ningún otro socialista (las fotos son elocuentes). Cree en la inversión privada. Es diferente. Ni confía ni delega. Es autónomo. Con Macri o Scioli será igual. Quiere mucha obra pública y eso es crédito internacional. A los dos postulantes el tema les viene bien. Lifschitz les viene bien.
La existencia de Rosario como polo (desde Timbúes hasta más allá de San Nicolás) sirve para entender que la intendencia de la ciudad del sur es un tema que también gerenciará el gobernador. Los seis (para muchos 7) ministros radicales y la presencia norteña es un diferencial con Binner y Bonfatti que se lee claramente.
A su cargo, la seguridad, que es una deuda impaga y muy demandada. A su cargo, la obra pública. Con tranquilidad, en educación, y poco y nada de zozobra, en cultura, la nueva gobernación debe manejar la deuda corriente que recibe. No es mínima. Pagar los sueldos parece que no es obligación de esta administración sino reclamo a la que viene. Extraña actitud gremial.
En estos días febriles lo que se advierte es que los socialistas que se van no dialogan con el socialista que viene, no como viejísimos camaradas. Viejos rencores que se mantienen. Ana Copes, del PDP (reemplazará a Javkin por renuncia del CC rosarino), y Marcucci, de UCR, se integrarán al interbloque de Cambiemos. El fracaso legislativo nacional no es solamente del 2015. Ya en el 2013 se advertía la pésima elección de aliados. O la confesión de debilidad territorial.
La sobrevida de Lifschitz no depende solamente (aunque allí está su centro) de los primeros 6 meses de gobierno y su autodeterminación. En su sobrevida se incluye el corazón del socialismo, que fuera de Santa Fe es minúsculo en votos y posibilidades. Está solo. Cabe preguntarse si no es una señal. Lifschitz es el último socialista con poder político y está solo. Alguien, muchos, todos, hicieron mal las cosas. Hum. Nadie contesta. El socialismo espera el 11 de diciembre de 2015. Como si recién empezasen.
Lifschitz quiere endeudarse con grandes obras públicas y eso es óptimo. Generan empleo y desarrollo. Acercan futuro. Ha tenido reuniones con grandes empresarios como ningún otro socialista.