“El tesoro”

Como un golpe de suerte

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Los actores Cuzin Toma (Costi) y Adrian Purcarescu (Adrian), protagonistas de la película “El tesoro”, del rumano Corneliu Porumboiu, ante un hallazgo que les puede cambiar la vida. Foto: Gentileza Zeta Films

 

Laura Osti

El director rumano Corneliu Porumboiu (“Bucarest 12:08”; “Policía, adjetivo”) sigue sorprendiendo al público con su particular modo de narrar.

En su nueva película, “El tesoro”, condensa de una manera ingeniosa su estilo despojado y a la vez complejo de contar historias de su país. Historias que tienen como protagonistas a personajes impregnados de un espíritu que trasunta desencanto, falta de ilusión, chatura, hasta cierto derrotismo que los muestra apocados, serios y desprovistos de energía vital.

Así es la impresión que ofrece Costi (Toma Cuzin), un hombre joven, casado, con un hijo pequeño, a quien se lo ve tratando de cumplir con su rol familiar pero sin poner ningún entusiasmo en su función, aunque es evidente que quiere que los demás, sobre todo su hijo, lo vean como un buen padre.

El clima de chatura y mediocridad que se respira en su modesto departamento, sintoniza con un modo de vida burocratizado, gris y sin demasiadas expectativas, tal como Porumboiu describe a la sociedad rumana actual en todos sus films.

Sus personajes son seres desangelados que parecen cargar sobre sus espaldas toda una sucesión de hechos convulsos que sacudieron al país en distintas etapas, provocando cimbronazos que afectaron de un extremo a otro tanto la economía como la inclinación política.

Rumania forma parte de ese grupo de países que si bien pertenecen a Europa, han estado gran parte del siglo XX bajo la hegemonía del comunismo, y sus poblaciones han sufrido los azotes de las guerras mundiales y sucesivas ocupaciones, particularmente de parte de los nazis y los soviéticos. Pero a su vez, tienen sus propias raíces y tradiciones, que todavía subsisten, mal que mal, en el inconsciente colectivo, aunque en general, con una falta de vigor característica de quienes han vivido mucho tiempo bajo el yugo de regímenes autoritarios y represivos.

Porumboiu explota todas esas vetas pero hace una lectura un tanto sarcástica de esa realidad. Muestra las contradicciones sociales acentuando el absurdo y las conductas un tanto extravagantes de los personajes, cuyas vidas están sometidas a los vaivenes del poder, que aunque cambie de manos y de orientación, al parecer, siempre termina castigando a los mismos.

El caso es que Costi es un empleado cuyo sueldo apenas le alcanza para pagar su departamento, el auto, la escuela del niño y una vida sin lujos. En tanto que uno de sus vecinos, Adrian (Adrian Purcarescu), está en una situación un poco más apremiante. Su pequeña empresa editorial quebró luego de la última crisis económica del país y no puede hacer frente al pago de su crédito hipotecario, por lo cual está a punto de perder su casa.

Una noche en que Costi está tranquilamente leyendo una versión del clásico Robin Hood a su hijo, Adrian llama a la puerta y se despacha pidiéndole 800 euros para tratar de resolver su problema. Costi no tiene para prestarle, pero Adrian insiste y viene con una insólita propuesta que logra quebrar su negativa. De modo que ambos se embarcan en una aventura que a todas luces parece delirante e infantil: intentar encontrar un tesoro escondido en una finca rural perteneciente a la familia de Adrian. Al parecer, su abuelo habría enterrado algo de valor en algún lugar, para salvarlo de la voracidad de los comunistas, quienes se adueñaron de la finca en su momento para darle diversos usos.

Ahora, la vivienda, hecha una ruina, ha vuelto a las manos de la familia y es compartida con un hermano, quien aparentemente goza de una vida más acomodada.

Porumboiu se divierte mostrando a estos dos perdedores esforzándose por encontrar una solución casi novelesca a sus problemas cotidianos, con la esperanza de salvarse mágicamente de la pobreza y la falta de futuro.

El relato va incorporando pequeños detalles que hacen que la aventura parezca una insensantez propia de dos seres inmaduros y fantasiosos, y juega con el suspenso que crea la incertidumbre por ver cómo va a ser el desenlace, si trágico, tragicómico o (menos probable) exitoso.

Pero el director rumano, sin abandonar su cáustico humor, le va dando giros inesperados a la historia hasta culminar con un broche de oro simpático y cargado de sentido, en el que el pequeño hijo y sus amiguitos tendrán un papel importante.

“El tesoro” es una especie de fábula que ilustra un modus vivendi en donde las penurias de una vida gris y sin esperanzas puede verse sacudida por la irrupción de lo maravilloso y extraordinario, como un golpe de suerte.

 

muy buena

El tesoro

  • Comoara, Rumania, 2015. Dirección y guión: Corneliu Porumboiu. Elenco: Cuzin Toma, Adrian Purcarescu, Corneliu Cozmei, Cristina Toma, Nicodim Toma. Director de fotografía: Tudor Mircea. Montaje: Roxana Szel. Diseño de producción: Poenaru Mihaela. Producción: Marcela Ursu, Sylvie Pialat, Nadia Turincev, Julie Gayet. Calificación: Apta para todo público. Duración: 89 minutos. Se exhibe en Cine América.