“X-Men: Apocalipsis”
“X-Men: Apocalipsis”
Un cambio de era
Ignacio Andrés Amarillo
En un contrahomenaje a “Star Wars” (quizás debido a la amistad y buen comercio que el Marvel Cinematic Universe de Disney tiene con la franquicia galáctica... ahora en manos de Disney), un diálogo a la salida de El regreso del Jedi termina con una ironía potente: “Al final estamos de acuerdo en que la tercera película siempre es la peor”.
Podríamos pensar que Bryan Singer pone ese chiste ahí en referencia a “X-Men: La batalla final”, tercera parte de la primera trilogía que él no dirigió y que desaprovechó un poco (o al menos lo pareció en aquel momento) la riqueza de la materia prima que significaba todo el concepto de Fénix Oscura en la historiografía mutante. Pero también nos invita a reflexionar sobre las potencias de esta tercera parte de la nueva trilogía “epocal” de Synger, tras la cumbre creativa que fue “X-Men: días del futuro pasado”, con el bucle temporal que cruzó a actores de la primera con sus contrapartes jóvenes de la segunda y permitió recanonizar el universo mutante (a partir de los cambios introducidos en la línea temporal).
Porque de la mano de Apocalipsis se podría haber levantado la apuesta y picotear en “La Era de Apocalipsis”, otra de las líneas temporales alternativas de la franquicia en los cómics. Pero se eligió una presentación más lineal del villano, dejando quizás la chance de recuperarlo en el futuro y jugar las ideas de esa saga (o de algún otro cruce temporal) para recanonizar/rebootear la continuidad de Xavier y su piberío.
Una de acción
Si “X-Men: Primera generación” planteaba una “guerra secreta” del primer equipo de los X-Men contra el Hellfire Club en plena Crisis de los Misiles con Cuba; y “Días del futuro pasado” nos llevaba a una intervención en 1973 para evitar el surgimiento del infierno de los Centinelas, pero sin un equipo estable; ahora pasamos a 1983, una década después, donde los mutantes están más o menos bien vistos, Charles Xavier lleva adelante la escuela y Raven Darkholme (Mystique) quedó como una heroína contra su voluntad, oculta en las sombras.
Pero todo se va a alterar cuando una secta egipcia despierte a un mutante ancestral, En Sabah Nur (Apocalipsis), cuya habilidad consiste en ir transfiriendo su conciencia de un cuerpo a otro, acumulando los poderes de cada encarnación. Transferido hace milenios al cuerpo de un inmortal, fue sepultado por una conspiración en el antiguo Egipto, tal como vemos en los primeros cinco minutos de metraje.
Además del infaltable Hank McCoy (Bestia), vemos llegar nuevos alumnos con pasta de héroes: Scott Summers, que aquí es el hermano menor de Alex (Havok, ex miembro del primer equipo); Jean Grey, una coloradita que asusta a sus compañeros; Kurt Wagner (Nightcrawler), reclutado por Raven en Alemania, y Peter Maximoff de la cinta anterior, que ahora sabe que tiene una conexión particular con Magneto y se presenta por su cuenta en un momento justo.
Del otro lado, Apocalipsis recluta a sus propios Cuatro Jinetes: Tormenta (con el look del personaje en los cómics de esa era), Psylocke (con su forma de ninja pero no tan asiática, y con la manifestación de poderes de cuando fue más telépata que psíquica), Arcángel (mostrando en parte la transformación de cuando fue Jinete en las viñetas) y... Magneto, que vuelve a sufrir pérdidas y se presta a las maquinaciones del dios viviente, que básicamente quiere refundar la humanidad, cargándose unos cuantos millones de personas en la movida.
Bueno, tampoco tenemos que despacharnos tanto en la trama, como para que el lector no se abrume; sólo anticiparemos que sí, que el conflicto irá levantando vuelo hasta un clímax final, para lo que habrá que convertir a mozalbetes y no tanto en un equipo más o menos orgánico, capaces de dar batalla.
Arquetipos
Como verá el lector avispado, hemos puesto más énfasis en los personajes que en la historia. Y es que después cuatro décadas y media de andanzas, los principales activos de la “Casa de las ideas” son sus personajes, que a través de reconfiguraciones y recanonizaciones (en el cómic y en el mundo audiovisual) permanecen como un conglomerado de poderes, actitudes y personalidades.
Así, vemos cómo se termina de delinear Xavier: si en “Primera generación” observamos el origen de su discapacidad, ahora lo completamos con la calvicie, y aterrizamos en la figura emblemática. James McAvoy sigue solvente en el personaje, que todavía fluctúa entre su modo juvenil y el provecto. Jennifer Lawrence le sigue agregando dimensiones a su Mystique, que deja atrás a la de Rebecca Romijn (aunque su maquillaje sea similar: la continuidad estética ha sido una premisa entre las dos trilogías); otro tanto hace Michael Fassbender, que torna creíble a su Erik Lehnsherr (Magneto), siempre marcado por la desgracia.
Nicholas Hoult hace rato que dejó de ser un niño prodigio, y se mueve cómodo en la piel a veces azul de McCoy, mientras que Rose Byrne regresa como Moira Mactaggert, viejo interés amoroso del Profesor que sigue metiéndose donde las papas queman. Y Evan Peters vuelve a sacarnos alguna sonrisa como el Maximoff (Quicksilver) de esta continuidad (el MCU lo tuvo... un ratito).
Entre los nuevos está Oscar Isaac, un actor con condiciones saltado a la fama de la mano del Episodio VII de “Star Wars”, que está un poco encorsetado como Apocalipsis, y no precisamente por la armadura.
También vemos el reingreso de dos personajes a los que estábamos esperando: Tye Sheridan como un Scott Summers (Cíclope) en su proceso formativo, distante del líder cheto y confiado que encarnó James Marsden. Sophie Turner como Jean Grey nos deja con gusto a poco, aunque en parte es cosa del guión: al margen de las consideraciones que algún nerd podría (volver) a hacer sobre los poderes de Jean, la Marvelgirl aventurera se ha convertido en una chica pasiva, de silencios y miradas... bastante parecida a la Sansa Stark de “Game of Thrones”.
Kodi Smit-McPhee interpreta a un Nightcrawler que tiene el condimento religioso (algo tardío en los cómics) que había mostrado en las anteriores adaptaciones, aunque logra ponerle una pizca de picardía, entre las gracias y la torpeza.
Alexandra Shipp está simpática y resuelta como Ororo Munroe (Tormenta), mientras que Olivia Munn aparece resuelta por demás como Psylocke (y reveladora en su trajecito). Ben Hardy como Ángel/Arcángel no sale mucho de una actuación puramente física. Otros que vuelven en secundarios son Josh Helman (coronel Stryker) y Lucas Till (Alex Summers).
Días de futuro
Entre el alumnado podemos ver a Lana Condor como Jubilee, en lo que puede ser una promesa de incorporaciones para el futuro; aunque el espectador sabe que “La batalla final” presentaron personajes que quedaron en carpeta. Porque la verdad es que no sabemos para dónde irá la franquicia.
Ya que estamos: en esta trilogía por décadas, Synger se ancló en épocas clave para el corazoncito mutante: los ‘60 (nacimiento y disolución del primer grupo), mediados de los ‘70 (renacimiento) y principios de los ‘80 (apogeo creativo en el cómic). Así que el siguiente paso serían los ‘90, cúspide de la expansión en el papel (el Nº 1 del segundo título de X-Men tiene el récord Guinness del cómic más vendido de la historia, 8,1 millones de ejemplares; llegó a haber nueve series regulares de mutantes, más el anual de cada una, más un trimestral) y un boom de popularidad gracias a la mítica serie animada, que fue la base de la llegada al cine. Así que, de alguna manera, hay otro bucle que vendría a cerrarse.
Lo que sí sabemos es que lo más próximo es la despedida de un personaje con garras y mala onda, o al menos del actor que le dio vida. Pero ya tendremos oportunidad de escribir sobre eso.
buena
“X-Men: Apocalipsis”
“X-Men: Apocalypse” (Estados Unidos, 2016). Dirección: Brian Synger. Guión: Simon Kinberg, sobre historia de Singer, Kinberg, Michael Dougherty y Dan Harris. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Música: John Ottman. Edición: Michael Louis Hill y John Ottman. Diseño de producción: Grant Major. Elenco: James McAvoy, Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Oscar Isaac, Nicholas Hoult, Rose Byrne, Tye Sheridan, Sophie Turner, Kodi Smit-McPhee, Alexandra Shipp, Olivia Munn, Ben Hardy, Josh Helman, Lucas Till. Duración: 143 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Se exhibe en Cinemark.