Claudia Balagué, ministra de Educación

“Casi todos terminan”

 

-El Plan Vuelvo a Estudiar se presentó en la Feria del Libro, pero ya ha tenido reconocimiento a nivel nacional e incluso en otros países. ¿Cómo se articula ésto?

-La verdad es que es muy interesante ver como otras provincias, pero también otros países de Latinoamérica, están tomando esta experiencia. Nosotros trabajamos en convenios bilaterales, compartimos experiencias con muchos otros países. En cada cohorte hacemos un proceso de formación docente, ya que es un tema que aborda desde otra lógica la inclusión de los chicos en la escuela, y fundamentalmente cuando trabajamos en la virtualidad. Y en esta nueva cohorte vamos a tener docentes de Perú, de Uruguay, de Colombia y de Guatemala formándose con nosotros. Es muy interesante, porque se comparten también los desarrollos que estamos haciendo en otros países.

-¿Por qué volcar esta experiencia en un libro?

-El libro en particular está narrado desde lo que cuentan los chicos. Como vivenciaron en particular, como volvieron a la escuela, qué los motivó, cómo fue el proceso de acompañamiento de los consejeros juveniles (que están permanentemente a su lado), cómo fue el proceso al interior de las escuelas que van tomando los chicos. Porque hay que recordar que son las mismas escuelas: no es que se hayan generado escuelas específicas para los chicos que habían abandonado la secundaria. La idea es que la secundaria que ya tenemos vaya transformándose bajo otro paradigma, el paradigma de la secundaria para todos. No era así en otras épocas, cuando la secundaria no era obligatoria, y era un poco la que seleccionaba para el mundo del trabajo, y para la incorporación al sector productivo, intelectual y para estudios superiores, obviamente. Hoy, con esta nueva base de secundaria realmente para todos, a eso hay que garantizarlo, con un esfuerzo adicional. Un esfuerzo del propio programa ministerial, pero también de todos los docentes, de todas las escuelas. Porque hay dificultades en lo personal, en lo social, en tener que salir a trabajar tempranamente, en tener hijos y familia también muy tempranamente.

-¿Y el programa da respuesta a este cuadro social?

-Bueno, esto es toda una transformación en la escuela, acompañada por el ministerio de Educación a través de este plan. Y la verdad es que queríamos sintetizarlo en un trabajo de lectura para todos. No es un trabajo estrictamente pedagógico, si bien está la voz de los especialistas, pero fundamentalmente relata qué les pasó a esos chicos que volvieron a la escuela, cómo les cambió la vida, cómo se les abrieron las puertas de muchas posibilidades, como pudieron formular sus proyectos de vida a partir de la educación. Fundamentalmente porque estamos convencidos de que la educación tiene que servir para eso: para generar esos nuevos proyectos y esas nuevas inquietudes en los jóvenes.

-¿Y qué es lo que más aparece en los testimonios?

-Es muy variado. Pero sin duda lo primero que aparece es esto de decir “es la primera vez que me vienen a buscar a mi casa para ofrecerme algo. Porque bueno, yo estaba con que había abandonado la escuela y no pasaba nada”. Porque esto es ir a buscarlos a la casa, ofrecerles un abanico de oportunidades, distintas escuelas, para adultos, con rotación presencial, con trayectorias educativas adaptadas a la realidad de cada chico. Se sale del formato rígido de horario, asistencia. Hay muchas otras alternativas pedagógicas que acompañan a los chicos, con otros tiempos. Yo creo que ese es el mayor valor del plan, porque es lo que les permite finalizar, y finalizar con aprendizaje. Y hay otra gente, sobre todo adultos, personas mayores que en su momento no pudieron estudiar, que dicen “ahora puedo integrarme a las conversaciones familiares en la mesa”. Realmente la cantidad de oportunidades que da el poder trabajar de esta manera, con más educación, con análisis de la actualidad, con lecturas. Hay muchos trabajadores que hace años que no tomaban un libro en sus manos. Eso es muy lindo.

Está muy bien descripta también la modalidad con que nosotros vamos al gremio, a la empresa o a la fábrica, que se llama “tiempo de superación”. Un docente va al lugar donde se reúnen, en un espacio en el mismo establecimiento, y los encuentros son ahí, entre compañeros. Esto da nuevas posibilidades de mejoras laborales, pero luego en las charlas surge todo esto otro: “Pensé que era por tener un plus en el trabajo, y ahora me doy cuenta de todas las otras cosas que puedo hacer por haber terminado la secundaria”. Es decir, la escuela no solo como transmisora de conocimientos específicos, sino como factor de una verdadera inserción social.

-¿Y se sostiene la permanencia en la escuela de los chicos que vuelven?

-La mayor parte termina, porque hacemos un esfuerzo adicional para eso. Por eso están los consejeros juveniles, fundamentalmente, con los más jóvenes. Son chicos que están en los primeros años de la universidad y que tienen más o menos la misma edad que los chicos, y entonces tienen el mismo lenguaje y otra forma de acercarse. Tienen el teléfono personal, los van a visitar. Esa cercanía es un acierto muy grande del plan, y permite que puedan finalizar. Porque si no, es muy frecuente que vuelvan a abandonar.

Entonces, son experiencias que es interesante difundir para que se expandan. No es fácil conseguir buenos resultados en educación. Se ensayan muchas cosas, hay muchas ideas innovadoras; pero después hay que ver qué se pudo sostener y qué tuvo resultados concretos. Y bueno, creo que éste es uno de esos casos.