Tecnología e innovación
Soluciones para un mundo nuevo
Tecnología e innovación
Soluciones para un mundo nuevo
Conectados. La “startup” Farmin desarrolló un sistema de pesaje individual de la hacienda en base a la lectura permanente, mediante básculas y caravanas electrónicas, en las aguadas.
Foto: Gentileza
Juan Manuel Fernández
Córdoba - Enviado Especial
“La única certeza es el cambio”. Casi como un mantra, desde hace un tiempo la frase resuena en cualquier ámbito donde se analicen estrategias para enfrentar un presente complejo y un futuro impredecible. No estuvo ausente en CREATech, el congreso nacional que el Movimiento CREA realizó en Córdoba, donde se puso el foco en orientar a las empresas agropecuarias para “surfear la ola” en un mundo que se transforma exponencialmente.
Cuestiones como la incidencia de China en el comercio mundial, el clima, las nuevas tendencias de consumo de alimentos, el avance de las malezas resistentes o regulaciones cambiantes que los gobiernos implementan para responder a inéditas demandas sociales forman parte de un horizonte difuso hacia el que, irremediablemente, hay que seguir marchando. En ese camino, tecnologías hasta hace poco desconocidas, como Big Data, Inteligencia Artificial o Internet de las Cosas, se presentan como herramientas capaces de estimular la innovación y hacer más eficientes los procesos productivos.
“Estamos ingresando a la cuarta revolución industrial, donde están confluyendo tecnologías físicas, digitales y biológicas para generar grandes cambios en la forma en que vivimos, trabajamos y pensamos. Estamos ante condiciones exponenciales no lineales”, afirmó en la apertura el presidente del congreso Michael Dover. Y agregó: “no sólo debemos gestionar lo económico, sino también los aspectos ambientales y sociales. Aquí creemos que la tecnología nos puede dar una gran mano para ayudarnos a dar un salto disruptivo y así concebimos el CREATech”.
Bajo esta consigna, además de establecer un cronograma de disertaciones de especialistas locales e internacionales, los organizadores establecieron dos espacios en los cuales se exhibieron los más novedosos desarrollos. CREAlab, en el que 18 “startups” (empresas emergentes) mostraron proyectos innovadores de tecnología aplicada al agro, seleccionadas entre más de 100 por su impacto en la sostenibilidad tanto económica como ambiental y social. Y “Sinapsis CREA”, un espacio experimental en el cual se presentaron casos de innovación que llevan adelante empresas agropecuarias que integran el Movimiento.
Con ciencia. BeeFlow provee servicios de polinización profesional con abejas “entrenadas”. En las pruebas sobre kiwi contaron la cantidad de granos de polen que llegan a los estilos de la flor y los resultados se notaron a cosecha: incrementaron 90% el volumen contra el testigo.
Foto: Gentileza
Más datos, nuevas decisiones
En el rubro “Agro + Nuevas Tecnologías para la producción”, la empresa Farmin mostró en CREAlab un dispositivo capaz de pesar de manera individual y diaria cada cabeza de un rodeo vacuno sin movilizar ni embretar la tropa. Funciona en base a una plataforma de pesaje frente a los bebederos y una antena que lee la información del chip que tienen las caravanas de identificación. “Independientemente si se suben en grupo o individualmente, cuando tienen las cuatro patas arriba una antena lee la caravana y un algoritmo va individualizando los datos y en el tiempo se puede tener información casi en tiempo real del peso de su tropa”, precisó el CEO Ignacio Albornoz.
Basada en IoT (sigla en inglés para Internet de las Cosas), la empresa desarrolló una red para transmitir datos en el campo a grandes distancias, con todo tipo de sensores (desde monitores de rendimiento en cosechadoras hasta humedad del suelo o comportamiento animal). El dispositivo ganadero genera información precisa sobre qué animales ganan más o menos peso, además de saber si están yendo o no a la aguada. Esto permite tener un mayor control para el manejo de la hacienda, ya sea para dar por terminado un conjunto o, por ejemplo, cambiarle la dieta.
Albornoz mencionó que en cualquier planteo convencional se hacen pesajes cada 90/120 días y muchas veces sobre una muestra y no de todo el rodeo. En cambio, el seguimiento diario posibilitaría “un montón de situaciones y decisiones que uno no sabe que puede tomar porque no tiene información”, como no darle comida de más a animales que convierten menos, despachar tropas más homogéneas (y obtener bonificaciones en el precio), evaluar genética o eliminar los costos ocultos del traslado. “Un productor que es cliente estimó que cada animal pierde dos dólares (en kilos) cada vez que va a pesaje por el desgaste del recorrido y el estrés”, comentó.
El proyecto está en la etapa de prueba y validación comercial en 4 campos en argentina y uno en Texas (EE.UU.). “El propósito nuestro es crecer hacia un modelo de información como servicio, no vender fierros, porque es donde mayor valor agregado puede haber”, indicó el CEO.
Sistémico. El CREA La Calandria adoptó un paquete de manejo para recuperar rindes perdidas en zona núcleo por efecto del exceso hídrico: dren topo y cultivos de invierno combinados con ganadería.
Foto: Gentileza
Ciencia natural
Otro desarrollo innovador presentó la empresa BeeFlow, que ofrece “abejas + ciencia” para una polinización ultra eficiente (profesional), capaz de aumentar rindes y mejorar la calidad del producto. El servicio se basa en el trabajo de dos investigadores del CONICET, los doctores Pedro Negri y Agustín Saez, sobre el aprendizaje y memoria de las abejas, y del descubrimiento de una molécula capaz de reducir la mortandad, confiriéndole a los insectos una mayor capacidad de trabajo. A esto se agrega el diseño de los colmenares en base al análisis del patrón de vuelo, para optimizar el trabajo de polinización.
El CEO Matías Viel explicó que no todas las flores son atractivas paras las abejas. Por ejemplo es lo que ocurre con la pera. Entonces se plantearon cómo resolver este problema y diseñaron diferentes formulados para cada cultivo (en base a moléculas orgánicas específicas), que se les suministra en el alimento un mes antes de comenzar el trabajo de polinización. Así la abeja memoriza a través del olfato ese recurso y luego sale a buscarlo. “De esa manera se consigue ‘entrenar’ a la abeja para que polinice un cultivo (polinización dirigida) y resolver una de las varias ineficiencias que se producen en ese proceso de modo natural”, afirmó. El caso testigo de la firma es la producción de kiwis en Mar del Plata, donde lograron incrementar la cosecha 90% en volumen gracias a su servicio.
Un tractor. Así definen en Skyagro a su drone diseñado y testeado para soportar el duro trabajo en el campo. Foto: Gentileza
Al “entrenamiento” se suma la vitalidad que les confiere la molécula descubierta por los científicos, que también se suministra en el alimento y reduce 70% la mortandad. “Genera una incidencia importante en la polinización porque las abejas consiguen trabajar a bajas temperaturas”, dijo Viel, y planteó el caso de los arándanos, que florecen en invierno y dificulta la labor de las abejas, que empiezan a trabajar a partir de 15º, recién después del mediodía. “Esta tecnología consigue abejas más fuertes, que pueden salir antes a polinizar y hasta duplicar los vuelos a baja temperatura”, aseguró.
El éxito en las pruebas hizo posible “levantar una ronda de inversión” con empresas vinculadas en la Cámara Argentina de Biotecnología y consiguieron capital de la firma Grid Exponential, aceleradora que invierte y desarrolla startups de base científica (en la que participan Bioceres, Laboratorios Bagó y Gador, Vicentín, y grupo Insud).
Gracias a los fondos recibidos, están desarrollando tecnología para otros cultivos como almendras, arándanos, manzanas. “Generando evidencia sobre el impacto de nuestro sistema”, celebró Viel y aportó otro dato interesante. Como la firma no posee colmenas, las alquila a apicultores y les paga entre 2 y 3 veces más de lo que normalmente logran cobrarle (cuando lo consiguen) al agricultor que demanda el servicio de polinización. En Mar del Plata -donde están radicados- pagan $500 por colmena y este año ya desembolsaron $250.000 por ese concepto.
Integral. “La innovación pasa por la integración de varias medidas con una mirada sistémica del problema del agua, no sólo la adopción de una herramienta”, explicó Federico Sörenson.
Foto: Juan Manuel Fernández
Drone recargado
Por otra parte, en el área “Sinapsis CREA”, la empresa Skyagro Solutions expuso una herramienta bastante trillada, pero con adaptaciones novedosas. Se trata de un drone ultra resistente, especialmente diseñado para trabajar bajo las exigentes condiciones del campo y completamente automático, que desliga al usuario de capacitarse en el manejo de estos aparatos. “Es 100% autónomo, no lleva control; se le suministran las coordenadas para trabajar y el drone despega solo, hace su trabajo y aterriza en el punto de partida”, explicó Gustavo Fernández Palavecino, programador de la empresa. También detalló que está equipado con tres cámaras (video HD, otra color y una multiespectral para generar índice verde), mientras que el software para el análisis de los datos y confección de mapas ortorectificados es propio y no se compra aparte, por lo que “no hay costos ocultos”. La información que genera puede ser sobre estado de los cultivos, malezas, detección de anegamiento y mapas de altimetría “con precisión de hasta un centímetro” para estimar zonas anegables.
Fernández explicó que cuenta con una autonomía de 35 minutos por batería, suficiente para monitorear unas 50 hectáreas (el kit viene con dos baterías, que se recargan en una hora). “Es una herramienta y luce así; es un tractor, no es el más lindo del mercado; pero puede trabajar la cantidad de baterías que se tenga”, agregó.
El programador relató que el drone se desarrolló durante tres años, sometiéndolo a las mayores exigencias que los convencionales no resisten (polvo, barro, viento). “El nombre interno es M6, o sea que hubo 5 destruidos antes”, indicó. Prácticamente el 100% está construido en fibra de carbono y muchas piezas se hacen a pedido en China; mientras otras son impresas en 3D por ellos mismos, quienes además los ensamblan y calibran a mano. “Aunque todos sean iguales, nuestro concepto es como Ferrari: no queremos vender miles, sino que sean perfectos”, aclaró. Y adelantó que la empresa ya está trabajando en nuevos desarrollos para productores lecheros. “Y no sólo drones, sino con seguimiento del ganado, datos biométricos, posicionamiento satelital”.
Info nueva. Ignacio Albornoz explicó que al pesar cada vacuno de modo diario se conocen “un montón de situaciones y decisiones que uno no sabe que puede tomar porque no tiene información”.
Foto: Juan Manuel Fernández
El agua se consume
En el mismo espacio destinado a los grupos innovadores, el asesor del CREA La Calandria (en zona núcleo, abarca el centro sur de Santa Fe) Federico Sörenson mostró un trabajo integral para reducir el impacto que vienen causando los anegamientos y el ascenso de la napa en los rindes agrícolas. El planteo consiste en combinar una vieja herramienta, el dren topo, con estrategias de manejo que incluyen cultivos de servicio, verdeos y ganadería. La lógica no es “sacarse el agua de encima”, canalizando hacia abajo, sino consumir todo lo posible dentro del lote, en el que incluso se “sacrifica” algún sector -a modo de reservorio- para retener el excedente. “La innovación pasa por la integración de varias medidas con una mirada sistémica del problema del agua, no sólo la adopción de una herramienta”, aclaró el técnico. Y agregó: “como no hay una ley de aguas no queremos comprarnos un problema tirandola hacia abajo”.
El disparador del planteo son las pérdidas en rindes que sufren los productores en suelos clase 1, con altos costos de oportunidad de la tierra, que complica el margen bruto de las empresas. Las estadísticas muestran mermas promedio de 10 quintales en maíz, entre 10 y 15 en trigo, y de 10 a 20 en soja. De las 10.000 a 12.000 hectáreas -propias y alquiladas- de los miembros CREA de la región dedicadas a agricultura, “el 50% o más” -afirmó Sörenson- muestra distintos niveles de problemas hídricos “hace dos o tres años”.
La metodología del trabajo comienza generando información de base: mapa de suelos y planialtimetría. A partir de ahí elaboraron el diseño de los drenes. En lugar de orientarlos siguiendo el declive del terreno, “lo diseñamos no contrario a la pendiente sino con un ángulo que logra demorar el agua en el sistema para que vaya más lento hacia los bajos”. En ese recorrido, el cultivo consume parte del agua y el excedente se orienta a zonas buffer, en los que se resigna producción. El consumo lo realizan con cultivos de invierno para cosecha o bien otros de servicio (vicia, por ejemplo) o verdeos, que se destinan a pastoreo “para darle un uso económico a los cultivos de servicio” y mejorar la ecuación económica de la empresa. “Lo más importante es mantener verde el lote todo el invierno”, destacó Sörenson.
El técnico sonríe al revelar: “nos miran raro haciendo ganadería en suelos clase 1; hacía 20 años que se abandonó en la región”. Y si bien “es todo costo” en el planteo, la apuesta es a largo plazo. Aunque ya pueden medirse resultados positivos. Por ejemplo, se consigue el ingreso anticipado a lotes para labores, “un intangible difícil de ponerle un número”, ya que la ventaja es poder hacer la tarea en el momento oportuno.
El planteo comenzó a utilizarse un año y medio atrás, por lo que aún no cuentan con estadísticas; pero ya están viendo diferencias de rindes. A medida que sumen años podrán contar con más información para hacer números más finos y “pulir un poco los resultados”, se entusiasmó el asesor.
Dirigido. Matías Viel explicó que no todas las flores son atractivas paras las abejas pero ellos consiguen que polinicen el cultivo de interés.
Foto: Juan Mauel Fernández